La imperfecta perfección.


La frialdad de las oscuras cubiertas inferiores de la nave de guerra conocida como el Mercado de Carne, ocultaban los desechos y los rechazados de los experimentos dementes de Fabius Bilis. Un niño empapado en líquido amniótico se incorporó sobre el montón de desechos y residuos orgánicos arrojados por los desagües enormes del laboratorio principal. Su piel era cobriza, su pelo negro y sus ojos del color del latón, su cuerpo no presentaba ninguna deformidad o mutación, pero había sido rechazado por un motivo muy claro, saber que era un clon y no asumir la personalidad de su padre genético, Angron. Sus ojos se adaptaron a la oscuridad y al hacerlo una arcada de asco le subió del estómago, cientos de experimentos fallidos yacían allí muertos en diferentes estados de descomposición. Asqueado el niño avanzó entre los cuerpos y el limo pegajoso, que cubrían aquel antiguo depósito de armas como si fuera una macaba alfombra, en busca de la puerta de salida de aquel osario y de la forma de escapar de la nave del maestro clonador. Se apoyó en el marco de la pesada puerta abierta, recuperando el aliento y mirando el suelo descubrió rastros de pasos frecuentes, no necesitó tener los agudos sentidos de rastreador de Leman Russ para saber lo que significaban, más supervivientes. El niño avanzaba en silencio por los pasillos apenas iluminados por las luces parpadeantes, había arrancado una barra de metal de una vieja mampara de seguridad para usarla como un garrote, pues no sabía lo que se podía encontrar en aquel infernal lugar. Un ruido llamó su atención, era el roer de huesos y el sorber tuétanos, había algo o alguien dándose un festín y temía que posiblemente él fuera el próximo plato en el menú. Se detuvo en seco al pararse los sonidos y su rostro palideció al ver la criatura, qué emergió de uno de los viejos camarotes. La mitad derecha de su cuerpo era desproporcionadamente grande respecto a su otra mitad y estaba cubierta de plumas negras de cuervo, la parte izquierda era de aspecto humano, pero estaba marcada por estigmas de mutaciones en ciernes, su rostro era perfecto y pálido, enmarcado en una sucia melena negra de pelo y plumas, sus ojos eran dos orbes oscuros cargados de hambre y locura a partes iguales. -Corvus...-el nombre se le escapó entre los dientes al niño y alzó su improvisada arma por instinto. -¿Qué locuras ha estado haciendo Bilis? -Traidor... eres un traidor…-la voz del deforme clon de Corvus graznó las palabras como si fuera una ave, para luego mostrar una sonrisa de dientes rotos al niño. -Te devoraremos... Angron... nos daremos un festín con carne, roeremos tus huesos y sorberemos tus tuétanos... ¡Nos haremos más fuerte! El imperfecto clon de Corvus se lanzó a la carga, graznando de furia y avanzando apoyándose en su enorme brazo derecho, igual que un gorila furioso. El niño respiró profundamente y esperó a que su enemigo estuviera casi encima de él, para lanzarse en plancha entre sus piernas y rodar por el frío suelo de metal, se levantó de un salto y golpeó de forma brutal con la barra en la rodilla izquierda del clon deforme, sin parar hasta que crujió al romperse. Furioso por el dolor, el deforme clon se giró y golpeó con su enorme puño la cabeza del niño, luego sacó de su mugroso taparrabos un cuchillo de combate con mano izquierda y se abalanzó sobre su presa, para asesinarlo y despedazarlo pieza a pieza. El niño escuchó el crujido de su nariz al romperse por el golpe y cayó al suelo de espaldas, vio aterrado la deforme criatura lanzarse sonriendo cruel encima de él para apuñalarlo. Desesperado lanzó un rodillazo en las artes de aquel deforme clon y este soltó un grito, dejando caer el cuchillo y llevándose las manos a su entrepierna. Sin pensarlo dos veces recogió el cuchillo y el niño apuñaló el cuello del clon, haciendo salir un chorro de sangre oscura que salpicó sus manos y rostro. El deforme clon de Corvus se derrumbó en el suelo metálico, sus ojos negros se clavaron en el niño clon con odio, mientras sus labios murmuraban una palabra sin parar: "Traidor." -No, hermano -respondió el niño, levantándose y caminando hasta el herido clon deforme, en sus manos aún sostenía la barra de hierro y el cuchillo con fuerza.-No somos nuestros padres, somos clones y algunas parodias deformes, retorcidas y rotas de los originales. -Mientes... Angron -respondió escupiendo sangre la deforme versión infantil de Corvus, mientras su herida empezaba a cerrarse y se iba a incorporar.-Un traidor es un traidor siempre, deben ser exterminados, devorados y sus huesos machacados. -No soy Angron -gruñó enfadado el niño ante la respuesta del otro clon, lanzando golpe tras otro contra la cabeza de su enemigo con la barra de metal, hasta volverla una masa sangrante.