El sol relumbraba sobre el espejo cristalino en que se había transformado el desierto del Sáhara, el fuego del Fénix había derretido las dunas de arena transformándola en cristal reluciente. Las ancestrales piedras de las tumbas, templos, pirámides y de la esfinge se habían ennegrecido por el calor y fundido, hasta vitrificarse y brillar como oscura obsidiana. Bajo las oscurecidas pirámides había oculta una instalación tan antigua como ellas, creadas por tecnología alienígena olvidada y el ingenio de un solo ser conocido como Apocalipsis. Laboratorios de desarrollo tecnológico se mezclaban con campos de cunas de gestación genética, armerías llenas de armas avanzadas se intercalaban con salas enormes llenas de cápsulas de éxtasis criogénico y campos de entrenamiento avanzado.
En la cámara central circular había colocados siete tronos de piedra negra, un enorme cristal de cuarzo blanco salía del techo y daba una tenue iluminación, dejando que se vieran los rostros cubiertos en sombras de los siete hombres sentados en los tronos. Apocalipsis observó a los otros seis genetistas que lo miraban, esperaban escuchar la propuesta que tenía para ellos. Sus ojos recorrieron uno a uno a las figuras envueltas en sombras sopesándolas, Henry McCoy también conocido como la Bestia, científico, ingeniero, héroe y recientemente genetista loco, que estaba acuclillado sobre el respaldo del trono. Su cuerpo cubierto de pelo azul tenía ahora un tono ceniza y su mirada era calculadora. A continuación estaba Nathaniel Essex, el genetista mutante de dos siglos de antigüedad, conocido por todos como Mr. Siniestro, enfundado en su armadura tecno-orgánica y sonriendo con su pálido rostro. El siguiente de aquella reunión en las sombras era una figura delgada, vestía un mono naranja y negro, su enorme cabeza verde dejaba ver un cerebro desproporcionado, el ser gamma y creador de monstruos radiactivos conocido como el Líder asintió levemente con la cabeza. Un siseo reptiliano salió de los labios del que fuera una vez el doctor Curtis Connor, ahora transformado en una enorme bestia escamosa conocida como el Lagarto, que agitaba su larga cola nervioso vestido con ropas destrozadas.
Apocalipsis suspiró y siguió estudiando al resto de su concilio, posando su mirada en un cuerpo sintético sin cabeza, donde el rostro holográfico de Armin Zola miraba a los científicos maníacos que le rodeaban, desde la pantalla de su pecho. El último estaba enfundado en un traje totalmente negro y llevaba un largo casco echado hacia atrás, su sonrisa era cruel y demente de otra dimensión de Reed Richards conocida como The Maker. Todos eran expertos en genética o clonación, mentes brillantes a la vez que dementes con sus propios planes y agendas. Apocalipsis debía convencerlos de atraerlos a su proyecto, de que iban a tener poder y vía libre para hacer sus dementes experimentos sin limitaciones, para conseguir algo parecido a fidelidad, pues sabía que todos en esa sala no dudarían en apuñalar por la espalda a los demás si eso implicaba más poder. Se levantó de su trono, su cuerpo acorazado relumbró ante la tenue luz y su rostro gris parecía hecho de granito, avanzó hasta el centro del círculo y se preparó para dar su discurso.
-Sed bienvenidos a mi santuario, hermanos -la voz de Apocalipsis retumbó en la sala, mientras notaba todas las miradas puestas en él.-El mundo ha sido purificado con el fuego ardiente del Fénix y ahora deberíamos ser libres para moldearlo a nuestra imagen -pudo sentir el hambre de ambición en el rostro y si desconfianza de los otros, sus miradas mostraban sus mentes planificar como remodelar aquel mundo arrasado y poder gobernarlo. -Pero por desgracia, no somos los únicos en sobrevivir al fuego purificador. Solo juntos podemos vencer a nuestros enemigos y alzarnos sobre ellos, para crear el mundo de nuestros sueños.
-¿Qué importa si unos pocos necios han sobrevivido?-preguntó Zola con un tono mecánico y casi riendo.-Tengo un ejército de creaciones genéticas sin mente listas para acabar con cualquiera que me amenace y supongo que los demás también.
-Steve Roger y un grupo de vengadores han sobrevivido, Zola -Apocalipsis contestó con calma, sonriendo levemente al cuerpo sintético del antiguo científico de Hydra.-¿Cuántas veces te ha derrotado desde la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad? No contestes, han sido demasiadas.
-Déjate de juegos, En Sabah Nur -susurró The Maker recostándose en el trono de piedra y sonriendo levemente, ante el desafío mental que Apocalipsis suponía para él. -Di quién ha sobrevivido y como pueden afectar nuestros planes, tal vez así tendremos una visión más amplia de por qué debemos unirnos a ti.
