El mundo comercial de Atreus había sido uno de los planetas más prósperos antes de las guerras clon, eso le hizo un blanco al inicio de la guerra por parte de los Separatistas. La República Galáctica envío una flota de su reciente ejército de clones al mando de los Jedis, la inexperiencia de sus ejércitos y la férrea defensa de la flota droide, provocó una batalla en órbita alrededor de Atreus. Disparos perdidos de ambas flotas redujeron ciudades a cráteres cristalizados, la lluvia de restos y naves moribundas incendió el planeta, reduciendo sus campos de cultivo a cenizas y sus bosques en estacas ennegrecidas, extensiones de tierra quedaron cubiertas de los restos desparramados de los colosos espaciales, dando un aspecto de leviatanes barrados en playas de cenizas. El mundo de Atreus perdió en un solo día su importancia estratégica comercial, a toda su población civil, además gran parte de su flora y fauna, transformándose en un mundo cementerio sin interés para ninguno de los dos bandos en disputa.
Pero pesé a su destrucción, Atreus consiguió un nuevo propósito para la República Galáctica, transformándolo en un campo de trabajo y prisión para los clones defectuosos, traidores, desertores y cobardes de sus ejércitos. Ahora serían mano de obra esclava, que limpiaría de todo lo que fuera útil a aquellas naves caídas hasta el fin de sus días. El antiguo teniente Dex se ajustó su mono de trabajo y se colocó el respirador, su turno en el desguace de aquel Crucero Separatista acababa de empezar, decenas de sus hermanos clones trabajaban sin descanso en el desmantelamiento de todo elemento electrónico, blindaje y maquinaría útil. Lo único bueno de aquello era que los clones regulares que los vigilaban, no se internaban en los pecios en desmantelamiento, salvo que fuera para castigar a algún prisionero. Avanzó en silencio por los pasillos de la nave, había retirado los cuerpos momificados de los clones y de los droides destruidos que habían tripulado la nave, habían recuperado y escondido algunas de sus armas, armaduras y equipos. Entró en la vieja cubierta médica, la habían mantenido en funcionamiento para atender a los clones prisioneros heridos en accidentes en el desmantelamiento de aquella nave. Una docena de clones yacían en camastros, algunos habían perdido alguna extremidad y se la habían sustituido por una prótesis mecánicas. El clon médico llamado Vent alzó su mirada del escritorio, al igual que Dex y el resto era un prisionero, acusado de malversación y venta de material médico de la República en el mercado negro.
-¿Qué quieres Dex? -preguntó con tranquilidad Vent, dejando a un lado su baraja de Pazaak con la que estaba jugando para pasar el rato. -Estoy muy ocupado aquí…
-¿Jugando al Pazaak? -Dex respondió con una pregunta y sonriendo a su hermano clon con descaro. -¿Cómo va la retirada de los chips de control? ¿Se han dado cuenta los Regs?
-Estos son los últimos de nuestros hermanos reclusos... en ser limpiados, los Regs no se darían cuenta aunque un mastín Massif les moridera el culo -Vent señaló a cinco clones que tenían vendas en sus cabezas y se recostó en su silla con tranquilidad. -La guerra está a punto de acabar… no sé el porqué de tu insistencia en quitarnos esos chips de la cabeza y guardar armas, equipo y armaduras recuperadas.
-Llámalo intuición, pero creo que cuándo termine la guerra dejaremos de ser útiles -la voz de Dex sonó de forma siniestra a través de su respirador, mientras observaba a los clones que dormían en las camas. -La República se está volviendo cruel y descarta lo que no necesita.
-Has pasado demasiado tiempo con los Jedis, ves todo demasiado oscuro -suspiró Vent, asintiendo levemente y volviendo a barajar sus cartas de Pazaak. -Estaremos preparados, las escuadras de trabajo tienen armas guardadas y equipo, solo esperan la orden y nos alzaremos en armas.
-Bien, empezaré con mi turno -asintió levemente Dex, antes de darse la vuelta para irse. -Espero equivocarme, pero nunca está de más estar preparados.
Los días habían pasado como siempre, trabajando turnos agotadores y abusos de los clones regulares, que los vigilaban en los campos de desguace de Atreus. Entonces sucedió, el mensaje llegó desde Coruscant, una orden oscura y malvada, ejecuten la Orden 66. Los clones regulares empezaron a actuar de forma extraña y buscaban a la caballera jedi que dirigía aquella prisión, por los canales de comunicación sonaban mensajes fríos y carentes de sentimientos, indicando que debían matar al Jedi y a cualquiera que desobedecieran la orden. Dex se quitó el traje de trabajo y abrió un compartimento secreto en aquel taller, colocándose una vieja y desgastada armadura clon de la primera serie que había modificado con marcas personalizadas. Comprobó con cuidado sus pistolas y salió del viejo camarote abandonado transformado en taller, listo para empezar con una revuelta contra aquellos clones regulares enloquecidos, que parecían haberse transformado en armas andantes sin sentimientos y buscaban a la caballera Jedi en aquel desguace para exterminarla. Vent junto con otros viente clones se unieron a él, todos equipados de forma poco ortodoxa y con equipo totalmente modificado, que lo saludaron de forma militar, formando una escuadra de ataque.
