El silencio reinaba en aquel laboratorio escondido, pocos en aquel edificio o en la mega compañía sabían de su existencia. Enormes conductos de ventilación arrojaban aire casi congelado, todo para combatir el calor que generaban los cientos de servidores alojados bajo el suelo de malla metálica. Un grupo de doctores, científicos, técnicos y hackers de dudosa moralidad ponían a punto la cápsula de conexión neural. Elon avanzó con paso tranquilo enfundado en un traje de neopreno creado con fibras resistentes a los cambios extremos de temperaturas, además de tener conexiones para suero intravenoso, para sondas y sensores de todo tipo. Achinaba los ojos levemente al sentir el frío aire en su rostro de rasgos angulosos, se había afeitado su tupido pelo negro para aquel experimento. Todos lo observaron, nadie esperaba que se presentará como voluntario a las pruebas de enlace y navegación mental. Elon observó la cápsula, su interior estaba acolchado para la comodidad de su ocupante y sobre el reposacabezas yacía el voluminoso casco en forma de huevo, una miríada de cables salían de los servidores y se conectaban a él.
-¿Cuántos dispositivos neurolink están activos? -la pregunta salió de forma impaciente de los finos labios de Elon, mirando al científico jefe del proyecto con ansia y nervios apenas contenidos. -¿Y está todo listo para continuar con la siguiente fase, Doctor Olsen?
-Gracias al caos de las recientes guerras y revoluciones, se vendió a los gobiernos como medio para localizar e identificar a la población -respondió el científico jefe Lars Olsen, comprobando los datos en una tablet y sonriendo levemente. -Además, la promesa de poder navegar por internet, jugar a videojuegos, chatear de forma directa y demás funciones, han hecho que muchas personas se lo instalarán por propia voluntad y han hundido a las empresas de smartphones -una risa de macabra satisfacción salió de su garganta y luego carraspeó, para volver a responder a las preguntas de su impaciente benefactor. -Entre un ochenta y un noventa porciento de la población mundial está en línea. Estamos listos para comenzar la siguiente fase, así que por favor entré dentro de la cápsula.
-Bien, empecemos al mundo no le queda mucho tiempo -dijo Elon tumbándose en el interior de la cápsula y mirando el techo de metal con determinación. -Hoy haremos historia y daremos un nuevo comienzo a la humanidad.
Los científicos le ataron con correas de cuero y conectaron los sensores, vías y tubos a su traje con cuidado minucioso. Le insertaron el casco ovoidal como si fuera una corona, un ligero olor a quemado le llegó a las fosas nasales y le sugirió el resultado de los intentos anteriores. Elon sabía que era peligroso, los tres voluntarios anteriores habían quedado reducidos vegetales babeantes con el cerebro quemado, pero él no era ellos y se había cerciorado de que todo estuviera listo. Cerró los ojos y se preparó, su mente iba a ser lanzada a la red y se vería abrumada por un mar de datos. La oscuridad se cernió sobre él, dejándole la sensación de estar flotando en la nada absoluta, como un náufrago en mitad de un inmenso mar calmo. Un instante después, todo a su alrededor se iluminó, cuando los satélites de su mega compañía lo conectaron con todos los usuarios con el implante neurolink. Elon frunció el ceño, su trabajo comenzaba ahora, debí mostrar la verdad a la gente y enseñarles el estado de horror y destrucción en que se encontraba en verdad el mundo.
Todo a su alrededor se iluminó, como si fuera un cielo estrellado en plena noche, dejándolo asombrado y casi sin aliento ante aquella escena de belleza abrumadora. Elon se concentró, empezando su labor de mostrar en tiempo real a toda la humanidad de cómo estaba el mundo. Cientos de imágenes a alta velocidad pasaban por su mente, siendo analizadas y separadas de la basura de internet, gracias a los servidores de alta potencia a los que estaba conectado. Elon desactivó los cortafuegos, los sistemas de monitoreo y posición de cada dispositivo, empezando a mandar la información a alta velocidad vía satelital. Cientos de datos de imágenes en tiempo real bombardearon las mentes de cada persona conectada al implante Neurolink, enloqueciéndolas por el mar de sensaciones, conocimiento e información saturando sus cerebros. Olsen miró las pantallas de control, el flujo de datos estaba desbordado y la señal de alarma empezó a sonar al recalentarse los servidores. Más de la mitad del personal allí presente se derrumbaron, presas de espasmos y convulsiones al recibir la sobrecarga de información en sus implantes. Sabía que debía parar el flujo de información y apagar la transmisión, Olsen empezó a teclear los códigos de anulación a toda velocidad, el tiempo corría y no solo podía morir Elon, si no casi toda la población mundial podría verse reducida a vegetales babeantes con el intelecto de una patata cocida.
