Star Wars: El ejecutor.

 



La galaxia había cambiado y el único responsable de ello era él. La República y los Separatistas habían sido sustituidos por el cruel y despistado Imperio, la democracia había dado paso a una dictadura inclemente. La orden Jedi había sido exterminada por su propia mano, los soldados clon habían sido descartados como simples objetos, transformándose en mendigos o mercenarios. Su nombre una vez fue coreado en mil mundos como un héroe, ahora era sinónimo de muerte y opresión. Cada respiración era una agonía constante, él debería haber muerto, pero seguía vivo dejando un rastro de muerte y destrucción a su paso. Era el segundo ser más poderoso de la galaxia, pero lo había perdido todo, su amor, amigos y su propia identidad, dejando solo un cascarón vacío movido por la amargura y el odio. Sus ojos se posaron en el orbe que tenía ante él, un mundo lleno de vida con setecientos millones de habitantes, que se había alzado contra el tiránico orden del Imperio. Los paso de uno de sus oficiales sonaron cada vez más próximos, Darth Vader se giró sobre sí mismo y observo al tenso teniente que se cuadraba ante él.

-Lord Vader, los rebeldes de Agrus V se niegan a aceptar su petición de rendición -el teniente Fergus tembló levemente al dar la noticia, temiendo ser objeto de la ira del ejecutor personal del Emperador Palpatine.-¿Cuáles son sus órdenes, señor?

-Que la flota avance hasta ponerse en órbita, teniente -las palabras de Vader sonaron rasposas y acompañadas del quejido de su asmática respiración.-El tiempo del castigo ha llegado a este miserable mundo y yo mismo se lo daré en persona. Prepare una lanzadera, descenderé a Agrus V.

-Sí, Lord Vader -Fergus asintió levemente y se cuadró ante él con rapidez obediente.-Se cumplirán sus órdenes.

Darth Vader lo vio marchar dando órdenes a los timoneles de avanzar, mientras los oficiales retransmitían la orden al resto de la flota. Hoy la muerte había llegado a Agrus V y él era quién ejecutaría esa sentencia en persona. Avanzó con pasos medidos en dirección a uno de los ascensores que lo llevaría al hangar principal, allí cogería una lanzadera y descendería a la capital de ese mundo rebelde, destruyendo y matando todo a su paso como castigo a su desafío al Imperio. Descendió en solitario en el ascensor, el silencio era solo roto por si jadeante respiración. La puerta del ascensor se abrió y avanzó por el hangar, los droides de mantenimiento observaron como el ejecutor del imperio se movía en dirección a la lanzadera, los soldados enfundados en sus armaduras blancas se pusieron firmes, los pilotos ascendieron con rapidez a la cabina de la lanzadera. Vader podía sentir el miedo de los presentes a través de la Fuerza, podía saborear el amargo sabor del terror que ejercía a su alrededor. Sin ni siquiera mirar atrás subió por la rampa del compartimento de transporte de personal de la lanzadera, sentándose en uno de los mullidos asientos y colocándose en cinturón de seguridad. Sintió el suave empuje de la nave al despegar, sus puños se cerraron levemente de forma inconsciente como un pequeño síntoma de incomodidad de no ser él quien pilotará esa nave. Se reprendió a sí mismo y cerró sus ojos, concentrándose en la tarea que tenía por delante y accediendo a la Fuerza que se agitaba de forma tumultuosa por los actos que iba a cometer.

Sala de estrategia y mando del palacio del gobernador imperial, estaba llena de soldados rebeldes, traidores y mercenarios que se habían alzado contra el dominio imperial en Agrus V. El capitán Thorne observó la imagen holográfica de la lanzadera imperial que se dirigía hacia una de las plataformas de aterrizaje. Habían conseguido poner en jaque al Imperio al detener en seco la producción de armas y armaduras para todos los contingentes imperiales de todo el sector. Él era el artífice de la victoria, se había unido a la Rebelión y usado si cargo de capitán imperial para organizar emboscadas contra sus propios soldados, infiltrado entre las tropas a agentes rebeldes y ganando la lealtad de aquellos soldados desconformes con la forma tan cruel de gobernar el Imperio. Su mano acarició el pequeño detonador de su cinturón, habían encerrado en los cuarteles a más de mil soldados imperiales y mandos intermedios, para luego colocar cargas explosivas en esos mismos cuarteles. Se giró y miró a la maniatada figura del Gobernador, que se mantenía erguido en su asiento pese a la tortura y cruento interrogatorio al que se le había sometido.

