Marvel Cenizas. Parte 1: Después del fuego.

 

Sesenta segundos, era lo que había tardado en extinguirse el noventa por ciento de las especies del planeta. No había sido una plaga, ni bombas nucleares o un asteroide, solo el grito de despertar de un ser cósmico. El fuego estelar había arrasado con todo, las ciudades eran escombros quemados, los bosques y selvas eran campos de estacas ennegrecidas, sobre la superficie de los mares y océanos flotaban millones de peces y mamíferos marinos cocinados al hervir la superficie marina. Un arcoíris multicolor de dolor despertó a Logan, cuándo su cuerpo empezó a regenerarse de forma rápida y brutal, su factor de curación mutante lo había hecho sobrevivir, mientras billones morían reducidos a sombras quemadas sobre el asfalto o en las paredes derruidas de los arrasados edificios. Un largo gruñido animal salió de sus labios y se incorporó desnudo, un destello de compresión cruzó su mente al ver las arrasadas calle de New York, el Fénix había despertado y al hacerlo había herido de muerte a la Tierra. James Howlet, también conocido como Logan o Lobezno, se había alzado entré los restos quemados de la gran avenida de New York, un grito de dolor salió de su garganta al sentir como su cuerpo regeneraba sus músculos, tendones y piel a toda velocidad. El hedor a carne quemada y muerte llenó sus fosas nasales, volutas de cenizas caían como una macabra nieve sobre los amasijos carbonizados de los vehículos y se posaban en los edificios ennegrecidos, el silencio de la muerte de una civilización lo envolvía todo como un sudario. James vio las enormes máquinas de guerra de Hydra yacían medio fundidas, el recuerdo de lo que estaba haciendo en el momento de la llamarada volvió a su mente, estaba luchando con los Vengadores contra las tropas del Cráneo Rojo. El ruido de escombros moverse lo puso en alerta, sus garras de Adamantium salieron por inercia y se agazapó dispuesto a enfrentarse a cualquier amenaza que hubiera sobrevivido al fuego cósmico. Las piedras de escombros salieron en todas direcciones ante la energía desbocada de Carol Danvers, también conocida como la Capitana Marvel. Su traje que estaba diseñado para atravesar la atmósfera a toda velocidad estaba ennegrecido por el fuego cósmico, sus ojos ardían de energía desbocada y la mitad derecha de su rostro estaba lleno de quemaduras, parte de su rubio pelo había desaparecido consumido por el fuego, dio dos pasos y cayó de rodillas agotada. James saltó hacia ella, retrayendo sus garras y cogiéndola antes que se derrumbará sobre el requemado asfalto.

-¿Carol? -preguntó con suavidad James, dejándola con cuidado en el polvoriento suelo y examinando las quemaduras, sabiendo que necesitaría tratamiento urgente. -Tranquila, ya te tengo... apaga tu poder, todo está bien ahora.

-Me arde la cara… -la voz de Carol sonó rasposa, los ojos de ella seguían iluminados por el poder absorbido y temblaba entre los brazos de su compañero como una hoja.-¿Qué ha sucedido, Logan?

-Lo que yo más temía que sucediera en algún momento -respondió James, buscando con la mirada el Quinjet en el que habían llegado. Allí habría algo de ropa y medicinas con las que tratar a Carol. -Ahora lo importante es curar esas heridas y ponernos a salvo, además de ver si ha sobrevivido alguien más.

El sonido de un cristal romperse detrás de ellos llamó su atención, viendo salir de la dimensión espejo al Doctor Strange con su ropa quemada y su capa de levitación manchada de hollín. Cojeaba y su pelo estaba cubierto de ceniza, su rostro estaba pálido ante la magnitud de lo sucedido, suspiró ampliamente y se acercó a sus compañeros vengadores. Había sobrevivido escapando en el último momento a la dimensión espejo, al activarse el último hechizo de salvaguarda del ojo de Agamoto. Su ceño se frunció al ver el estado de New York y la devastación, que sintió en las líneas energéticas de todo el planeta. Avanzó hasta Logan y Carol, arrodillándose ante la herida vengadora y pronunciando un hechizo de sanación con rapidez, imponiendo sus manos en el quemado rostro de la mujer. Carol se retorció levemente, al minimizarse y cerrarse parte de sus quemaduras entre los brazos del desnudo James. Strange miró a Logan y asintió, indicando que ya podía soltar a Carol.

-¿Ha sido el despertar del Fénix? -Strange lo preguntó, pese a saber la respuesta a lo que había sucedido. -Creo que la destrucción es a escala planetaria…

-Entonces, debemos encontrar supervivientes -Carol lo dijo apretando los dientes, mientras se ponía en pie con la ayuda de Strange y Logan. -Esperemos que no seamos los únicos con suerte…

-Wakanda, Latveria, Kunlun, Sword y Atlantis pueden que hayan sobrevivido a este desastre -Logan lo dijo repasando los lugares que podrían sobrevivir a tal desastre a nivel planetario, mientras olfateaba el aire. -Kraokoa ya no es más que tierra quemada, ha sido el epicentro de todo esto, puede que sea de los últimos mutantes en la Tierra...

