Oportunidad de redención.

 


Las altas torres se alzaban como un bosque de árboles centenarios, rematadas con poderosas piezas de artillería capaces de derribar una barcaza de batalla. Los muros de la fortaleza tenían formas intrincadas para desviar los disparos, parapetos de vigilancia y posiciones artilladas con cañones de batalla y armas antiaéreas que asomaban como si fuera la piel de un erizo. Al nivel del suelo, centenares de trincheras excavadas en la dura superficie de aquel planeta lleno de Legionarios de los Guerreros de Hierro, formaban una red de arterias de las que la colosal y demente fortaleza era su corazón. Campos de minas, hoyos trampa con estacas capaces de empalar a un Astarte y telarañas de alambre de espino hacían imposible acercase a cualquier asediador sin sufrir millones de bajas. En el interior de aquella fortaleza demoníaca, se conformaba un laberinto de pasillos llenos de trampas que cambiaba cada doce horas, barracones de tropas eran fortalezas autónomas con sus propias fábricas de armas, de armaduras y comida para poder resistir el máximo tiempo posible al asalto de asediantes. En lo más profundo de aquel fortificado lugar se encontraba una sala oculta, allí descansaba el cerebro de aquella arquitectura de defensa y asedio, un centauro bestial de metal, ceramita y carne demoníaca, conectada a cientos de cables de datos que enviaban un mar de información, que era filtrada por tres abominables inteligencias artificiales, instaladas en los implantes biónicos para darle el estado de la galaxia al cerebro del Primarca Demoníaco Perturabo y saber qué sucedía más allá de su sala de control. 

-Qué irónico...-la voz de Perturabo sonó con un tono mecánico y con trazas robóticas al salir de su yelmo en forma de calavera.-Hace diez milenios le espeté a Angron que era un esclavo del Caos... y tras la Herejía de Horus yo me he convertido en lo mismo que él.

Perturabo llevaba encerrado diez milenios en el interior del corazón de la fortaleza, había reflexionado en soledad sobre sus actos desde que apareció en Olympia, hasta su llegada aquel mundo demonio. Sin que nadie de sus hijos lo vieran, solo comunicándose con ellos por transmisiones a través de los canales de mando, estudiándolos y viendo cómo incluso su Legión caía en las garras del Caos, convirtiéndose en esclavos de los Dioses sin saberlo. Una carcajada amarga resonó en aquella bóveda, la caída de Olympia había sido orquestada por los agentes de Lorgar para que se uniera a la rebelión contra el Emperador, aquel bastardo cobarde había ido corrompiendo al Caos hasta al mismo Señor de la Guerra Horus Lupercal. Podía haber mantenido a toda su Legión en aquel planeta y que no siguieran al Saqueador en sus Cruzadas Negras, pero había decidido dejar que sus hijos cometieran sus propios errores y aprendieran de ellos si no habían caído demasiado bajo.

-Tú mismo has caído demasiado bajo, solo tienes que mirarte -se reprochó así mismo Perturabo, apretando con sus poderosas manos el martillo demonio y soltando un largo suspiro. -Tan inteligente te creías y has necesitado diez milenios para darte cuenta, estúpido.

Su tozudez había sido una de sus virtudes, pero también su mayor defecto, que se había mezclado con la envidia a su fallecido hermano y contraparte, Rogal Dorn. Había sido un estúpido y había elegido el peor bando posible, recordaba como en la guerra de la Herejía de Horus y en el asedio a Terra había tenido que mantener unidas a las diferentes Legiones Astartes con intereses diferentes y caídas en la locura del Caos. Ahora el ciclo se estaba repitiendo a manos del Saqueador, la galaxia estaba divida en dos por la Cicatrix Maledictum y los Primarcas Demoníacos marchaban bajo su estandarte, para reclamar un Imperio dividido. Los datos filtrados volvieron a ser enviados a su prodigioso cerebro por las aberrantes inteligencias artificiales, mostrándole nuevos patrones y el regreso de Lionel, la resurrección de Guilliman y los nuevos Astartes Primaris para enfrentar a la amenaza del Caos y los Xenos. Una imagen se mostró en sus retinas, Guilliman poseído por el propio Emperador y derrotando a Mortarion, quemando el Jardín de Nurgle y hablando de una posible redención para aquel Primarca Caído. Una chispa brilló en su interior y una duda anidó en su cerebro, clavándose como una espina imposible de quitar. ¿Era posible ser salvados de la oscuridad en la que habían caído sus hermanos y él mismo? Unos pasos acorazados lo sobresaltaron y lo sacaron de sus pensamientos, las lentes de su casco enfocaron buscando al intruso y sus manos se aferraron al martillo. 