-Mi nombre es Gronan y ahora descansa en paz, hermano. Gronan se apartó del deforme cuerpo y dejó caer sus armas, estaba empapado en sudor por el esfuerzo y una arcada de asco salió de su garganta, al ver el cuerpo del deforme clon de Corvus muerto. Sus ojos se apartaron del cadáver y miraron hacia los oscuros pasillos mal iluminados, preguntándose cuantas más de aquellas defectuosas y deformes criaturas habitaban aquella parte de la nave de Fabius Bilis. Suspiró ampliamente y se giró en dirección al viejo camarote del que había salido mutante en busca de algo útil. El suelo estaba cubierto de plumas negras, excrementos y huesos partidos donde les habían sorbido el tuétano, el olor era fuerte un asqueroso, cada paso que daba Gronan en su interior le revolvía el estómago. Una sonrisa apareció en su rostro al ver una taquilla en una de las esquinas del camarote. Se acercó a ella y vio que tenía una cerradura digital de teclado numérico, sin pensarlo dos veces empezó a teclear secuencias de números, sabiendo que solo había nueve mil novecientas noventa y nueve combinaciones para abrirla. Tras tres horas de teclear secuencias, al fin sonó un satisfactorio chasquido de la cerradura al desbloquearse y sin dudarlo abrió la taquilla. En su interior había una túnica púrpura, una tableta digital y un estuche de cuero con útiles usados por un médico o un torturador. Sin pensarlo dos veces se puso la túnica y ajustó su cinturón con bolsillos a su cadera. Agarró la tableta y revisó su contenido, un gruñido de frustración salió de los labios de Gronan, pues la mayoría de su contenido era basura pornográfico que haría vomitar al más pervertido de los pervertidos, solo había tres archivos útiles en su interior: el Tacticus Imperialis, el Medicae Apoteraris y un plano de la nave. Leyó con rapidez los tres archivos y borró los demás decadentes registros, se guardó la tableta de datos, los utensilios médicos y en cuchillo en los bolsillos del cinturón. Sujetando la barra de hierro, salió del cuarto y se internó en los largos y oscuros pasillos, dejando atrás el cadáver y marchando con un objetivo en su cabeza, llegar a las cápsulas de evacuación de la nave y escapar de aquella demente nave. Gronan avanzó durante horas poros silenciosos cuartos y pasillos de aquella sección de la nave. Saqueando los pocos restos de equipo que encontraba ocultos en taquillas, armarios y baúles, para aumentar sus opciones de supervivencia. Había visto seres deformes en la lejanía, que se arrastraban y gemían, ocultándose con una inusitada rapidez al sentir sus pasos. Hasta ahora había tenido suerte y no se había encontrado con ningún otro clon caníbal, por eso había buscado equipo y armas para no ser un objetivo fácil para ninguno de los clones fallidos de Bilis. Un ruido le llamó la atención, al principio era un leve susurro, pero según fue avanzando por los abandonados pasillos, el sonido se intensificó, decenas o centenares de voces y el ruido de lo que parecía civilización. Gronan comprobó su equipo, un pectoral de explorador, que había encontrado en un cadáver reseco, una pistola bólter y tres cargadores de munición, vendas creadas con restos de banderolas de los Hijos del emperador y una granada de humo, además de todo su anterior equipo robado al clon deforme de Corvus. Tras unas horas de pensarlo mucho, decidió acercarse aquel supuesto asentamiento con cuidado, sujetando la pistola bólter en su mano derecha con fuerza como precaución y medida disuasoria. Aquel lugar había sido una cantina, donde centenares de Astartes habían comido en ordenadas mesas tiempo atrás, ahora las mesas de metal y plástico habían sido reutilizadas para hacer chamizos apiñados, las tuberías de comida y agua habían sido reconducidas al centro de la sala, dejando que fluyeran para llenar dos enormes huecos del que tomaban raciones los residentes. Aquel pequeño pueblo estaba lleno de clones y experimentos fallidos de Bilis, que habían sido arrojados a las partes inferiores de la nave como si fueran basura. Podía sentir los ojos de sus moradores al entrar, una risa cáustica resonó sobre uno de los tejados de chapa, por instinto Gronan alzó su pistola bólter y siguió la fuerte de aquella risa. Sentando sobre el tejado de chapa había una figura vestida con ropa hecha de remiendos y teñida de azul oscuro, sobre la que llevaba una larga capa sucia gris que tapaba su brazo izquierdo, si rostro era pálido y afilado, enmarcado en una sucia maraña de largo pelo negro y su sonrisa parecía la de un depredador, sus ojos negros lo miraban con diversión amarga. Fue fácil para Gronan identificar de quién era aquel clon, una réplica juvenil de Konrad Kurze, señor de los Amos de la Noche. -Eres interesante... Angron -dijo con voz áspera el clon de Konrad, acariciando la empuñadura de la garra de cuchilla gemelas que colgaba de su cintura con su mano derecha, igual que si fuera una querida mascota. -Cualquiera habría esperado oírte bramar como una bestia y lanzarte a la carga, en vez de apuntarme con un arma de fuego… -No tengo los clavos del carnicero en mi cabeza y mi nombre es Gronan -respondió Gronan bajando el arma y guardándola en su cinturón, estudiando a aquella versión del Acechante Nocturno con interés. -Supongo que si no hubiera sido de tu interés habrías saltado sobre mí para asesinarme y robarme todo. ¿Verdad, Hermano? -Encima inteligente, creo que Bilis se equivocó al tirarte al basurero -se río el clon de Konrad Curze, asintiendo y levantándose con gracilidad felina.