Avanzaron por los pasillos de aquel desguazado Crucero, un silencioso pesado y sepulcral se había extendido por aquel lugar como un sudario mortuorio. A lo lejos se escuchaban algunos intercambios de disparos y gritos agonizantes, Dex sabía que no solo estaban cazando al Jedi, los Regs estaban ejecutando a todos los prisioneros clon sin miramientos y que aquella matanza, estaba sucediendo de manera simultánea en otras zonas de desguace idénticas alrededor de la prisión. Vent alzó su mano y el escuadrón se detuvo en una esquina, un par de escuadras de clones regulares avanzaban por el pasillo, sus armaduras blancas estaban salpicadas de sangre fresca de clones presos ejecutados sin miramientos. Dex alzó su puño alzó dos dedos silenciosamente, hizo un barrido con su mano y luego cerró el puño. Dos de sus clones equipados con lanzallamas usados para limpiar las cubiertas de alimañas y de hongos tóxicos avanzaron hasta la esquina en silencio, mientras los clones regulares avanzaban con pasos pesados y sonoros, confiados en su número y su equipamiento. Dex golpeó su puño cerrado contra su otra mano, dando la orden de barrer con fuego el pasillo, un instante después los dos clones salieron de la esquina y arrojaron un gran torrente de fuego en aquel estrecho pasillo de forma indiscriminada. El hedor a armaduras derritiéndose mezclado con el de la carne quemada inundó el pasillo, los gritos y las órdenes resonaron entrecortadas por el rugir de las llamas.
-¡Lanzallamas retrocedan! -rugió Dex, adelantándose y arrojando varias granadas de fragmentación.-¡Granadas ahora! ¡Avance y muerte!
Al unísono toda su escuadra lanzó una lluvia de granadas venenosas, fabricadas con los hongos tóxicos que crecían en las partes más destrozadas y contaminadas de aquellos pecios. Un instante después salieron en tromba disparando contra los supervivientes, que yacían tosiendo sangre por las toxinas o intentando alzar sus armas con sus cuerpos medio quemados. No usaron sus armas en modo aturdidor, aquello era una guerra de supervivencia y todos los presos de aquella escuadra lo sabía muy bien, no había piedad y no se podía dar a aquellas versiones de ellos mismos controlados por los chips biológicos de sus cerebros. La escaramuza duró unos segundos, los cuerpos de los regulares estaban tirados por todos lados, sus miradas estaban vidriosas y sus cuerpos retorcidos, Dex y Vent se miraron mutuamente, sabiendo que podrían haberlos inutilizado y quitados los chips, pero nada aseguraba que volvieran a ser los clones que habían sido antes de la activación de la Orden 66.
-Saquead todo el equipo que podáis, ejecutad a los supervivientes -gruñó Vent con cierta acritud y se encaró a Dex, al notar la mirada de desagrado pese a que ambos llevaban los cascos puestos. -Tal vez no te guste esto, pero no tenemos tiempo para salvarlos. Lo primero es salvar al resto de nuestra gente y a la Jedi.
-Lo sé, pero si nuestra vida hubiera sido diferente, habríamos sido nosotros los que estaríamos a lo mejor en el pellejo de ellos -dijo con un amargo suspiro Dex, pateando un casco medio derretido con rabia. -Quiero vengarme de quién ha hecho esto y que ha reducido a los soldados clon a algo parecido a los droides separatistas sin voluntad.
-Pues entonces, tendrás que vengarte de la República y es un enemigo muy grande -contestó Vent encogiéndose de hombros y asintiendo levemente. -Yo también quiero darle una patada al cabronazo que ha liado está locura, por qué si está sucediendo esto aquí, no quiero imaginar lo que estará pasando en el resto de la galaxia.
-Si esto es a nivel galáctico, entonces los Jedis están condenados -un escalofrío recorrió la espalda de Dex, al imaginar a las Legiones de Clones volviéndose contra sus generales Jedis y superándolos por saturación de sus números. -Vamos a la cubierta de mando, allí se habrá dirigido la Jedi, seguramente intentará usar el comunicador para contactar con su Orden y pedir ayuda -se agachó y recogió un rifle blaster de asalto, tras sopesarlo asintió y empezó a caminar. -Quiero que todas nuestras escuadras de Clones libres limpien la nave de Regs, pueden intentar capturarlos si es posible, si no, libérenlos de su estado de forma definitiva. ¡Escuadra en marcha! ¡Tenemos que salvar el culo de una Jedi!
