El orbe luminoso y semitransparente que representaba el planeta de Crecensis giraba sobre su eje perezosamente sobre la mesa de Estrategium. Aquella esfera, era el único punto de luz en sala, figuras acorazadas de color bronce bruñido y ornamentación tan negra como una noche sin estrellas observaban desde sus asientos la esfera holográfica, igual que aves rapaces ansiosas de lanzarse sobre su presa. Trajana se había quitado el casco, dejando ver su bello y cruel rostro de palidez sobrenatural, sus labios estaban pintandos de negro y sus ojos oscuros estaban cargados de un odio sobrenatural. Su largo pelo ceniciento estaba recogido en una larga trenza y su acorazada mano derecha acariciaba la cabeza del Hacha del Pánico, que colgaba de su cadera y se agitaba como un animal al sentir las caricias de su ama. Miró a todos los allí reunidos, el rostro fanático de Chapael tenía clavados sus ojos en la estrella del Caos dibujada en el planeta, Dorak escribía en una tableta de datos, Alsarius parecía calcular mentalmente las posibles rutas de infiltración, Valakiar observaba con mirada demente la esfera como si viera todas las atrocidades allí cometidas. Asphet comprobaba el tráfico astropático y todas las comunicaciones del sistema con la ayuda Har'kan, Zaphariel y Antoninus discutían como realizar el asalto a aquel mundo en voz baja. Trajana suspiró levemente y se puso en pie, era la hora de empezar aquella sesión de estrategia antes del asalto contra Crecensis.
-Sed bienvenidos -dijo con suavidad Trajana, asintiendo con un leve cabeceó a cada uno de sus lugartenientes, que la observaban ocultos en la oscuridad de la sala apenas iluminada. -¿Qué has encontrado en el tráfico astropático y tus adivinaciones, Asphet?
-El ataque de Lorgar fue toda una sorpresa para los habitantes de este sistema, pues se habían alineado con los rebeldes de Horus -Asphet se puso de pie y pulso uno de los botones de los controles holográficos, mostrando una segunda imagen sobre la esfera, enseñando los registros recogidos del sistema. -Lorgar llegó sin interferencias hasta el mundo capital y lo tomó pese a su pequeña flota. Traidores siendo traicionados, es casi poético.
-Eso explica los pocos daños que tenían las naves de los Portadores de la Palabra -Dorak continuó el flujo de la conversación sin levantarse, mientras su mano seguía escribiendo de forma frenética sobre la tableta de datos. -Y eso también significa por qué tienen todas las defensas orbitales intactas, seguramente las defensas planetarias también lo estén. Si hacemos un desembarco directo va a ser una carnicería.
-Entiendo, gracias por las observaciones -Trajana meditó durante un instante, sabiendo que un ataque directo sería contraproducente y debían buscar otra forma. -¿Las estructuras del planeta tienen un propósito ritual, Chapael?
-Buen ojo, mi señora -asintió Chapael, que sonreía de forma beata y señaló con un dedo acorazado la estrella del Caos. -El centro del ritual es el corazón de la estrella del Caos, en cada punta hay una ciudad que es un punto de anclaje del mismo. Si buscas a Lorgar, estará en el centro de la estrella, dirigiendo el ritual en persona.
-¿Entonces por qué esperar? -preguntó Valakiar, negando con la cabeza y mirando con crueldad absoluta. -Un simple bombardeo orbital de precisión y se habrá acabado el ritual, además de transformar en cenizas a Lorgar, es rápido y sencillo. Luego solo es barrer a los desconcertados y aterrados Portadores de la Palabra.
-¡Hacer eso nos haría perder la mitad de la flota! -rugió Zaphariel, levantándose y encarándose a Valakiar, el antiguo hijo del León apretaba con furia los dientes y lo miró con odio. -Los Amos de la Noche solo pensáis en formas salvajes y brutales de hacer las cosas, ya lo vi en Thramas.