-Puedes llamarme Rad, al igual que tú, sé qué no soy el original. -Bien, Rad -asintió levemente Gronan y sonrío levemente, sabiendo que le estaba ofreciendo sus servicios aquel clon del Acechante Nocturno. -Necesito un guía y tú pareces conocer bien esta zona, agradecería tu ayuda. -Entonces has hecho una sabía decisión, la gran mayoría no son muy amigables por aquí -Rad saltó con facilidad felina del tejado, al hacerlo su capa ondeó como una bandera dejando vista su brazo izquierdo paralizado y atado contra su pecho. -¿Cómo piensas pagar mis servicios, hermano? -¿Qué tal arreglando ese brazo? -respondió Gronan con suavidad y tocando el paquete de instrumental médico que colgaba de su cinturón. -No temas, tengo conocimientos médicos. Llévame a su casa y te dejaré como nuevo. Rad asintió en silencio y empezó a guiarlo por las calles de aquel poblado de chabolas, observando como los clones formaban bandas y miraban a otros como si fueran presas. Incluso allí, entre esa miseria, pudo ver esclavos que trabajaban bajo los látigos de forma cruenta. La gran mayoría eran clones deformes o de Primarcas leales, una bocanada de asco subió cargada de bilis amargo a la boca de Gronan, recordando los ecos de una vida como gladiador esclavo de su padre genético. Al pasar por callejón, los gemidos de miedo y un trío de risas llamó su atención, deteniéndose y observando la escena con el rostro fruncido. Un clon de pelo rubio y rostro bello pese a la suciedad yacía hecho un ovillo en el suelo, mientras era pateado por las versiones adolescentes de un Fulgrim de piel escamosa, un Mortarion esquelético de aspecto enfermo y un Lorgar de pelo tentacular que se agitaba de forma alocada. Sin pensarlo dos veces Gronan desenfundó la pistola bólter y disparó sin piedad, la cabeza del clon de Mortarion reventó como una calabaza, salpicando todo de sesos, sangre y restos de cráneo. El clon de Fulgrim se giró y desató un largo látigo de su cinturón, que alzó hacia Gronan para intentar desarmarlo, a la vez que el clon de Lorgar se lanzó confiado bramando hacia él asiendo una maza tosca. Gronan esquivó la mordedura del látigo y desenvainó el cuchillo de combate para enfrentar al clon de Lorgar, desviando el torpe golpe de maza destinado a su cabeza. Un grito de dolor salió de los labios del clon de Fulgrim, que al bajar la mirada hacia su pecho vio sobresalir dos cuchillas en donde deberían estar sus corazones gemelos. Rad tiró de a empuñadura de las cuchillas gemelas y dejó caer el maltrecho cuerpo de su víctima, para luego degollar al clon en el suelo y observar el combate entre el clon de Lorgar y Gronan. Furioso, el clon de Lorgar lanzó una sucesión de golpes torpes contra Gronan, que desviaba con su cuchillo o los esquivaba con facilidad. De forma mecánica, Gronan disparó contra la rodilla derecha de su enemigo y la bala explosiva cercenó la pierna del clon, arrojándolo al suelo, soltando la maza y aullando de dolor. -¿Por qué haces esto? -pregunto el clon de Lorgar, arrastrándose en dirección a su maza y dejando un rastro de sangre contaminada en suelo de mosaico.-¿Es por la clon de Sanguinius? -preguntó señalando con la mirada a la figura hecha un ovillo tembloroso. -Bilis la tiro por ser defectuosa... como todos. ¿Por qué ayudar a un clon de un lealista, Angron? -Si fueras el verdadero Lorgar, lo sabrías -Gronan lo dijo con un gruñido y plantó un pie sobre la espalda del clon herido, inmovilizándolo y dejando solo a unos centímetros de poder alcanzar su arma.-El verdadero Angron fue un esclavo y sí, tal vez hubiera dejado que torturaran al Ángel, pero yo no soy él para tu desgracia -sus palabras sonaron con frialdad, mientras guardaba sus armas en su cinturón. -Todas tus versiones son patéticas, Lorgar. Eres débil y un cobarde, que juega a manipular a los demás. Con un movimiento rápido, Gronan agarró el tentacular cuero cabelludo del clon de Lorgar, para estamparlo contra el suelo de mosaico de piedra. Los huesos crujieron, la sangre chapoteaba y la carne se destrozaba, mientras la cabeza de su enemigo era golpeada de forma rítmica contra el suelo con brutalidad, hasta ser reducida a una masa informe de carne destrozada. Gronan soltó los inertes tentáculos y limpió su mano derecha con la túnica de su víctima, para luego clavar su mirada en la aterrada niña que lo miraba con los ojos bien abiertos cargados de miedo. Rad la vigilaba de cerca con el arma en su mano derecha aún goteando sangre y riéndose por la escena, saboreando el miedo de la niña que lanzaba miradas desorbitadas a ambos clones. Gronan recogió la maza y se la echó al hombro, avanzó con paso tranquilo hasta la temblorosa niña y sonrío de manera suave antes de dirigirla la palabra. -Levántate y síguenos, pequeña -la orden de Gronan era inflexible y no admitía queja, luego miro a Rad con tranquilidad.