Sus palabras pararon en seco, había captado un olor entre el dulzón hedor sé la carne quemada y el ocre del hollín. Se acuclilló como un animal y avanzó despacio, captando el sutil olor a valentía y honor que también conocía. Desenfundó sus garras y las usó para apartar los escombros que habían caído de un edificio que se había derrumbado al ser devorado por el fuego del Fénix. Al apartar los últimos restos de cascotes lo encontró, hecho un ovillo y protegido por su escudo, todo su cuerpo estaba totalmente quemado y a simple vista, cualquiera lo habría dado por muerto, pero Logan sabía la determinación y tozudez de Stev Rogers. Podía oír el leve resollar de su respiración, que se mezclaba con el fuerte latido del Capitán América, el suero del supersoldado y su escudo de Vibranium lo habían mantenido vivo de milagro. Logan dio un grito e hizo una indicación urgente a sus compañeros para qué le ayudarán, iba a ser complicado mover a Stev en ese estado de fragilidad y tan herido. Carol y Strange palidecieron al verlo, aun así el maestro de las artes místicas dejo atrás sus remilgos y lanzó varios hechizos curativos para estabilizarlo, luego se quitó su capa de levitación y envolvió con ella al Capitán América, haciéndole flotar sobre el suelo varios centímetros. Carol abrió la marcha hacia el Quinjet, tenía el fuselaje medio derretido, pero la cabina y el compartimiento de carga parecían intactos, era la mejor opción que tenían actualmente en aquella devastación como refugio.

-Esperemos que pueda abrirse -susurró Strange con suavidad, intentando no perder la concentración en los hechizos que lanzaba sobre el flotante cuerpo del Capitán América. -Si no tendremos que refugiarnos en las ruinas y no es ambiente estilizado para cuidaros.

-No te preocupes, Doc -respondió Logan, señalándose los nudillos tras guardar sus garras y sonrió levemente. -Siempre puedo abrir una nueva puerta.

-Si no la abres tú, la abriré yo -se río Carol, mientras acariciaba la tapa del panel de apertura de la rampa del Quinjet. -No es que tenga ningún problema ante la desnudez humana, pero ya llevo dos horas viéndote como te trajeron al mundo, Logan.

Los tres se rieron ante aquella broma, puede que la humanidad estuviera al borde de la extinción y la Tierra herida casi de muerte, pero ellos no perdían la poca esperanza que les quedaba. Carol tecleó el código y la rampa chirrió, descendiendo lentamente hasta posarse en el asfalto quemado. El grupo entró y las luces se encendieron, cuando los generadores de emergencia Stark se activaron, iluminando el compartimento de carga y la cabina, los cristales de la aeronave estaban tintados de negro por el fuego y el hollín. Carol activó el cierre de la rampa para evitar que el polvo y las cenizas entrarán, Strange dejó a Stev sobre una de las camillas de emergencia, poniéndole varios calmantes y goteros intravenosos, además de un respirador asistido, mientras Logan buscaba ropa de repuesto para el grupo y raciones de supervivencia. Un silencio llenaba el ambiente, sabían la tarea que tenían por delante y era inmensa, buscar supervivientes y reconstruir la civilización era un cometido que podría sobrepasarlos. Logan terminó de vestirse con su traje de repuesto y cogió una pala de la caja de herramientas, tenía una tarea que únicamente él podía hacer, encontrar los cuerpos de los otros vengadores y darles una sepultura decente, esperando tal vez encontrar a algún otro superviviente en aquel tétrico cometido.

En silencio salió por una de las escotillas laterales y la cerró con cuidado, suspiró ampliamente, sabiendo que ahora mismo Carol estaría comprobando las diferentes frecuencias de radio en busca de alguna señal. Caminó en silencio por aquella enorme avenida, sintiendo la mirada acusadora de los cuerpos quemados, como si exigieran que también les diera sepultura. Apartó aquel pensamiento al encontrar al primero de sus compañeros caídos, Tony Stark era una masa de metal y carne calcinada, el hedor era incluso peor que la del resto de los cuerpos. Dejó con delicadeza la pala en el suelo y sacó sus garras, usándolas para arrancar la capa de asfalto quemado y dejando ver la tierra, cables y tuberías que cubrían. Recogió la pala y empezó a cavar, arrojando la tierra a un lado con cada palada que daba, hasta hacer una fosa lo suficientemente grande para el cuerpo de su compañero caído. Logan salió de la fosa y cogió el cuerpo de Tony, depositándolo con extremo cuidado en su interior, a la vez que con una de sus garras sacó el reactor de arco del pecho de su amigo. Se guardó aquel generador de energía en miniatura y empezó a taparlo con la tierra, en aquel lugar es donde descansaría Iron-man. Tras alisar la tierra con la pala, arrastró un cascote de hormigón y lo puso encima como lápida, para luego tallar el nombre de Tony Stark con sus garras.

-Descansa Tony, no te olvidaremos -Logan lo dijo de forma solemne, sabiendo que estaba oficiando el funeral de uno de los mayores genios y héroes de la Tierra. -Hoy el mundo es un poco más oscuro, sin tu genio excéntrico y tu humor sarcástico.

Logan se santiguó y se echó la pala al hombro, mirando el enorme cadáver quemado de Hank Pym, que yacía tirado sobre un par de bloques de viviendas en ruinas y preguntándose cuantas horas tardaría en poder darle sepultura a un hombre de diez metros de altura. Suspiró y se encogió de hombros, pues ahora mismo solo podía hacer eso mientras Strange curaba a Stev y Carol buscaban alguna transmisión, que les diera un faro de esperanza y por donde empezar a buscar. Logan empezó a caminar con paso tranquilo, sabiendo que les esperaban días duros y peligros a cada paso que dieran, pero eran vengadores y ese era su trabajo salvar el mundo día a día.

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