La Senda del Odio. Capítulo 12. Escapando del desastre.

 

La luz de la enana blanca hacía relucir los congelados asteroides del anillo interior, la Humillación de Russ flotaba entre ellos como si fuera un resto más que hubiera sido arrojado por la mano de un Dios. El puente de mando de la nave de guerra estaba en silencio total, los sacerdotes encapuchados de Malal que estaban ante las consolas de los escáneres, augures y terminales de comunicación, apenas se atrevían a respirar. Los pocos Astartes que había en el puente permanecían inmóviles como estatuas, mirando a través del oculus de observación a Engram, Chapael estaba sentando en el trono de mando con Har'kan de pie a su derecha, ambos miraban con el ceño fruncido como las naves de los Hijos de Horus bombardeaban Engram, hasta volverlo una bola ardiente casi tan luminosa como un sol.

-Tiene que haber sobrevivido -las palabras de Har'kan fueron un susurro metálico y jadeante, sus manos apretaron su hacha de energía de forma inconsciente. -No puede morir así la elegida de Malal.

-Ten fe, hermano -Chapael le respondió con una extraña tranquilidad, mientras observaba fascinado como Engram ardía desde la distancia. -Los Malditos de Antoninus no fallarán en su cometido, por difícil o imposible que sea.

Como si las palabras de Chapael fueran proféticas, las sombras del puente de mando se expandieron e hincharon, empezando a vibrar como si fueran las pulsaciones de un corazón. Todas las miradas se clavaron en aquella pulsante negrura, los Legionarios Astartes apuntaron por inercia sus bólters y las alarmas sobraron por todo el puente de mando. El rostro tatuado de Chapael se tensó y se puso en pie descolgando de su cadera el Crucius, avanzando hasta el borde de aquella oscuridad con Har'kan a su lado, listo para atacar con su hacha de energía y su bólter a lo que saliera de aquel cúmulo oscuro. Como si fueran nadadores que emergieran de las profundidades marinas, cuerpos acorazados de color bronce con rebordes negros salieron de aquellas pulsantes sombras oscuras. Su aspecto era lamentable, sus servo-armaduras estaban profundamente dañadas y las heridas eran visibles en las brechas de sus superficies, dejando salir hilos de sangre oscura, sus agotadas miradas estaban cargadas de odio y de sed de venganza apenas contenidas por el dolor. Uno a uno se fueron derrumbando de agotamiento, como castillos de cartas sobre la cubierta de acero y plástico. Antoninus emergió de las sombras, sus Malditos escoltaban a cinco guerreros, cuatro de ellos ayudaban avanzar al quinto, que era el más vapuleado de todos los Astartes surgidos de las sombras. Chapael y Har'kan palidecieron al reconocer al quinteto, Dorak, Vartus, Lenial y Kortal sujetaban con sumo cuidado a Trajana, que apretaba los dientes de dolor con cada respiración que daba. Los cinco tenían las armaduras destrozadas, marcadas de melladuras, agujeros de disparos, quemaduras y abolladuras, el color de sus armaduras era de un marrón rojizo procedente de la sangre y el polvo de la batalla desesperada librada en Engram.

-¡Rápido! -gritó Har'kan al asombrado personal del puente de mando, guardando sus armas y mirando pálido a Trajana. -Llevad a todos los heridos a las salas médicas y preparad una unidad de cuidados intensivos para nuestra Señora.

-¡No! -gruñó Trajana esculpiendo sangre, mientras era ayudada a avanzar hacia el trono de mando por sus cuatro guerreros más antiguos. Sentía sus fuertes manos sujetándola con una extraña delicadeza y veía en sus ojos un respeto por ella que antes no había vislumbrado. -Llevadme ante mi trono, debemos salir de este sistema u Horus nos encontrará y todo habrá sido en vano.

Todos los presentes en el puente asintieron en silencio, mientras ayudaban a llevar a los heridos a las salas médicas para estabilizar su estado. Trajana se sentó en el trono de mando y acarició de forma inconsciente los reposabrazos, sus ojos enrojecidos por el dolor se clavaron en el mapa holográfico naval del sector, que flotaba en el centro de mando de la nave. Sentía como Chapael conectaba bombas de transfusión de sangre y sueros regenerativos a su destrozada armadura, a su alrededor vislumbró a Dorak, Lenial, Vartus y Kortal permanecían impasibles como estatuas alrededor del trono, como perros guardianes pese a sus terribles heridas. Antoninus y sus guerreros se apostaron a la entrada del puente de mando, observando como depredadores hambrientos listos para actuar. Trajana acarició la cabeza del su Hacha del Pánico, se agitaba enfadada en su cadera por la derrota en combate contra Horus y una sonrisa cruel apareció entre sus manchados labios, por qué ella se sentía igual que el arma demoníaca. Apartó aquel pensamiento para otro momento y trazó una ruta hacia el punto de salto contrario al que se encontraba la flota del Señor de la Guerra.  Los motores de la Humillación de Russ se encendieron y rugieron como una bestia furibunda, mientras era seguida por las dos naves del Mechanicus que se habían refugiado con ella en el anillo interior asteroides.