-¿Está muy lejos tu casa, hermano? -No, está a dos calles de aquí -respondió Rad guardando sus cuchillas gemelas y señalando hacia adelante al entramado de calles. -Debemos darnos prisa antes que vengan aquí los saqueadores y Devoradores de cuerpos, aquí nada se desperdicia. Gronan asintió y levantó a la niña, agarrándola de un brazo y obligándola a caminar, mientras Rad abría la marcha en dirección a su hogar. Por suerte, el corto trayecto a la morada de Rad fue sin incidencias, mientras escucharon a lo lejos como decenas de bocas hambrientas devoraban los cuerpos de los tres clones muertos. La casa de Rad era un chamizo de techo bajo, si interior olía como un osario y apenas estaba iluminado, apenas tenía un camastro y algunos objetos tirados por el suelo de forma descuidada. Rad se rió levemente al ver la expresión de sus dos invitados y les ofreció sentarse en el suelo, para luego mirar a los ojos a Gronan. -Eres el clon más raro que he visto, no te aferras al pasado de tu progenitor -dijo Rad con cierto respeto en su voz, sin apartar la mirada de Gronan y sonriendo levemente.-¿Vas a cumplir tu promesa? ¿Y a dónde quieres ir? -Sí, voy a cumplir con mi promesa, ahora mismo -respondió Gronan, asintiendo con tranquilidad y aceptando el cumplido hecho por Rad.-Quiero ir a la zona de las cápsulas de salvamento y escapar de esta maldita nave. Puedes venir conmigo fuera de este basurero, antes que Bilis le dé por limpiar este lugar -el ofrecimiento fue sincero y con una sonrisa amable, la primera que había recibido Rad en su vida. -Ahora túmbate en el castro, empezaré a arreglar ese brazo tuyo. Rad asintió con la cabeza y se quitó la capa, dejando a la vista su brazo atrofiado, para luego tumbarse en el camastro y mirar al techo de uralita algo nervioso. Con una delicadeza sorprendente, Gronan sacó y desenrolló el estuche de instrumental médico, cogiendo el spray desinfectante y aplicándolo a sus manos. Los conocimientos de anatomía y quirúrgicos del Medicae Apoteraris fluyeron a su cabeza, gracias a su memoria mejorada podía recordar cada palabra del texto y todos los procedimientos médicos. Guardó el spray y sacó un inyector de viales, para luego colocar un anestésico fuerte en su interior y luego inyectar el frío líquido en el cuello de Rad. Esperó tres largos minutos a que la anestesia hiciera efecto, podía notar la mirada curiosa de la niña observando desde un rincón de la choza. Estiró el brazo de Rad y suspiró, sabía lo que debía hacer, tenía que romper los huesos del brazo para recolocarlos, pinchar con agujas los contraídos músculos y nervios para liberarlos, para finalmente colocar una cédula que mantuviera el brazo luego inmóvil hasta que sanará. La mirada de Gronan recorrió las pilas de tesoros y restos que llenaban el interior en sombras del hogar y una sonrisa apareció en su rostro, al ver un guantelete entero de una servo-armadura. Se levantó y lo observó, el color púrpura había desaparecido y tenía el gris de la ceramita, comprobó que se movía correctamente y lo dejó junto al cuerpo de Rad. Tomó aire y cogió la maza saqueada, la alzó y vio como la niña se tapaba la cara, cuándo golpeó el brazo de su paciente desde el hombro hasta la mano. Gronan sabía que la rapidez era crucial, pues la fisiología de un Primarca repararía rápido los huesos rotos. Arrojó a un lado la maza y empezó a recolocar los huesos rotos de la manera correcta, tras eso fue cogiendo del estuche largas agujas que fue clavando de forma meticulosa a lo largo del brazo, liberando músculos engarrotados y liberando nervios atrapados, para garantizar el correcto movimiento y sensibilidad del mismo. Tras un par de minutos sacó las agujas y limpió con una gasa los pequeños hilos de sangre de las punciones, cogió un rollo de vendas hecho con los restos de una túnica y fue vendando todo el brazo. El sudor perlaba su frente por la tensión y la necesidad de hacer un trabajo, que debía luchar contra una fisiología alterada, finalmente fue colocando las piezas de servo-armadura cubriendo el brazo de Rad y usándolo como cédula para mantenerlo de la forma correcta. -Ya está hecho...-susurró Gronan, dejando dormir por la anestesia a Rad y mirando a la atónita niña clon de Sanguinius. -Ahora tú, ven aquí y déjame tratar tus heridas, pequeña. ¿Tienes nombre? -Yo soy y no soy Sanguinius... - la suave voz de la niña era un suave susurro y se acercó obediente, por miedo a ser golpeada o algo peor. -Pero los otros me llamaban escoria... basura o cosas peores. -Entiendo, entonces te llamaré Ángela -Gronan pronunció el nombre con suavidad y la niña asintió, a la vez que descubría su túnica, mostrando dos muñones destrozados con algunas plumas. -Se han cebado sobre ti, curaré lo mejor que pueda tus alas.