La escuadra de descartados, renegados, traidores y desertores de Dex y Vent avanzó por los conductos de ventilación, sabiendo que las escaleras de ascenso al puente estarían bloqueadas por retenes de los Regs equipados con armas pesadas. Se arrastraron en silencio por accesos tan estrechos que parecía imposible pasar, saltaron caídas de cientos de metros de altura, soportando el calor sofocante y el olor a podredumbre del ambiente cargado de polvo. Aquella marcha parecía ser eterna, ascendiendo por las entrañas de una bestia muerta de metal, todo para salvar a una Jedi que tal vez los atacará al verlos o ya estuviera muerta cuándo ellos llegarán al puente de mando.
El zumbido de un sable luz al ser blandido y el sonido de los disparos de blasters bajo el grupo de Dex, les indicó que habían llegado al puente de mando y a tiempo. Sin dudarlo, Dex dio la orden de asalto y sus soldados patearon las rejillas de ventilación de los conductos del techo del puente de mando, saltando a la refriega disparando. Los soldados de élite clon Arco los recibieron con salvas de fuego, antes de empezar un combate sangriento a corta distancia. Dex disparaba con sus pistolas gemelas, mientras Vent protegido por dos soldados de su escuadra de descartados trataba de salvar a cualquier clon de su escuadra que había caído herido bajo el fuego de las armas de los soldados Arco. La caballera Jedi Inda Velger retrocedió sorprendida ante aquel giró de los acontecimientos, su rostro bronceado estaba cubierto de suciedad y su pelo rojo revuelto siseó al agitarse, su armadura estaba marcada por los impactos de blasters y su túnica era ahora un sudario andrajoso, sus ojos verdes observaron indecisa la situación, mientras sus manos apretaban con fuerza su sable de luz de hoja amarilla. Dex retrocedió al sentir los impactos de blaster contra su armadura y fijó su mirada a la figura que le atacaba, el comandante de las fuerzas enemigas era un clon con una armadura de marcas color dorado y un dibujo de un familiar dragón de los desiertos del mundo de Veridian en su casco. Su estómago dio un vuelco al reconocer a su antiguo capitán, aun así respondió a los disparos maldiciendo en voz baja, mientras acortaban la distancia entre ambos para arrojarse a un combate cuerpo a cuerpo.
-Marcus ríndete, estás siendo utilizado -gruñó Dex por el comunicador, arrojando una de sus pistolas sin munición contra su antiguo capitán, amigo y hermano, a la vez que desenvainó su cuchillo de combate. -No quiero matarte, no me obligues a hacerlo.
-Dex siempre fuiste problemático -respondió Marcus con voz fría y casi mecánica, también desenvainando su cuchillo de combate listo para una pelea cuerpo a cuerpo sin piedad. -Los buenos soldados siguen las órdenes, tú nunca lo fuiste. ¡Muere traidor!
Marcus se lanzó contra Dex, los cuchillos chocaron haciendo saltar chispas y buscando un resquicio en la defensa en de su adversario. Detrás de ellos se oyó de nuevo el sable de luz detener disparos y zumbar, indicando que la Jedi había vuelto a la refriega. Dex cayó al suelo con Marcus encima, ambos forcejearon y rodaron por el metálico suelo en busca de someter a su adversario, mientras a su alrededor los gritos de muerte se mezclaban con el chocar de las armas y el zumbido del sable de luz. Marcus intentó apuñalar a Dex en el pecho, pero este le propinó un brutal cabezazo arrojándolo a un lado y destrozando el casco de los dos. Con una rapidez nacida de la veteranía, ambos se separaron y arrojaron al suelo sus cascos destrozados, sus miradas se cruzaron era como mirarte a un espejo, dos caras identificas movidas por diferentes ideales totalmente opuestos. Marcus rugió furioso y embistió a Dex, este esquivó el ataque furibundo y golpeó con la empuñadura de su cuchillo en la nuca de su enemigo, haciéndolo trastabillar y caer de boca al suelo metálico. Sin dudarlo Dex se sentó a horcajadas sobre el caído Marcus y lo degolló sin miramientos con un rápido movimiento de la hoja de su cuchillo. Sintió la sangre caliente empapar sus manos y el cuerpo del moribundo Marcus agitarse bajo su peso durante unos largos segundos que le parecieron eternos.
-Lo siento hermano, sé que nada te habría detenido -la voz de Dex fue un susurro corto y bajo, su mano empapada en sangre cerró los ojos de Marcus que lo miraban acusadoramente en la muerte. -Has sido un buen soldado, descansa en paz.