La pequeña flota esquivó los restos y salió del anillo interior, corriendo hacia el punto de salto disforme con los motores a toda máquina. Horus Lupercal observó la flota enemiga desde el oculus del puente de mando del Espíritu Vengativo, soltando un potente gruñido, dio la orden de perseguir a la flota que intentaba escapar del sistema. Como si un enjambre saliendo de su colmena, la flota de los Hijos de Horus dejó de bombardear Engram y se lanzó en una implacable persecución en pos de las naves que huían de forma desesperada. Horus Lupercal permanecía de pie, observando impasible la persecución con su pétreo rostro iluminado por la rojiza luz que emanaba del interior de su armadura. La enorme flota traidora perseguía a las tres naves como una manada de lobos hambrientos, disparando sus armas en un intento de calibrar correctamente la distancia y potencia de tiro, para destruir o inutilizar las naves que huían. Una maldición salió de los labios de Trajana, al ver el disparo de plasma de una barcaza de batalla enemiga pasar a dolor unos pocos kilómetros de la Humillación de Russ. Tenía que hacer algo, retrasarlos o acabarían en las garras del Señor de la Guerra.

-Chapael ponme en contacto con las naves de Mechanicus -ordenó Trajana, poniéndose el casco para ocultar su rostro en la transmisión holográfica. -Veamos si podemos ganar algo de tiempo para salir de este pozo de mierda. Har'kan ve al cuarto de máquinas y mantén a todo el personal trabajando a máxima capacidad.

Har'kan asintió en reverencial silencio y salió a paso rápido del puente de mando, sin atreverse a mirar a los Malditos de Antoninus, que clavaron sus miradas en cada movimiento que hacía el antiguo Padre de Hierro. El proyector holográfico se activó y generó una figura parpadeante envuelta en ropas monásticas y con un cuerpo más mecánico que humano. Trajana lo observó con cierto asco a través de las lentes de su casco, no le gustaban aquellos tecnofilos adictos a las modificaciones mecánicas y obsesionados con venerar a las máquinas.

-Aquí el Mago Arquenon -se presentó la figura encapuchada y de rostro cubierto por una máscara de cromo pulido, sus ojos biónicos miraron como los de un insecto a Trajana. -¿Qué es lo que desea Capitán Trajana? ¿No ve que estamos bajo persecución?

-Que las naves del Mechanicus se preparen para el combate -Trajana lo dijo con un tono inflexible y que no dejaba espacio a oponerse a ellas. -Con el apoyo de mi nave de guerra podemos descabezar la rebelión.

-¿Pero eso acaso es posible con solo tres naves? -replicó Arquenon temblando levemente de miedo ante lo que proponía Trajana. -Sería un suicidio intentar vencer a toda la flota con solo tres míseras naves.

-Solo necesitamos destruir una única nave -una sonrisa apareció en el rostro de Trajana bajo el casco, mientras se levantaba con dificultad y desenfundó su Hacha del Pánico, señalando con ella al Magos.-Es el momento de hacer historia, Arquenon. Nuestros nombres serán venerados por todo el Imperio por acabar con Horus Lupercal.

-Sí, mejor morir llevándonos a Horus con nosotros como héroes -Arquenon lo dijo babeando hilos de aceite por las comisuras de la boca de su máscara de cromo, al haber tocado la aspiración de todo adepto del Mechanicus, que su nombre fuera eternamente recordado. -Así se hará, nuestras naves girarán y embestirán a la Espíritu Vengativo, para que le deis el golpe de gracia y acabéis con el Señor de la Guerra.

-Bien, empecemos con la muerte de Horus -ordenó Trajana, dando la orden de apagar la transmisión y luego rompiendo el tenso silencio del puente de mando de la Humillación de Russ. -Preparados para sobrecargar los motores.

-¿Vamos a sacrificarnos en una muerte inútil? -preguntó Chapael con tono confuso y mirando con miedo a Trajana por su posible respuesta. -¿Hemos gastado un gran esfuerzo en llegar hasta aquí para hacer una muerte heroica?

-¿Acaso eres imbécil, Capellán? -preguntó Kortal con  un tono agresivo y lleno de desagrado por Chapael, mientras sujetaba con fuerza su hacha sierra a dos manos y se contenía por no molerlo a golpes. -Ellos se van a sacrificar, nosotros los vamos a usar.

-Hasta un Devorador de Mundos se da cuenta antes que tú, Chapael -se río Lenial negado con la cabeza, agitando su largo pelo y acariciando los pomos de sus espadas gemelas de duelista. -Esto sí que tiene gracia y mucha.