-Seas quién seas, has entrado al lugar equivocado… -la amenaza de Perturabo murió en sus labios, al ver la enorme figura acorazada de color amarillo y dorado, el envejecido rostro serio devolviéndole una mirada severa.-No…no puede ser… estás muerto, Dorn.

Rogal Dorn, Primarca de los Puños Imperiales y Pretoriano del Emperador, edificador de defensas y del propio palacio imperial. Se alzaba ante Perturabo como una estatua inmóvil, enfundado en su servo-armadura artesanal amarilla y dorada, su mano derecha era un implante biónico y su rostro augusto apenas había envejecido, su pelo cortado a cepillo totalmente blanco parecía plata brillante y sus ojos estaban cargados de un poder sobrenatural. Perturabo tembló de miedo, al sentir el poder que emanaba de los ojos de Dorn, era el mismo poder que hizo arrodillarse a toda una Legión de Astartes y a un Primarca en Morcharia, el propio Emperador lo observaba a través de los ojos de su hermano y lo juzgaba silenciosamente. 

-Padre...-la voz de Perturabo tembló al pronunciar aquella palabra, mientras soltaba su martillo y se tumbó sobre sus cuadrúpedos miembros. -¿Vienes a acabar conmigo usando el cuerpo de Dorn? ¿O solo a burlarte al ver cuánto he caído?

-Has estado casi diez milenios aislado de todo y todos, Perturabo -la voz que salió de Dorn no era la suya, era la de un ser mucho más antiguo y poderoso, pero familiar para Perturabo, era la voz del Señor de la Humanidad y su Padre, el Emperador.-Has reflexionado y visto tus errores en perspectiva, viendo cómo has caído hasta lo más profundo de la oscuridad y aun así hay una oportunidad para ti -la mano protésica de Dorn se alzó mostrando tres dedos ante el yelmo de Perturabo. -Tres futuros entre los que escoger. Quedarte aquí para toda la eternidad encerrado, siendo prisionero de tus fallos y pecados. Morir a mis manos y acabar con tu existencia maldita, dándote el descanso eterno de la muerte o enfrentar a tus pecados y alzarte fuera de la oscuridad a nuestro lado.

La respiración de Perturabo se aceleró, resonando como un quejido distorsionado por el altavoz de tu casco, la posibilidad de morir era tentadora y sería libre de todo. Pero en el fondo de sus corazones gemelos sabía que eso no es lo que quería, la redención que le estaba ofreciendo su Padre era la atención que se le había negado durante la Gran Cruzada y que le había impulsado a un estúpido resentimiento, cayendo en la trampa de los Dioses del Caos. Era el momento y el lugar, una oportunidad única y que no volvería a ser ofrecida, debía escoger y dejar de lado sus resentimientos. Las tres aborrecibles inteligencias artificiales discutían en su mente, ninguna quería la opción de la muerte y rugían que él era el Señor de Hierro, que debería demostrar lo poderoso que era a su Padre en su nuevo estado exaltado por el Caos. Usando toda su fuerza de voluntad las mandó callar, sabía que aquellas inteligencias artificiales solo buscaban su supervivencia y no el bienestar de su anfitrión, alzó su cabeza cubierta por el casco y sostuvo tozudamente la mirada a su Padre.

-Sácame de la oscuridad, sálvame como le ofreciste a Mortarion -la voz de Perturabo fue una súplica desesperada, ansioso por romper las cadenas que lo ataban como esclavo de la oscuridad.-Haz lo que tengas que hacer, pero ayúdame a ganarme mi redención, Padre.

-Que así sea, Perturabo -respondió de forma solemne la voz del Emperador a través de los labios de Dorn, envolviendo en luz dorada el cuerpo del señor de los Puños Imperiales y cambiando hasta tomar la forma del Señor de la Humanidad.-Que la luz te envuelva y el fuego purifique tu alma, hijo mío.