-¿Lo ves, Gobernador Marik? -lo preguntó con orgullo y satisfacción Thorne, señalando con un dedo acordado la imagen holográfica de la lanzadera imperial aterrizando con cuidado en una de las plataformas del palacio. -El Imperio ha venido a negociar, no se arriesgan a perder sus preciosas factorías de armas y armaduras para sus despiadados ejércitos.

-Eres un estúpido, Thorne -respondió con voz rasposa Marik, su cuerpo se tensó abajo el uniforme gris manchado de sangre y su rostro hinchado por los golpes sonrío levemente. -Si es quién creo que es el que va en esa lanzadera, todos estamos muertos. El Imperio no negocia con terroristas rebeldes y no tolera la incompetencia, deberías saberlo tras seis años como integrante de las fuerzas imperiales.

Thorne se puso pálido y miró hacia la imagen de la lanzadera, la rampa descendió y por ella bajó una figura negra como la noche con paso tranquilo. Un sudor frío empapó el cuerpo de Thorne al reconocer a aquella figura, era Darth Vader, el ejecutor personal del Emperador y la figura más siniestra de la galaxia. Todos los ojos de la sala se clavaron en el holograma y vieron con terror como alzando una sola de sus enguantadas manos, estrangulaba a la escolta de doce soldados rebeldes enviada a recibir al negociador imperial sin tocarlos. Los gritos de miedo y horror llenaron la sala, maldiciones salieron de los labios de Thorne, que ordenó que se enviarán todas las fuerzas rebeldes del palacio gubernamental para detener a Vader. Marik rio, la muerte había llegado y no tendría piedad hasta que todos estuvieran muertos.

Vader avanzaba con paso tranquilo por los pasillos del palacio gubernamental, parecía que estuviera paseando por una calle tranquila, en vez de estar dejando un rastro de cadáveres y muerte detrás de él. Se detuvo ante la enorme puerta blindada de la sala de estrategia, alzó su mano derecha en el aire y empujó usando la Fuerza. Thorne y todos los presentes escucharon como la puerta blindada y bloqueada gemía como un alma en pena, mientras empezaba a abombarse por el empuje del lord Sith. Un instante después la puerta fue arrojada hacia delante como si hubiera recibido el impacto de un misil invisible y aplastando a uno de los rebeldes. El jadeo de la respiración mecánica de Darth Vader resonó en la sala, por instinto todos los rebeldes alzaron sus blasters y empezaron a disparar contra la forma oscura que avanzaba esgrimiendo un sable de hoja de luz carmesí. Thorne se arrojó al suelo detrás de la mesa holográfica, mientras observó la escena con una mezcla de horror y fascinación a partes iguales. Darth Vader hizo girar con una velocidad inhumana la hoja roja de luz, deteniendo cada disparo y devolviéndolos contra sus atacantes, arrojó contra el techo a dos rebeldes y los dejo caer con violencia, partió a otro con su sable de luz y cercenó los brazos de un cuarto rebelde con el retorno de la hoja. La muerte había llegado de la mano del ejecutor del emperador y solo había dejado cuerpos destrozados, el olor a sangre y ozono flotaba en el aire y Thorne salió de su escondite con su pistola en la mano derecha, apoyando el cañón del arma en la cabeza del Gobernador Marik.

-Detente o el Gobernador Marik morirá -amenazó Thorne y sacando también el detonador, que sujetó con su mano izquierda. -Y si intentas estrangularme con tus poderes, haré detonar el cuartel imperial con más mil efectivos imperiales prisioneros.

-Ellos y el Gobernador son irrelevantes -la respuesta de Vader fue fría e insensible, usando la Fuerza para arrebatar el detonador de la mano de Thorne y agarrarlo con su mano izquierda. -Esos soldados son mártires que se han sacrificado por el Imperio...