-¡Basta los dos! -Trajana agarró su hacha del pánico e hizo el amago de desenfundarla, ambos legionarios guardaron silencio y se sentaron. -¿Alguien tiene una jodida idea de lo que nos jugamos? Si fallamos, los Cuatro Dioses ganarán y nuestro señor no podrá recuperar su lugar, si él cae, nosotros iremos detrás de él.
-Ejem, yo tengo un plan -Alsarius alzó su mano acorazada y sonrió de forma despectiva a los demás -Lanzar un ataque de distracción contra las defensas orbitales y terrestres, mientras un grupo de asalto se infiltra y ataca el centro del ritual.
-Entiendo, distraer al enemigo para que no sepa de donde viene el verdadero ataque -Trajana sonrió de manera cruel, le gustaba aquel plan ideado por aquel antiguo legionario Alfa. -Bien, procederemos con el plan de Alsarius. Har'kan tomarás el mando de flota y derribarás las defensas orbitales. Zaphariel y Valakiar lideraréis las fuerzas de ataque terrestre, desembarcaréis en el norte y más os vale cooperar entre vosotros o sentiréis mi ira. -señaló con un dedo acorazado una gran meseta, la cual cruzaban varios de los vértices de la estrella. -Atacaréis desde este punto, no tenéis por qué ganar, solo debéis darnos tiempo para acabar con el ritual y con Lorgar. Alsarius, Dorak, Chapael, Antoninus, Asphet y yo, junto con un grupo de legionarios, atacaremos desde el sur con una infiltración en Thunderhawks a alta velocidad. Ahora preparaos, tenemos que patear el culo monacal de Lorgar y enseñarle cuál es el verdadero señor de los Dioses del Caos.
Las risas estallaron en la sala ante el último comentario de Trajana, mientras se levantaban a preparar cada uno sus cometidos para aquella misión tan especial. Sabían lo que había en juego, el destino de la galaxia y su propia supervivencia dependían de detener el ritual de Lorgar Aureliano, el fracaso solo conllevaba un destino peor que la muerte. Trajana salió del Estrategium y se encaminó por los pasillos a hacia el hangar, notando la energía de la Disformidad corriendo bajo su armadura y sabiendo que seguramente se iban a meter de cabeza en una trampa, creada por los Portadores de la Palabra para atraer Primarcas. Ese malnacido de Lorgar no sabía lo que se le venía encima, la venganza e ira de Malal contra el Aureliano estaba a punto de caer sobre él y ella sería su ejecutora.
La flota avanzó en formación de pinta de lanza, disparando todas sus armas frontales y con los escudos de vacío relumbrando, al recibir las salvas de fuego defensivo de las plataformas orbitales. Para un ojo inexperto parecía que cada nave actuaba sin coordinación alguna respecto al resto de la flota, pero la verdad era más aterradora, estaba disparando de forma metódica contra plataformas específicas hasta hacerlas explotar o colapsar contra las más cercanas. El objetivo no era destruirlas todas, sino abrir un hueco en las defensas para iniciar el bombardeo contra las ciudades y lanzar el asalto contra la superficie del planeta. Lorgar alzó su cabeza afeitada y observó con sus ojos dorados como el cielo azul de Crecensis ardía, los restos de las plataformas orbitales se mezclaban con las estelas características de las cápsulas de desembarco y las Thunderhawks descendiendo a alta velocidad, sus enemigos habían llegado para intentar detener su impío ritual. Miró a su alrededor, todo estaba listo para empezar, los ocho capellanes yacían arrodillados ante ocho cuencos gigantes de piedra, cada uno tenía grabado el emblema de una de las Legiones Leales y en su interior cientos de semillas genéticas arrancadas y robadas a Astartes flotaban en líquidos de preservadores. Los susurros de los capellanes llegó a los oídos de Lorgar, era como el suave ronroneo de un felino, pronto aquellos que lo habían menospreciado y humillado verían la verdad del Caos. Activó el canal de comunicaciones y se dirigió a todas las fuerzas de sus hijos allí reunidos, debían ganar tiempo hasta que el ritual estuviera completo.