De los dedos del Emperador salieron disparados un mar de rayos eléctricos, que golpearon la monstruosa forma acorazada de Perturabo. Un rugido de agonía atroz salió de la rendija de voz del yelmo del Primarca Demonio, mientras de su interior emergió una mano y luego otra, saliendo de su corrupta mezcla de metal y carne demoníaca el alma incorrupta de Perturabo, igual que un nadador que emergiera del oscuro y tortuoso mar. Los rayos del Emperador quemaron de forma sistemática las hebras de oscura corrupción que se intentaban aferrar al alma de Perturabo, para mantenerlo encerrado y atado en la oscuridad de su recipiente demoníaco. La mano izquierda del Emperador agarró la mano derecha de Perturabo y tiró con todas sus fuerzas, arrancando el alma prisionera de su jaula de metal, ceramita y carne corrupta. El cuerpo de Primarca Demoníaco que derrumbó, igual que una marioneta a la que le cortan los hilos en el centro de la sala con un estrepitoso ruido metálico. Con la ayuda del Emperador, Perturabo se puso en pie y vio con asombro como los huesos, órganos, músculos y piel crecían por el toque de la energía de su padre, reconstruyendo su cuerpo original e incorrupto de Primarca. Mareado cayó de rodillas, sin dejar de mirar sus manos con asombro y una cargada salió de sus labios. Alzó sus ojos para mirar a su padre, pero este se había ido dejando solo a la ceñuda figura acorazada de su hermano, Rogal Dorn empuñando dos espadas de energía como si fuera un ángel vengador. Perturabo agachó la cabeza, esperando el justo castigo que merecía por sus crímenes, pero este no llegó, en vez de eso vio la empuñadura de una de las armas siendo ofrecida por Dorn que sonreía débilmente.

-Arriba, Perturabo... esto no ha acabado -dijo con voz suave Dorn, desviando la mirada al antiguo y corrupto cuerpo de su hermano alzarse rugiendo como una bestia furiosa. -Es hora de luchar juntos codo con codo como antaño, hermano. Tenemos un demonio que matar.

-Sí, es hora de enfrentarse a mi lado más oscuro -asintió Perturabo alzándose desnudo con el arma de energía entre sus manos crepitando y con su mirada fija en el horror que había sido. -Es hora de demostrar quién es el verdadero Señor de Hierro, prepárate a morir criatura.

La masa de carne demoníaca, metal, ceramita e implantes biomecánicos se levantó, rugiendo como una bestia enloquecida y haciendo girar sobre su cabeza el enorme martillo demonio con sus manos acorazadas, el cañón gatling y el lanzamisiles tormenta de sus hombros se movían ansiosos a la búsqueda de enemigos que matar. Decenas de mecandritas salían de su espalda y se agitaban como serpientes vivas, azotando el aire a su alrededor de forma salvaje. Dorn y Perturabo se lanzaron al ataque hombro con hombro, lanzando una miriada de ataques, esquivando los golpes de martillo y cortando los mecandritas con tajos certeros, mientras la furiosa bestia demoníaca rugía de odio y los insultaba con una voz compuesta de tres tonos sintéticos diferentes. Furiosa la criatura se lanzó a la carga como un toro, arrancando los cables de conexión y control de la fortaleza conectados a la superficie de la servo-armadura corrupta, en un intento de aplastar con su enorme masa a sus enemigos y despedazarlos con las garras de sus extremidades inferiores. Dorn se echó a un lado y Perturabo rodó por el suelo, esquivando ambos a la monstruosidad acorazada y luego saltando ambos sobre su espalda, clavando sus espadas de energía y atravesando su espalda, mientras la criatura reventaba la pared en su embestida y hacía saltar trozos de rococemento y ladrillos saliendo a uno de los cambiantes pasillos. Ambos Primarcas colgaban del mango de sus espadas, Dorn alzó su mano izquierda biónica despegando el cañón de una pistola de fusión y disparó contra las junturas de la cadera, el rayo de energía derritió las placas de ceramita dejando a la vista un entramado de claves y servomotores. Perturabo sin pensarlo dos veces metió su mano libre en el agujero y tiró con fuerza arrancando fibras motoras, tenido neuronal sintético y claves de energía, la bestia perdió pie al cortarse la energía motora de sus piernas y cayendo hacia delante, arrojando por los aires a los dos Primarcas con su armas empuñadas. 

El suelo crujió por el golpe del impacto de los dos superhumanos, que se levantaron de un salto con las espadas en la mano y vieron como aquella monstruosidad demoníaca apuntaba contra ellos con su cañón gatling y su lanzamisiles tormenta. Al otro extremo del pasillo una treintena de Guerreros de Hierro aparecieron y se lanzaron contra aquellos intrusos. Dorn y Perturabo se miraron a los ojos y asintieron en silencio lanzándose a la carga contra los Legionarios Traidores, usándolos como escudos vivientes de las armas del cuerpo del Primarca Demoníaco. La confusión se extendió entre los traidores al reconocer a Perturabo y al ver a Dorn abrirse paso entre ellos, segando miembros sin mirar atrás como si fueran un barco en mitad de la tormenta. Detrás de ellos, la monstruosidad demoníaca abrió fuego, los misiles tormenta hicieron saltar en pedazos a la primera fila de Astartes Traidores y el cañón Gatling redujo a pulpa sangrante a los demás, en un intento furioso de intentar acabar con ambos Primarcas. Dorn y Perturabo se refugiaron tras la esquina del final de pasillo, estaban empapados de sangre corrupta de los Guerreros de Hierro y jadeaban por el esfuerzo de haber escapado de las armas del antiguo cuerpo corrupto de Perturabo.