A su alrededor la batalla había terminado, casi todos los soldados Arco habían muerto y había perdido cinco de sus hombres, tres más estaban siendo atendidos por Vent que tenía el rostro pálido y algunos arañazos en su cara. La caballera Jedi Inda Velger se había sentado en una de las sillas de los puestos de comunicación e intentaba buscar en las viejas consolas una frecuencia libre. Suspirando ampliamente, Dex registró el cuerpo de Marcus y encontró un comunicador holográfico, varios cargadores, granadas y barritas de comida de campaña que guardó con rapidez. Se apartó del cuerpo de su antiguo capitán y caminó hasta la caballera Jedi con tranquilidad absoluta, mientras dio la orden a sus soldados que vigilarán las escaleras de acceso al puente de mando.
-Deje el comunicador, general -ordenó Dex con un tono de mando que no admitía reproches o negativa alguna.-Va a hacer que descubra que sigue viva y vengan refuerzos a por nosotros.
-Te conozco... eres el Teniente Dex de la 805, retirado del servicio por desobediencia y cobardía ante el enemigo por ordenar la retirada de Malgarax -replicó Inda dejando el comunicador en su lugar en la consola y sosteniéndole la mirada con fría desconfianza. -¿Por qué debería hacer caso a uno de los presos de Atreus?
-Por qué los presos de este mundo, somos los únicos que no queremos su cabeza, general -sonrío con chulería Dex, cruzándose de brazos ante ella con tranquilidad absoluta, mientras notaba como el comunicador holográfico vibraba en su cadera.-Parece que tengo una llamada que atender, tírese sobre ese charco de sangre y no se mueva, ni respiré…
Inda asintió levemente y obedeció arrojándose al suelo sobre el charco de sangre, para luego hacerse la muerta y ralentizando sus funciones vitales. Dex asintió y activó el comunicador holográfico, una figura encapuchada con una túnica negra y rostro envejecido marcado por cicatrices eléctricas lo miró con ojos amarillos. Su sonrisa maligna de dientes rotos hizo estremecer a Dex, intentó parecer serio y con el rostro carente de sentimientos como los clones que habían caído bajo el control de los chips cerebrales implantados en todos los clones.
-Informe capitán…-una voz decrépita y siniestra salió del envejecido hombre, su tomo de mando y poder era innegable. -¿Han ejecutado con éxito la Orden 66?
-Si, la Orden 66 ha sido ejecutada con éxito -Dex movió el comunicador holográfico, para que aquel cruel ser viera el cuerpo inerte y tirado sobre un charco de sangre en el suelo de viejo puente de mando. -Los buenos soldados cumplen órdenes, señor.
-Bien, buen trabajo -dijo aquel cruel anciano con la misma felicidad de un niño ante un regalo de cumpleaños, mientras su lengua negra se relamía sus finos labios.-Pongan en éxtasis criogénico el cuerpo, un crucero de guerra Venator estará allí en dos ciclos planetarios para recogerlo.
-Si señor -Dex se cuadró e hizo un saludo militar, siguiendo con la farsa ante aquel ser maligno que había manipulado a todos los clones, aguantando sus ganas de insultarlo y de amenazarlo. -Sus órdenes serán ejecutadas al pie de la letra.
El comunicador holográfico se apagó y la figura se difuminó hasta desaparecer, luego ofreció una mano a Inda para qué se levantará del suelo. Los cuerpos de los caídos ya estaban alineados en la cubierta, los hombres de la escuadra que no tenían que vigilar las escaleras de acceso estaban registrándolos, quitándoles todo lo que fuera de utilidad para ellos. Vent se acercó a ellos pensativo y miró a ambos con preocupación, suspiró ampliamente y lanzó una pregunta que todos deseaban hacer.
-¿Y ahora qué? -lo preguntó Vent con voz distorsionada por los nervios de haber escuchado a aquel oscuro ser, mientras sus dedos repiqueteaban sin parar sobre su cinturón de forma nerviosa. -¿Cuál es el siguiente paso?
-Capturamos a todos los Regs que podamos y les quitamos el chip de sus cabezas -respondió Dex con tranquilidad, mirando a ambos con un plan en mente.-Separa uno de los muertos y vístelo como un Jedi, para luego meterlo en un sarcófago criogénico -ordenó señalando al grupo de cadáveres que estaban saqueando sus hombres. -Que su rostro no sea reconocible y prepara el mayor número de soldados, tenemos dos días hasta que nuestra nave venga a recogernos nuestra nueva nave.
Inda y Vent asintieron levemente entendiendo el plan de Dex, engañar a los clones de la nave de recogida y tomarla con el ejército de soldados clon presos y Regs liberados de la influencia de los chips, alejándose de ese sistema y de los ojos de la República en manos de los Siths. Dex suspiró y miró una vez más al cadáver de Marcus, este tenía razón en sus palabras, no era un buen soldado, era un superviviente y por eso él seguía vivo para seguir luchando por lo que creía justo.
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