Ángela asintió en silencio, notando como Gronan recolocaba los muñones de las alas y echaba desinfectante primero sobre las heridas y luego las vendaba con delicadeza hasta cubrirlas totalmente. Gronan estaba sorprendido, esperaba lágrimas o gemidos de dolor, pero aquella niña apretó los dientes y permaneció en silencio total hasta terminar de atenderla. Sin poder evitarlo, revolvió el pelo de Ángela con una mano al terminar y sonrío con un leve orgullo por la compostura de la niña.


-No puedo asegurar que tus alas se regeneren totalmente, Ángela -Gronan lo dijo con suavidad, mientras se limpiaba las manos con un trapo y mira a de reojo a Rad para ver su estado. -Habrá que cambiarte el vendaje una vez al día y hacer una cura, si sientes dolor o fiebre dímelo.


-Sí... hermano -respondió Ángela asintiendo con la cabeza y cubriendo su espalda, relajándose y sentándose otra vez en el rincón cubierto de sombras. -¿Me vaís a llevar con vosotros?


-Si, vendrás con nosotros, no te dejaré atrás -una sonrisa amable apareció en el serio rostro de Gronan, recordaba el odio que sentía Angron por Sanguinius, pero él no iba a caer en unos sentimientos no eran realmente suyos. -Ahora eres parte de mi familia como lo es Rad.