-Son una carnada -el gigantesco Vartus lo dijo con voz casi monótona y sin apenas cambiar su serio semblante, mirando impasible a Chapael sin apartarse del trono de Trajana. -Ellos mueren y nosotros vivimos.

-¡Basta de burlas y chanzas! -ordenó Dorak, sabiendo que su señora estaba cansada de aquel espectáculo y que quería emprender la huida de aquel ruinoso sistema. -¡Todos a vuestros puestos! ¡Preparados para recibir órdenes!

Trajana se quitó el casco y asintió levemente agradecida a Dorak, no le desagradaban las chanzas y burlas entre sus guerreros, pero no había tiempo ahora para ello. Observó el mapa táctico, la flota de Horus avanzaba en punta de lanza, formando un triángulo perfecto con la Espíritu Vengativo a la cabeza, que se movía a toda velocidad disparando sus armas. Las dos naves del Mechanicus ya giraban para encararse con la flota, una sonrisa cruel apareció en los labios de Trajana y dio la orden de sobrecargar los motores a Har'kan a través del comunicador, alejándose de sus supuestos aliados y ganando distancia suficiente, mientras recibían mensajes constantes del Magos Arquenon reclamando apoyo. La Espíritu Vengativo abrió fuego con todas sus armas, reduciendo a escoria la primera nave y embistiendo a la segunda, atravesándola y partiéndola por la mitad como si fuera de papel maché, iluminándose totalmente de azul al absorber sus escudos de energía la explosión de la moribunda nave. Trajana observó la escena ceñuda y comprobó el mapa del sistema, estaban solo a unos pocos kilómetros del punto de salto, ahora era una carrera contrarreloj en la que se jugaban la supervivencia. La Humillación de Russ gemía como un animal herido y vibraba sin parar por la tensión a la que era sometida su estructura, sus motores dejaban una estela luminosa como si fuera un cometa y el metal de las toberas de los propulsores estaban al rojo vivo, como si acabarán de sacarlas del horno de la forja. La flota enemiga empezaba a dispersarse en abanico, Trajana podía ver el objetivo de aquella táctica tras tantos años como capitana naval, su propósito era envolver y rodear a la nave objetivo, para lanzar un abordaje y capturarla con todo su personal. La tensión era evidente en todo el puente de mando, los encapuchados sirvientes de Malal temblaban ante las consolas y los Legionarios, aunque parecían impasibles, tenían el rostro ceñudo y sujetaban sus armas con fuerza, como si fueran un tótem o reliquia protectora. La alarma de proximidad empezó a chillar como una alma en pena y la luces rojas de las sirenas a parpadear, Trajana agarró los reposabrazos de su trono con fuerza y miró desesperada el mapa holográfico. Una sonrisa se dibujó en su pálido semblante y dio la orden de salto disforme, justo a unos pocos segundos que la rodeará la flota enemiga. Una herida se abrió de golpe en el espacio real, mostrando una dimensión de demencia y locura desmedida en la que se internó desesperadamente la Humillación de Russ y arrastró consigo a dos de las naves que la perseguían, sin que estás pudieran encender sus campos geller y sufriendo un asalto masivo de las entidades de la Disformidad, dejando solo sus destrozados restos al cerrarse aquella supurante herida en la realidad.

Un sepulcral silencio reinó en el puente de mando de la Humillación de Russ, mientras navegaba meciéndose entre las furiosas mareas de la Disformidad. Un suspiro salió de la tripulación al haber escapado de una muerte segura, Trajana se acomodó en su trono y acarició la cabeza del Hacha del Pánico, como si fuera una mascota adorada. Sabía que había escapado por los pelos dos veces de las garras de Horus, algo que pocos habían conseguido y que ahora debía volver al templo de Malal para enfrentar las consecuencias del engaño sufrido por Vashtorr.

-Poned rumbo al Templo del Malal -ordenó agotada Trajana, recostándose en el trono y cerrando los ojos para dejar a su cuerpo sobrehumano curarse de las heridas de su combate con Horus. -Volvemos a casa.

Horus Lupercal cerró y abrió su garra de energía por inercia, sin dejar de observar los destrozados restos de las dos naves que había perdido ante el escape de aquellos renegados, le habían burlado por segunda vez y escapado entre sus garras, retorciéndose como sucias lombrices. No sentía ira o enfado, solo curiosidad y algo de diversión por lo que le habían mostrado, una nueva arma que usar contra su Padre, El Emperador. Hablaría seriamente con Fabius Bilis, para poder intentar desarrollar Astartes mujeres y así doblar sus fuerzas con las que superar a los lealistas, mientras repartiría castigos entre sus capitanes por fallar y seguiría su camino hacia Terra para reclamar el Trono de la Humanidad.

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