El resurgir de la oscuridad

Su mundo se había derrumbado en segundos, dos disparos habían matado a los padres de Bruce ante sus ojos, podía escuchar el retumbar de los disparos en el callejón y la risa cruel de su asesino. Sus piernas temblaron y cayó de rodillas sobre el sucio empedrado del callejón, manchándose con la sangre de sus agonizantes progenitores y sintiendo la sombra del asesino sobre él. Un grito de ira salvaje salió de su garganta, impelido por una rabia insana el joven Bruce se abalanzó contra el asesino, en un intento desesperado de venganza y justicia por la brutal muerte de sus padres. El asesino se río dejando salir el hediondo olor a alcohol de su aliento y empujó al niño, arrojándolo al charco de sangre de los cuerpos fríos de sus víctimas y lo pateó sin piedad alguna. El dolor de las patadas en su estómago y costillas, dejó sin aliento a Bruce, quedando tirado sobre el empedrado y empapado en sangre, esperando morir como un animal acorralado. Una risa cruel se mezcló con el tronar de los disparos, Bruce vio los fogonazos del arma y espero una muerte dolorosa que no llegó, pasados unos segundos abrió los ojos y ante él flotaba un anillo luminoso de un amarillo tan intenso como el sol, que había detenido los disparos del asesino.

-Bruce Wayne de la Tierra, has sido elegido -la voz sintética y carente de vida resonó en la cabeza de Bruce. -Reclama este anillo y sé el miedo encarnado, toma tu lugar en los Siniestro Corps.

-Si, nunca más tendré miedo... yo seré el miedo -sin dudarlo, Bruce cogió el anillo y se lo coloco, escuchando a la voz de anillo en su cabeza recitando un juramento sin parar y obligándolo a repetir esas palabras. -En el día más oscuro, en la noche más brillante, teme a tus miedos hechos luz. Que aquellos que pretendan oponerse a lo que es bueno, ardan como mi poder: ¡La luz de Siniestro!

La luz cubrió el cuerpo del muchacho, transformándose en un traje negro y amarillo, su rostro estaba cubierto por una máscara en forma de murciélago, sus ojos ardían como fuegos fatuos y flotaba a pocos centímetros del suelo, mientras su capa negra se agitaba por viento inexistente. El asesino retrocedió con el arma en la mano y disparó contra la figura luminosa que había sido su víctima. Bruce alzó su mano derecha y del anillo surgió un escudo de energía amarilla que paró las balas, una sonrisa apareció en sus labios, se sentía poderoso y saboreaba el miedo del asesino de sus padres. Avanzó flotando lentamente hacia su enemigo, haciéndolo retroceder y disparar su arma, hasta quedarse sin balas y arrinconarlo como una rata.

-Es hora que sientas el miedo y de tu castigo…-la voz de Bruce sonó fría e inclemente, mientras decenas de murciélagos de luz amarilla salieron disparados del anillo, envolviendo a su víctima y mordiéndolo sin parar. -Disfruta de tu tormento... y recuerda, volveré a por ti, mira en la oscuridad cada noche.

El asesino salió corriendo sin dejar gritar de terror del callejón, envuelto en aquellas bestias de luz que lo arañaban y mordían de forma inclemente, ante la atónita mirada de los transeúntes que se apartaban asustados. Bruce sonrío y miró el anillo, había recibido un poder para imponer el orden y ser el miedo de aquellos que desafiaban a los más débiles. Sintió la llamada, una energía poderosa ligada al anillo lo reclamaba más allá de la Tierra en las lejanas estrellas y era una orden que no podía rechazar. Alzó su puño con el anillo y se elevó en el cielo, ascendiendo y dejando atrás la ciudad de Gotham, Estados Unidos y la Tierra. Bruce Wayne ya no existía, solo quedaba Batman, el caballero del miedo y volvería un día para poner orden en su mundo.