Ángela asintió levemente y se acurrucó en su esquina, cerrando los ojos y durmiendo tranquila por primera vez en toda su vida. Gronan sentó en el suelo y empezó a limpiar de forma metódica el instrumental médico antes de enrollar el estuche de cuero y guardarlo en su sitio. Al contrario que sus hermanos, él no podía dormir, tenía que revisar las pilas de materiales y basura que llenaban la choza de Rad, a la búsqueda de equipo, armas y armaduras utilizables por los tres para su viaje a la zona de cápsulas de salvamento más cerca a su posición. Trabajó en silencio, separando materiales durante toda la noche y creando tres montones de equipo, a la espera que sus dos hermanos se despertarán de sus trances curativos. Ángela fue la primera en despertar, se quedó en silencio observando con sus grandes ojos azules como Gronan trabajaba, Rad despertó dos horas después soltando un gemido de dolor y maldiciones por sus resecos labios.


-Joder, como me duele el brazo…-gruñó Rad flexionando de forma inconsciente el brazo acorazado y mirando con algo de enfadado a Gronan. -¿Y por qué estás revolviendo mis cosas, hermano?


-Te duele por qué tuve que romper tu brazo, recolocar los huesos, desbloquear y activar músculos, tendones y nervios, Rad -respondió con una sonrisa divertida Gronan, al verlo flexionar el brazo reconstruido y mover los dedos. -Y la operación ha sido un éxito.... por qué estás moviendo el brazo, no te quites la pieza de servo-armadura, está sirviendo como cédula correctora, para evitar que tu brazo tome una mala posición en tu recuperación. Estoy revolviendo entre todos tus cacharros para equiparnos los tres.


-Está bien…-asintió levemente Rad, mirando su mano acorazada, cerrarse y abrirse con facilidad. -¿Nos vamos a llevar a la niña? Te recuerdo que no vamos de excursión, hermano.


-Primero, se llama Ángela y es nuestra hermana -contestó Gronan con suavidad, posando una mano en la hombrera del brazo blindado de su hermano. -Te estoy dando lo que se negó a nuestros originales, una familia unida, respeto y confianza, Rad -lo dijo con respeto y emoción aflorando de sus labios. -¿Lo aceptas, mi hermano?


-Puede que seas de los pocos clones de esta jodida nave, que se ha librado de las cadenas de los rencores de los Primarcas originales -un tono de respeto salió de los labios de Rad al decir esas palabras y asintió con la cabeza, aceptando la propuesta de Gronan. -Lo acepto, ahora equipemonos y pongámonos en marcha, he tenido sueños funestos mientras me operabas.


Gronan no dijo nada, recordaba la capacidad de Konrad Kurze para ver el futuro y posiblemente Rad habría heredado esa capacidad. Les llevó unas horas equiparse con piezas de servo-armaduras y blindaje tosco, Gronan se había equipado con la maza, un Bólter de diseño antiguo que tuvo que rearmar dos veces y su cuchillo de combate. Rad llevaba colgando de su cintura un par de garras gemelas y una escopeta baqueteada, mientras que Ángela llevaba la antigua pistola Bólter de Gronan y una vieja espada corta de acero que había afilado. Salieron de la choza en silencio, con las armas en la mano y amartilladas, sabiendo que estaban siendo observados por las bandas de los moradores de aquella ruinosa población. Rad iba a la cabeza, guiándolos por callejones poco transitados y cubiertos de sombras, evitando pasar por los dominios de las bandas más grandes y mejor armadas. El tiempo parecía pasar a cuentagotas, los ruidos de escaramuzas y risas crueles resonaban a lo lejos, Gronan sabía que se estaban librando batallas entre los clones por el control de la plaza central, donde estaban ubicadas las fuentes de comida y agua potable. Cuando estaban a punto de llegar a uno de los puntos de acceso, el chirrido del sistema de megafonía de la nave resonó por toda la ciudad y el silencio se extendió como una mortaja, al escucharse la cruel voz de Fabius Bilis.


-¡Hijos míos! -rugió Bilis sobre un estruendo de disparos de Bólter.-Hay intrusos en la nave, Astartes revestidos de negro y con adornos de oro están matando a mis creaciones. ¡Matadlos! ¡Devorad a esos insolentes!