-Oye…no... lo hagas…-las palabras salieron como un jadeo de los labios de Thorne, cuando vio a Darth Vader apretar el detonador sin miramientos y todo el edificio se sacudió al recibir la onda expansiva de la explosión del cercano cuartel imperial.-Los has matado. ¿Pero eran fieles al imperio? ¿Por qué lo has hecho?

- El Imperio está dispuesto a hacer sacrificios -Vader alzó su mano izquierda y el brazo de Thorne se empezó a mover solo, hasta llevar el cañón del arma hasta su sien. Un jadeo de terror salió de sus labios un instante antes de volarse el mismo la cabeza en contra de su voluntad.-Perdiste en el mismo momento en que intentaste amenazarme, en vez de actuar.

Marik trago saliva pálido ante aquella demostración de puro poder e inclemencia de Darth Vader. Sabía que él seguramente sería el siguiente por dejar que el planeta cayera en manos de los Rebeldes y seguramente fuera usado como ejemplo del destino de fallar al Emperador Palpatine. Vader movió la hoja con un movimiento rápido y preciso, liberando al perplejo y torturado gobernador planetario, podía sentir su miedo y su estupefacción ante su presencia. Por suerte para aquel desgraciado, el Emperador Palpatine había ordenado que sobreviviera por ser un experto en logística y fabricación a gran escala.

-El Emperador ha decidido darle una segunda oportunidad, Gobernador Marik -Vader lo dijo preparando los dispositivos de comunicación de la sala para una retransmisión holográfica.-La próxima vez que falle al Imperio, yo mismo le daré una muerte lenta y muy dolorosa. ¿Lo ha entendido?

-Sí... Lord Vader -asintió aterrado Marik ante la perspectiva de recibir las crueles y dolorosas atenciones del ejecutor del Emperador. -No les volveré a fallar, lo prometo.

Darth Vader no le hizo caso, se puso sobre el anillo holográfico usado para dar los discursos a nivel planetario y activó la retransmisión. Un instante después, en cada plaza de cada ciudad de Agrus V se alzaba la imponente imagen del Lord Sith, que parecía observar a la población que se reunía para escuchar la transmisión de aquella siniestra figura. 

-Soy Darth Vader, el ejecutor del Emperador Palpatine y he venido a reclamar este mundo -la voz de Vader resonó amplificada por los altavoces, sonando más distorsionada y cruel, mientras su máscara parecía brillar con luz sobrenatural. -Habéis traicionado al Imperio y fallado en defenderlo, los traidores y rebeldes han asesinado a las valientes fuerzas imperiales, torturado a vuestro gobernador planetario y robado material vital para el Imperio. -cada delito mencionado era como clavar un clavo en un ataúd, la gente se encogió asustada, sabiendo que el castigo estaba por llegar.-¡Que los traidores ardan! ¡La justa venganza del Imperio ha llegado! 

La imagen holográfica de Vader se disipó y un instante después un silencio sepulcral envolvió cada ciudad, para luego ser sustituido por el caos y las explosiones de las bombas que arrojaron de forma despiadada decenas de escuadrones de Bombarderos Tie, que arrasaban las zonas industriales y residenciales marcadas por los agentes imperiales, como que habían sido tomadas por los Rebeldes. Darth Vader pudo ver la destrucción que se cernía sobre cada ciudad en los monitores de la sala de estrategia, asintiendo con una leve satisfacción, mientras notaba cómo temblaba horrorizado el gobernador Marik. Sabía que su nombre sería recordado por generaciones en Agrus V, que el miedo a que él volviera mantendría la paz y el orden en aquel sistema, volviéndolo nuevamente productivo y sumiso al Imperio. Todo y nada había cambiado, para los habitantes de Agrus V sería un monstruo y un villano, para el resto del Imperio al difundirse la liberación de aquel mundo de las manos de los Rebeldes, lo alzarían a un héroe, por qué todo dependía de las perspectivas del Imperio. Pero eso no le importaba, por qué al final solo le quedaba el dolor, el resentimiento y la perdida que lo acompañaban cada segundo de su existencia como ejecutor y aprendiz del Emperador Palpatine.

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