El silencio casi sepulcral del puente de mando del Destructor imperial era roto por una respiración, el jadeante sonido casi mecánico hizo temblar de miedo a cada oficial y operador que se encontraban allí presentes. Darth Vader observó el planeta que tenía ante él, aquel mundo se había sublevado contra el Imperio tras la caída de la Estrella de la Muerte y estaba pagando el precio de su error con sangre. Él mismo había descendido en persona y atacado la capital, matando a soldados rebeldes y civiles por igual, sin mostrar rastro de compasión o piedad alguna, dejando a su paso solo una estela sangrienta de cadáveres, que había incluso aterrado a sus propios soldados. Aún sentía la ira por la pérdida de la Estrella de la Muerte y por el castigo que el Emperador le había infligido por fallar al protegerla, el mundo de rebelde de Chaeron serviría de ejemplo para el resto y para desquitarse de forma cruel. La presencia de un oficial acercándose enturbió sus pensamientos y se giró para castigar al oficial, por molestarle en su observación de la muerte de aquel mundo.
-Lord Varder, hemos recibido un informe del Boreu Imperial -el general Maximilian Veers permaneció impasible, sin rastro de miedo en su rostro y le ofreció la tablilla de datos. -Tenemos el nombre del piloto rebelde que destruyó la Estrella de la Muerte, se llama Luke Skywalker de Tatoonie.
-Skywalker...-aquella palabra sonó como un quejido fúnebre, cuando Vader la pronunció y arrebató la tablilla de datos de las manos de Veers. -Ese apellido lo conozco muy bien. ¿Se sabe algo sobre la localización de la base rebelde?
-Si, una de las sondas enviadas a varios sistemas remotos ha dado el aviso de actividad en el mundo helado de Holt -la respuesta dada por Verrs fue rápida y concisa, sabiendo que su señor solo le importaba la eficiencia sobre todas las cosas. -He trazado la ruta más rápida para atacar a esos rebeldes lo antes posible y he solicitado refuerzos para un ataque a gran escala al mundo helado.
-Bien, buen trabajo general Veers -respondió con frialdad absoluta Vader, alejándose en dirección a la puerta principal del puente de mando. -Avíseme cuándo lleguemos, estaré en mis aposentos meditando.
Darth Vader no esperó la respuesta de Veers, simplemente salió del puente y recorrió con paso rápido los pasillos medio vacíos, que lo llevaron a sus aposentos personales. La ira y el miedo corría por su mente de manera desbocada, al recordar la incursión de Kenobi en la Estrella de la Muerte junto con un muchacho, que gritaba por el asesinato del anciano Jedi. Su hijo había estado en las garras de Kenobi desde el principio, aquel Jedi le había arrebatado todo y se merecía estar muerto. Se sentó en el interior de su cápsula de meditación y unos brazos robóticos descendieron quitándole el yelmo, dejando ver una cabeza pálida y llena de viejas cicatrices de quemaduras. La cápsula se presurizo dejándolo inmerso en una oscuridad total, cerró sus ojos amarillos y se concentró para sumergirse en las mareas de la Fuerza. Su renqueante respiración se acompasó y se transformó en un ronquido áspero, mientras notaba la herida sangrante en que se había convertido el mundo de Chaeron. Poco importaba aquella bola de barro en llamas, se concentró navegando entre las corrientes de la Fuerza para comprobar lo que más temía, que Luke Skywalker hubiera despertado en los caminos de la Fuerza. Vader lo sintió, era una llama en la oscuridad, que cada día que pasaba crecía poco a poco en intensidad su presencia. El miedo afloró en los pensamientos de Vader, si él lo había sentido con facilidad en la Fuerza, entonces el Emperador Palpatine también sabría de la existencia del hijo de Anakin Skywalker y eso era una amenaza que no podía pasar por alto.