Como si sus palabras fueran proféticas, toda la sala se agitó ante los disparos que las naves de la Legión Negra impactaban contra los escudos de energía del Mercado de Carne. Decenas de chamizos y chabolas se derrumbaron como castillos de naipes y fogonazos de luz azul iluminaron las calles, cuándo escuadras de legionarios se teletransportaron y abrieron fuego contra los clones sin piedad alguna. Gronan maldijo y obligó a su grupo a avanzar, dejando atrás el campo de batalla que era aquella ruinosa ciudad e internándose en los pasillos apenas iluminados. Encontraban cadáveres destrozados cada pocos metros, cuerpos mutantes reducidos a pulpa por ráfagas de Bólter o figuras acorazadas de negro noche y detalles de oro destrozadas sobre montañas de cuerpos. Una cosa estaba clara, aquel lugar estaba condenado y debían huir, para no caer con aquella nave. Tras un avance frenético se detuvieron en el marco de la puerta de acceso de la zona de las cápsulas de salvamento, el olor a sangre derramada y plasma flotaba en el ambiente como indicador de que había sucedido allí un combate reincidente. Rad se asomó con cuidado y vio cinco formas acorazadas de negro y oro, estaban recolectando los cráneos de los muertos y apilándolos para formar una macabra pirámide. Volvió a esconderse y alzó los cinco dedos de su mano acorazada, indicando en silencio a Gronan y Ángela el número de enemigos. Gronan asintió y preparó su Bólter, Ángela agarró con sus dos manos la pistola Bólter, para luego ponerse en posición. Rad sacó de la funda de su espalda la escopeta y sonrío levemente por la adrenalina corriendo por sus venas, para luego señalar con un gesto rápido de una de sus manos que podían atacar.


Salieron en tromba con las armas rugiendo sobre los legionarios negros, dos de ellos fueron derribados por el fuego preciso de los disparos y los restantes se lanzaron a la carga con las hachas sierra rugiendo agarradas a dos manos Rad disparó una descarga de escopeta contra el más cercano y para luego lanzarse en plancha entre las piernas del Astate, rodando el suelo manchado de sangre y desenfundar sus garras gemelas. Gronan arrojó a un lado el Bólter y asió a dos manos su maza, lanzando golpes furiosos y paradas desesperadas contra su enemigo que reía de forma demente. Ángela seguía disparando al enorme Legionario que se cernía sobre ella y desenvainó su espada corta, esquivando los ataques como si danzara alrededor de su adversario con una gracia sobrenatural. El choque de las armas resonaba como el tañir de una campana, mientras las alarmas aullaban con almas en pena, ordenando la evacuación y el peligro de que la nave no podía ser salvada. Gronan intercambiaba golpes sin parar con su enemigo, podía ver colgando de su servo-armadura icono del cruel Dios de la Sangre y de los Devoradores de Mundos, aquel guerrero había sido uno de los hijos despreciados por Angron y obligado a llevar los clavos. Notaba el aura de odio y dolor que rodeaba al Astarte, pese a ello sus ataques se volvían más brutales y difíciles de parar, sabía que debía acabar con ese combate rápido o no siquiera un joven Primarca podría detenerlo. Gronan se agachó esquivando un golpe decapitador y golpeó en la juntura de la rodilla izquierda con la maza, rompiendo la articulación y haciendo caer al suelo a su enemigo, sin pensarlo dos veces descargó frenético su arma contra el casco astado del Legionario, hasta reventar si cabeza como si fuera un melón. A su derecha, Rad había degollado a su enemigo con sus garras gemelas, el Astarte se agarraba el cuello desesperado por detenerla cascada de sangre que salía entre la juntura de la gorguera de su peto y su casco. El enemigo de Ángela rugía como un oso en el suelo, en su danza de esquivar los brutales ataques había ido lanzando golpes de precisión quirúrgica, hiriendo cada articulación y juntura de las extremidades con su espada corta. La nave gimió y empezó lentamente a escorarse desesperados, los tres jóvenes Primarcas saltaron a la cápsula de escape y Rad pulsó el botón de cierre interior. Los motores de la cápsula se encendieron y los propulsores ardieron alejándolos de la agonizante nave que se precipitaba contra el planeta que orbitaba.