-Hijos míos, los infieles vienen a buscar venganza, por renunciar a nuestros votos de esclavitud a mi Padre -la voz de Lorgar sonó compungida, como si fuera a llorar de pena o estuviera cargada de pesar, pero todos aquellos tonos era solo una fachada aprendida de los sacerdotes de Colchis. -Debéis alzar vuestras armas otra vez contra nuestros engañados hermanos, sé que es doloroso y triste, siento el pesar en vuestros corazones -lanzó un leve suspiro de falso arrepentimiento por el comunicador, para que todos creyeran que sus sentimientos eran verdaderos. -Pero los Dioses nos observan y sabemos la verdad del universo, hoy con este ritual podemos acabar esta guerra y hacer que nuestros hermanos leales abran sus corazones a las divinidades verdaderas. ¡Somos los Portadores de la Palabra! ¡Hemos visto la verdad tras el velo! ¡Iluminadlos con fuego de bólter y espadas sierra!
Los rugidos de sus hijos resonaron por el canal, lanzaban oraciones fanáticas a los Cuatro y a su Primarca de forma vehemente. Lorgar apagó el comunicador y lanzó una risotada, Erebus y Khor Phaeron tenían razón, las mentes simples eran fáciles de engañar y manipular con simples palabras. Sus hijos lucharían y morirían con una sonrisa en sus labios, todo para complacer a los Dioses y a él, sabiendo que eran un simple engranaje de un propósito mayor. Caminó con paso tranquilo hasta el centro del altar y descolgó su copia personal del libro maldito que había escrito, escuchando los susurros de los No Nacidos, entonando las primeras estrofas del ritual y desentendiéndose de la cruel batalla que empezaba a pocos kilómetros de su posición.
Tres Thunderhawks descendieron a toda velocidad, atravesando la atmósfera hasta llegar a la superficie del planeta y avanzaron en vuelo rasante, la luz del moribundo día hizo relumbrar el bronce bruñido de sus fuselajes, mientras aceleraban para llegar a punto objetivo y evitar ser detectadas por el enemigo. Trajana sintió el acelerón y como su cuerpo era empujado contra el asiento, mientras observaba a aquellos que la rodeaban en silencio meditativo. Chapael murmuraba plegarias silenciosas a Malal y sus dedos jugaban con su rosarius, Antoninus agarraba con fuerza los reposabrazos de su asiento, los músculos de su rostro se contorsionaban sin parar ante la lucha de las dos personalidades que conformaban su retorcida y poseída alma. Dorak daba instrucciones a sus hombres de manera tranquila, sin importar el infierno al que estaba a punto de ser arrojado, Alsarius comprobaba sus armas de forma metódica y miraba a su alrededor de forma suspicaz, como si temiera una traición en cualquier momento. Los ojos de Trajana se cruzaron con la mirada de Asphet y sintió el poder de la mente del antiguo Mil Hijo, seguramente debía ser el único que debía saber que fuerzas estaban siendo utilizadas por Lorgar para aquel ritual. El nombre del Primarca la hizo enfadarse y desear despedazarlo a mordiscos, devorar su carne caliente y que lo viera aún vivo con horror. Aquel bastardo era el culpable de todo, de su destino, de la traición de Horus y de los demás Primarcas, todo por el despecho y rechazo de su Padre a ser tratado como un Dios. Desenfundó su Hacha del Pánico y observó su superficie, meditando todo lo que había hecho hasta ese momento, el arma le susurraba al oído, si detenía a Lorgar y evitaba el ascenso total de los Cuatro, dejaría de ser mortal para convertirse en algo mucho más elevado. La alarma de desembarco sonó como el aullido de los condenados, Trajana dejó de lado sus pensamientos, ambiciones y dudas, para quitarse el arnés de seguridad y correr para saltar por la rampa de desembarco hacia su incierto destino, para enfrentar nuevamente a un Primarca cara a cara.
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