-¿Alguna brillante idea de cómo derribar a tu antiguo cuerpo, Hermano? -la pregunta salió con una sonrisa de los labios de Dorn y apoyó su acorazado cuerpo contra la pared. -Tú construiste este lugar tendrás algo que podamos usar.

-Soy un maestro de asedio -asintió Perturabo, llenó de emoción al no sentir odio en la voz de Dorn hacia su persona y pulsó un ladrillo de la pared, desplegándose ante ellos un panel de control oculto. -Activaré las defensas automáticas del pasillo, una torreta tarántula con dos cañones láser y dos servidores de disparo equipados con cañones bolters. En cuánto empiecen a disparar, cargaremos contra esa abominable ser que fui y le daremos muerte, mientras está distraído destruyendo las defensas del pasillo.

Tras teclear los comandos de órdenes, dos servidores lobotomizados cargando un Bolters Pesado salieron de dos cuartos laterales ocultos y en el techo se desplegó una torreta Tarántula con cañones láser acoplados. La bestia demoníaca acorazada rugió de ira y dolor cuándo los disparos de láser y Bolters pesados impactaron fundiendo y destrozando placas de ceramita corrupta de su armadura. Dorn salió rugiendo a toda velocidad con Perturabo detrás de él, mientras la criatura demoníaca disparaban todas sus armas destruyendo la torreta tarántula y reduciendo a pulpa a los servidores. La criatura se fijó en los Primarcas y se preparó para defenderse, pero ya era tarde, pues habían acortado la distancia que los separaban y se preparaban para dar su ataque contra él. Perturabo dio un salto sobre los hombros acorazados de Dorn, usándolo como trampolín para dar un segundo salto con la espada apuntando al rostro de su antiguo cuerpo, mientras su hermano alzó su espada atravesando las placas dañadas de servo-armadura demoníaca. El arma de Perturabo golpeó sin piedad destrozando el casco en forma de cráneo de hierro y partiendo en dos mitades la cabeza del demoníaco ser, a la vez que Dorn aplicó todo su peso en su espada atravesando la dura carne demoníaca hasta atravesar los corruptos corazones de su enemigo. El antiguo cuerpo demoníaco de Perturabo tembló y explotó, arrojando por los aires a los dos Primarcas y haciéndolos golpearse brutalmente contra el suelo, entre una lluvia de carne demoníaca ardiendo y metal fundido. Ambos hermanos se sentaron y se miraron heridos, para luego empezar reírse de forma frenética por lo que acababan de hacer. Las alarmas sonaron por toda la fortaleza enloquecida, sus armas disparaban indiscriminadamente contra sus anteriores señores, gas letal era liberado en los bastiones y zonas enteras explotaron al activarse los sistemas de autodestrucción, aquel lugar estaba condenado e iba a llevarse consigo a todo y todos los que contenía en su interior.

-Es hora de salir de aquí, hermano -dijo Dorn levantándose y mirando a Perturabo con determinación.-Activaré la baliza de teletransporte y nos iremos de este maldito mundo. ¿Estás listo para empezar el camino de la redención?

-Lo estoy, vámonos de esta prisión que construir a mí alrededor -asintió levemente Perturabo, quedándose junto a Dorn para que pudieran salir de aquel mundo.-Activa la baliza y salgamos de aquí de una maldita vez, hermano.

Dorn activó la baliza, sus cuerpos fueron reducidos a átomos, cruzando a la velocidad de la luz la distancia entre la fortaleza y la nave oculta en órbita entre los restos de decenas de naves destruidas de traidores que anteriormente habían creído poder asaltar con éxito el planeta demonio de los Guerreros de Hierro. Los átomos de los dos Primarcas fueron reorganizados y unidos, devolviéndolos a su estado de antes del teletransporte sobre las frías losas de una oscura sala de la nave de Dorn. El olor a incienso quemado y las oraciones al Omnissiah, les indicó que el salto había sido un éxito y que estaban en un lugar seguro. Perturabo se sentó y aspiró profundamente los aromas, sabiendo que era libre de las cadenas del Caos y se le había dado una oportunidad para hacer algo significativo con su vida, conseguiría la redención de sus pecados y faltas salvando a la humanidad, pues había sido reforjado y liberado de todo óxido que se había aferrado a sus corazones, para cumplir un propósito superior que el Caos y los celos le habían negado anteriormente.

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