Algo iba mal, Elon lo podía sentir, escuchar e incluso ver sin estar físicamente presente. Los gritos y el dolor barrieron la Red, como si fuera un tsunami descontrolado, expandiendo la sobrecarga de implante en implante en una rápida cascada. Él mismo se notó arrastrado por esa corriente, que intentaba arrancarle de su cascarón físico y borrarle de la misma existencia. Desesperado el cuerpo de Elon empezó a gritar, varios de los servidores empezaron a arder, cables de conexión cayeron del techo lanzando una lluvia de chispas eléctricas y los sistemas antiincendios se activaron. Empapado en sudor y con el rostro sucio por el humo, Olsen consiguió apagar la transmisión y desconectar a su benefactor de la Red. Un silencio incómodo reinaba en el ambiente, roto por el crepitar de las llamas y el siseo de la espuma al apagar los últimos incendios.
-Nickson y Williams comprobad el estado de los afectados en el laboratorio -ordenó Olsen, caminando a toda velocidad hacia la cápsula para comprobar el estado de su ocupante. -Yo me ocuparé de verificar el estado del señor Musk.
Lars Olsen contuvo el aliento al pararse ante la cápsula, sabía que si Elon Musk estaba muerto toda la responsabilidad de aquel experimento recaería sobre su persona. Tragó saliva y acercó sus temblorosas manos al casco sensorial, quitó con cuidado los cierres de seguridad y lo sacó con miedo de ver en qué situación se encontraba aquel poderoso hombre. El rostro de Elon estaba contorsionado en una mueca de dolor y horror a partes iguales, hilos de sangre salían de sus fosas nasales, oídos y ojos, su mirada estaba fija en el infinito y pérdida. Olsen tocó el cuello de Elon y notó el pulso fuerte e irregular, se acercó un poco más y escuchó la jadeante respiración que salía de la quemada garganta. Elon había sobrevivido, pero no había salido sano y salvo, pues su mente se había quemado destruyendo seguramente sus recuerdos y personalidad.
-El señor Musk está vivo, pero está en un estado crítico -dijo Olsen quitándole las correas y manteniendo controlado el ritmo cardíaco del yaciente Elon. -Hay que avisar al equipo de emergencia médica, debe ser tratado de urgencia. Los demás no importan ahora…
Sus palabras murieron en sus labios, al ver cómo todos los integrantes del equipo con implantes Neurolink desmayados se ponían al unísono en pie en silencio total. Sus cuerpos se mecían como hojas azotadas por la brisa, sus labios se movían musitando casi en silencio en un tono inaudible para el oído humano, sus manos se abrían y cerraban sin parar. Alzaron sus cabezas y miraron al resto del equipo con una mirada vacía, sin rastro alguno de sentimientos o conciencia plena. Su murmullo fue en aumento, mientras formaban un semicírculo que se cerraba en torno a los confundidos restos del equipo de aquel experimento. Olsen sintió un sudor frío al verlos acercarse, solo había visto algo parecido en las películas de terror de zombis que tanto le gustaban a su esposa y que él detestaba hasta la médula.
-¡Apartaros imbéciles! -gritó Olsen apartándose de la cápsula y alzando los puños, intentando amedrentar aquel grupo de personas totalmente en trance. -¡El señor Musk necesita atención urgente!
-No te preocupes Olsen -dijeron al unísono aquella multitud de mirada vacía. -Nosotros somos Elon, todos somos Elon -el tono se volvió agudo y terrible, mientras se lanzaron a la carga hacía el resto de equipo científico. -¡Vosotros seréis también Elon! ¡Os uniréis!
Olsen palideció y se lanzó hacia delante, pasando entre dos de aquellos dementes que se creían Elon Musk. Corrió sin mirar atrás hacia la puerta de salida y sacó su pase de seguridad, pasándolo frenéticamente por el lector digital, escuchando detrás de él los pasos pesados de aquellos dementes en su dirección y los gritos de su equipo siendo reducido. La puerta se abrió con un siseo y Olsen la cruzó de un salto, pulsando al cruzar el umbral el botón de sellado de seguridad. Las puertas se cerraron detrás de él, una decena de golpes de puños contra la puerta resonaron sin parar, mientras se alejaba a toda velocidad por el pasillo presa del pánico. Los gritos y los susurros monótonos salían de cada habitación, el hedor a muerte y sangre flotaba en el aire, Olsen caminaba ocultándose en las sombras para no ser visto y ser llevado a un quirófano para implantarle un Neurolink, volviéndose Elon al conectarlo a la Red y dejar de ser él mismo para siempre. En las pantallas de televisión se veían presentadores de televisión exhortando a capturar a los que no estaban en la sagrada unión con Elon y convertirlos, sabía que era cuestión de tiempo en que toda la humanidad fueran cuerpos con la copia de la mente de un solo ser, una colmena que pensaría siempre igual y sin libre albedrío, todo por su descubrimiento de la conexión bidireccional en los enlaces de Neurolink. Sumido en sus pensamientos, pisó los cristales de un ventanal roto, que crujieron bajo su peso y atrajeron a dos docenas de los zombis de Elon. Olsen gritó de terror, mientras se lo llevaban arrastras para insertarle uno de los chips y transformarlo en uno más de la mente colectiva de Elon.
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