Un largo suspiro salió de sus destrozados pulmones, su cuerpo se estremeció al sentir el frío espectral rodearle, sus ojos se abrieron y vio un millar de rostros danzando en la oscuridad. Los gritos de los asesinados le gritaban increpándole, niños de pálido rostro manchados de sangre, maestros Jedis que respetó alguna vez, ciudadanos imperiales que gemían de dolor y sobresaliendo entre ellos, el rostro de su amada Padme Amidala. Los espectros se fueron dispersando, quedando solo el fantasmal espectro de Padme, vestida con un vaporoso vestido blanco, su pálido rostro estaba enmarcado por su pelo rizado y sus ojos lo miraron con una mezcla de pena y decepción por lo que se había convertido. Vader tembló de miedo y emoción a partes iguales, había intentado durante años traerla de la muerte, usando el nexo oscuro bajo su castillo en Mustafar sin éxito. Sintió el toqué de la espectral mano derecha de ella sobre su pálido rostro lleno de cicatrices, mientras la escarcha se empezaba a acumular en las paredes de cápsula de meditación y sobre su traje negro.
-¿Qué has hecho, Ani? -la pregunta salió de los espectrales labios de Padme, clavando sus ojos ardientes en el despojo en que se había convertido el hombre que amó hasta el fin de su vida. -¿En qué monstruo te has convertido? ¿Cuánto dolor has traído a la galaxia?
-Todo lo hice por ti...-las palabras salieron de los resecos labios de Vader de forma dubitativa, mientras sus ojos cambiaban del ámbar amarillento al azul mar por un instante. -Solo buscaba la forma de salvarte y todavía sigo buscando como hacerlo, Padme -lágrimas cayeron de sus ojos y recorrieron su pálido rostro, deseando estrecharla entre sus brazos otra vez. -La culpa de mi estado y de tu muerte es solo de Obi-Wan Kenobi. Él me dejó en este estado y me separó de ti, evitando que te salvará de la muerte y se llevará a nuestro hijo.
-No, yo ya estoy muerta y no puedo volver a la galaxia -Padme negó con la cabeza y se apartó de Vader, mientras su rostro se crispó con enfado. -¿Es que no lo entiendes? -ella lo fulminó con una sola mirada, mientras empezó a evaporarse. -Obi-Wan no tiene culpa de nada de esto, solo tu egoísmo y vas a condenar por ello a nuestra descendencia, solo por tus pecados y obsesiones. Adiós Ani, ésta es la última visita que te haré.
-¡Nooo! -gritó Vader, alzando su mano para utilizar la Fuerza y obligar a su amada Padme a quedarse a su lado sin éxito. -¡No me vuelvas a abandonar! ¡No te atrevas a dejarme solo otra vez!
La furia y la pena ardieron en el interior de Darth Vader, mientras la cápsula de meditación se abría y su yelmo descendía para cubrir su destrozada cabeza llena de cicatrices. Sabía lo que debía hacer, aplastar a esa miserable rebelión y capturar a su hijo, transformándolo en su aprendiz oscuro para derrotar a su maestro, el Emperador Palpatine. Se levantó y salió con paso rígido de la cápsula, observando al general Veers que esperaba con un pad de datos en la mano. Lo estudió igual que un depredador a su presa, esperando encontrar el miedo en su interior como en el resto de oficiales bajo su mando. Una sonrisa se dibujó en el pálido rostro de Vader bajo su yelmo, aquel hombre no tenía miedo hacia él, solo fría y mecánica eficiencia era lo que emanaba de sus pensamientos.
-¿Qué es lo que quiere, Veers? -gruñó Vader, parándose ante el oficial y mirándolo con frialdad a través de la máscara de su yelmo. -Más vale que sea importante, por su propia seguridad.
-Si, Lord Vader -Veers asintió levemente, no haciendo caso a la amenaza de Vader y le enseñó pad de datos. -Hemos llegado a Hoth y la flota está en posición, esperamos su orden para iniciar el ataque planetario.
-Procedan con el ataque -ordenó Darth Vader, mirando un momento la cápsula de meditación vacía. -Desplieguen los caminantes y tropas terrestres, acabaremos con estos rebeldes y quiero a sus líderes capturados para ser interrogados.
-Sí, Lord Vader -Veers asintió, cuadrándose ante Vader y saliendo a toda prisa a cumplir las órdenes del Sith.
Una risa rasposa salió de su garganta, no podía salvar a su amada Padme, pero podría atraer a su lado a su hijo y con su ayuda acabar con el Emperador. Vader caminó en dirección al puente de mando, sabiendo que su oportunidad estaba al alcance de sus mecánicas manos. Se vengaría del Emperador, recuperaría a su hijo y reclamaría la galaxia para él mismo, creando una dinastía que gobernaría con puño de hierro durante generaciones.
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