Dos décadas habían pasado y la Tierra seguía en caos, incluso había ido a peor de lo que podría imaginar. Gotham era una ciudad sin ley, transformada en una prisión aislada donde se arrojaba a lo peor de la humanidad. Héroes y villanos peleaban sin importar los destrozos que ocasionaban, naciones de leyenda como Themisyra y Atlantis estaban en guerra con un mundo gobernado por dictadores como Lex Luthor y Vándalo Salvaje, que se escudaban en sus cargos electos para tener inmunidad. Era la hora, él era el nuevo líder de los Linternas Amarillos, reclamaría su mundo de origen y demostraría que era más duro e inclemente que el fallecido Siniestro. Batman miró a su ejército, compuesto por centenares de Linternas Amarillas de diferentes mundos y razas, desde los Kryptonianos del general Zor hasta los hombres halcón de Thanargar estaban bajo su estandarte. Todos habían sufrido el dolor y el miedo, por culpa de héroes incompetentes como el cuerpo de Linternas Verdes, los temibles genocidios de los Manhuanters, de ser encerradas sus ciudades en botellas como trofeo para Brainiac, esclavizados por bandas de piratas y las incursiones de Apokolips en busca de mundos que destruir. 

-¡Batman!¡Batman!-rugieron los Liternas Amarillos, golpeando su pecho y la marca de la linterna dentro del emblema del murciélago grabado en sus uniformes, mientras flotaban en formación ante el planeta Tierra. -¡Somos el miedo! ¡Somos el orden de hierro!

-Hoy estamos aquí para traer orden en el universo y empezaremos en la Tierra -Batman señaló con un dedo el planeta que se alza ante ellos.-Este mundo será el punto de inicio de una nueva era. ¡Somos el miedo! ¡Somos los Batmans Corps! ¡Enseñadles lo que es el verdadero terror!

Con esa proclamación, los Linternas Amarillos y el resto de tropas de apoyo se lanzaron al ataque, descendiendo desde órbita desplegando una miríada de terrores y miedos sobre un mundo en caos, lleno de miseria e injusticias. Batman miró hacia atrás, como si hubiera escuchado una risa siniestra y perversa en la lejanía, tras negar un instante descendió para comandar a sus huestes en aquella conquista para sumir el universo bajo su orden de terror. Más allá de aquel universo una titánica figura hecha de negrura absoluta se volvió a reír, el Caballero más Oscuro se relamió complacido al conseguir retorcer otro universo y sumirlo en la oscuridad. Había sido él, quién había arrojado un anillo de los Linternas Amarillos a aquel callejón y truncado el destino de aquella versión de Bruce Wayne. Abrió sus fauces y absorbió la oscuridad que emanaba de aquel universo, igual que un hombre sediento bebé agua desesperando de río de agua salvaje.

-Pronto... muy pronto estaré restablecido…-gruñó como un animal furioso, al recordar como Wonder Woman lo había destrozado en pedazos, hasta casi matarlo por completo y arrojando sus pedazos al vacío entre universos.-Cuando tenga de nuevo todo mi poder y mis nuevos universos oscuros, me vengaré de ella y hundiré a toda la creación en la oscuridad para siempre.

Soltando una risa cruel, se apartó de aquel universo corrompido y flotó ocultándose en la oscuridad que separaba los diferentes universos, buscando una nueva presa que pervertir y retorcer a sus deseos dementes. Su mirada se clavó en un universo, dónde la Tierra seguía anclada en la edad media, un lugar en el que los mitos, leyendas y supersticiones caminaban entre los humanos. Lo observó con interés, viendo a Bruce Wayne como el hijo de un rey caído y bajo el reinado de Kryptonianos supervivientes. Sonrío y clavó sus colmillos en aquel universo, arrojando una esquirla de su propia oscuridad hacia los frondosos bosques de Gotham. Aquel pedazo de oscuridad cristalizada cayó como un meteorito rasgando el cielo, formando un enorme cráter y desintegrando todos árboles en quinientos metros al impactar contra el suelo, sobresaliendo de su centro como un monolito de obsidiana que irradiaba un aura siniestra. La semilla estaba plantada y la oscuridad crecería como un tumor, ahora solo faltaba que el Bruce Wayne de ese patético mundo cayera en la trampa. Lo hundiría en las fauces de la oscuridad para retorcerlo y darle una forma cruelmente retorcida, solo era cuestión de tiempo y el Caballero más Oscuro podía esperar una eternidad para que eso sucediera.

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