Claro, será un placer informaros a qué peligros nos enfrentamos…-Apocalipsis asintió al notar la sonrisa de complicidad de The Maker, sabía que lo había convencido al menos de momento.-Latveria y su cruel regente el Doctor Doom, rechazó unirse a nosotros y usará todos sus recursos en invadir los que nos pertenece. Un grupo de vengadores encabezados por el Capitán América y Lobezno han creado un asentimiento de humanos y gigantes de hielo-al pronunciar el nombre del salvaje mutante, pido notar como la Bestia palidecía, pues había estado jugando con la mente de Lobezno y creando clones de él, para que fueran sus asesinos personales.-Una plaga de Hulks se esparcen por los antiguos Estados Unidos como un cáncer. Wakanda se ha lanzado la colonización de África, mientras que los mares son un peligro por qué Atlantis ha empezado a reclamar las playas del mundo y en las ruinas de Genosha, los Centinelas fabrican nuevos tipos de robots cazadores para generar un mundo de máquinas. ¿Os parecen pocos enemigos para unirnos, amigos míos? Una guerra pro este mundo agonizante se perfila en el horizonte y juntos podemos ganar, separados nos extinguiremos.
Un silencio sepulcral llenó la cámara, las amenazas eran muy reales y ninguna de ellas sería fácil de detener en solitario. Todos miraron a Apocalipsis, el miedo y la ambición batallaba en sus mentes, pues ninguno quería acabar como esclavo del ancestral supremacista mutante. Apocalipsis sintió sus dudas y miedos, sabiendo que solo había una manera de que se le unieran, complacer sus ambiciones desmedidas y poder acabar con sus enemigos de forma permanente.
-Los peligros que nos dices son muy reales -siseó el Lagarto que una vez fue Curtis Connor, mientras agitaba su cola de forma ansiosa y miraba con sus ojos amarillos a Apocalipsis, pasando su lengua bífida por sus amarillos colmillos de forma amenazante. -Pero todos los aquí reunidos conocemos tu forma de actuar y que no eres de fiar. ¿Cómo sabemos que no nos traicionaras en cuánto puedas? ¿Qué ganaremos con ayudarte?
-No gano nada traicionando a este cónclave -respondió Apocalipsis sosteniendo la mirada al Lagarto, para proponer su oferta.-En cambio, tengo mucho que dar, serás el regente de la Tierra Salvaje donde los Dinosaurios y bestias prehistóricas viven, además de la Antártida y Groenlandia, para que puedas crear tu propio reino reptiliano. Os daré un continente a cada uno de vosotros también, Europa para The Maker, Asia para el Líder, Norteamérica para la Bestia, Sudamérica para Míster Siniestro y para Zola las islas del Pacífico y Oceanía, yo me quedaré con África. Gobernaremos como el cónclave de la hélice genética, creando una humanidad superior de diferentes castas modeladas por nosotros mismos. ¿Por qué ser reyes cuándo podemos ser Dioses?
Los seis asintieron complacidos ante la perspectiva de ser Dioses y moldear una humanidad a su imagen y semejanza en sus propios continentes. Los sueños de ambición llenaron sus mentes perversas y sonrieron ansiosos por tener sus propios dominios, ser adorados como Dioses y decidir sobre sus propias creaciones como si fueran simples herramientas. Todo el cónclave se levantó al unísono, jurando lealtad a Apocalipsis y el nuevo Imperio Genético que prometía construir para ellos.
-Poned en marcha las máquinas de clonación, los hornos alquímicos y las mezcladoras de genes -rugió Apocalipsis alzando sus brazos acorazados hacia el cristal luminoso de cuarzo. -Vamos a una guerra y lo haremos con un ejército infinito, que ahogará a nuestros enemigos en una marea de carne mejorada e inclemente. ¡Nosotros moldeamos la evolución! ¡Somos los nuevos dioses de este mundo!
Alentados por las palabras del ancestral mutante, los miembros del cónclave salieron a toda prisa para empezar a crear sus abominaciones genéticas e híbridos antinaturales, ansiosos de hambre de conquista y poder. La risa cruel y brutal de Apocalipsis resonó por toda la instalación de satisfacción, su Imperio Genético estaba por alzarse y él sería el gobernante supremo.
Strange se apartó del orbe de obsidiana labrada con sigilos místicos, había visto los planes del Cónclave de la Doble Hélice y pronto chocarían con los de conquista del Doctor Doom, además de con las expansiones de las naciones que buscaban crear un mundo a su imagen. Guerra... esto solo traerá guerra, era lo que veía y los Vengadores con su asentamiento de supervivientes y refugiados gigantes de hielo estarían en medio de aquel conflicto. ¿Wakanda o Atlantis les ayudarían? ¿O aprovecharían el momento para intentar hacerse con el mundo?
Un largo suspiro salió de los labios de Strange, llevaba varios días seguidos observando el mundo sin descansar y encontrando solo amenazas, aun así su deber no había terminado y debía seguir su labor de explorar todo el planeta, para prepararse para la nueva guerra que posiblemente acabaría con lo que quedaba de humanidad si ellos no lo impedían.
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