El silencio reinaba en el interior de la cápsula, que se alejaba de la batalla en las mareas tormentosas del Ojo del Terror, sin rumbo fijo o dirección a la que ir. Los tres chicos se miraron, habían escapado de una muerte segura a otra por inanición, pues las reservas de la cápsula solo durarían unos días y no sabían si llegarían a tiempo a algún planeta seguro en aquella tormenta de locura disforme. Gronan sintió un picor en la nuca y se le erizó el pelo, Rad entrecerró los ojos y se llevó las manos a las garras, mientras que Ángela agitaba nerviosamente los muñones de su espalda, los tres sentían una presencia sobrenatural en la cápsula de poder abrumador y a la vez conocido. Una esfera de luz dorada apareció en el centro de la cápsula y tomó forma, una figura alta de armadura dorada y largo pelo negro mecido por un viento inexistente, su rostro perfecto y serio, los miraba con ojos ardientes de poder psíquico, el Emperador había aparecido ante ellos.


-Mis pequeños -la voz del Emperador resonó en la mente de los tres, tenían cierta tristeza y melancolía. -Os ayudaré a salir de esta tormenta y de la mirada de los Dioses Disformes.


-¿Qué quieres a cambio, Emperador? -preguntó Gronan, adelantándose y sosteniendo la mirada aquella forma psíquica del señor de la humanidad. -Recordamos como usaste a nuestros “padres”, para tus objetivos de conquista.


-Considéralo una redención para ambos -contestó el Emperador, asintiendo con la cabeza levemente y sonriendo con delicadeza a Gronan. -Eres todo lo que Angron no fue, proteges a tus hermanos y eres reflexivo al tomar tus decisiones. Os sacaré fuera del Ojo del Terror, vuestro camino y futuro está en vuestras manos.


El Emperador se volvió otra vez una esfera de luz y salió disparada hacia delante, atravesando como un espectro el cristal de la cabina de la cápsula. Gronan son pensarlo dos veces se sentó ante los mandos y encendió los motores, siguiendo la esfera de energía dorada que tenía ante ellos y que les guiaba en una ruta segura en mitad de la tormenta disforme que era el Ojo del Terror. Sentía a Rad y Ángela detrás, observando en silencio la esfera y respirando nerviosos, sin atreverse a decir nada por miedo a desconcertar a Gronan. Habían pasado horas o tal vez días, ninguno de los tres lo sabía debido al extraño fluir del tiempo en el Ojo del Terror, cuando llegaron al borde de la tormenta. Restos de naves destruidas flotaban a la deriva, como cadáveres abandonados a su suerte, eran aquellos que habían intentado salir por un punto un seguro. La esfera de luz dorada golpeó el límite entre el espacio real y el Ojo del Terror, provocando un desgarro en la tormenta y creando un paso seguro durante el tiempo suficiente para qué cruzarán. Los tres niños observaron la negrura pura del espacio y la estrella relucir como pequeños diamantes engastados, eran libres de los traidores, del maníaco de Fabius Bilis y de sus padres genéticos.


-¿Y ahora qué hacemos? -preguntó Ángela de manera suave y dubitativa, mirando a Rad y Gronan con cierta incertidumbre. -¿Podemos ir con el Emperador a Terra?


-¿Estás mal de la cabeza? -Rad se río con sorna, mientras negaba con la cabeza con incredulidad. -Somos clones de Primarcas y creados pro Fabius Bilis, un traidor reconocido. ¿Qué creéis que nos harán si nos capturan?


-Diseccionarnos, como si fuéramos simples conejillos de indias -las palabras salieron con suavidad de los labios de Gronan y miró a ambos.-Al menos que nos preparemos y aparezcamos como adultos, tenemos que aprender a controlar nuestras habilidades y aprender otras nuevas -las palabras salieron de golpe, como si a ver al Emperador hubiera cambiado algo en su interior. -El Emperador tardó milenios en alzarse y lo hizo aposta, mejorando, aprendiendo y acumulando recursos. Ese es el camino a seguir, por qué algo me dice que los Primarcas traidores y sus legiones no se quedarán para siempre en el Ojo del Terror.


Rad y Ángela asintieron con la cabeza, sabían que Gronan tenía razón, los traidores saldrían de vuelta a la galaxia para reclamarla en nombre de los Cuatro Dioses del Caos. Solo había un camino a seguir, aprender de los errores del Emperador y de los Primarcas, para enfrentar el oscuro futuro que se alzaba ante ellos y sobrevivir sin caer en la condenación eterna de la Disformidad. Gronan poso una mano en el hombro de cada uno de sus hermanos y sonrío con esperanza, sabiendo que cambiar su futuro era posible, si se mantenían juntos como una familia unida. Vio el asentimiento de ambos, habían entendido su decisión y habían decidido seguirlo, confiar en él c

omo lo habían hecho en el Mercado de Carne.


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