El muelle estaba envuelto en un silencio sepulcral y apenas iluminado por las parpadeantes luces empotradas en las paredes y el techo. Los viejos submarinos de finales del siglo veinte yacían amarrados y pagados, sus fuselajes estaban incrustados de percebes marinos y era evidente a simple vista la falta de mantenimiento de aquellas viejas carracas. Garrik bajó su fusil combi y miró aquel sombrío lugar, el grupo de asalto esperaba resistencia al amarrar en aquella dársena del muelle, pero solo encontraron el silencio y un lugar aparente abandonado. Los batidores Bagh-Mari habían encontrado restos de sangre, casquillos de armas de fuego y muescas de balas en los muros, evidencias de que allí había habido un encarnizado combate. El agente Corvus Trece había ordenado asegurar la posición, el Azra'il, los dos soldados Orcos y Damián se habían apostado en posiciones de tiro, cubriendo con sus pesadas ametralladoras los dos pasillos que conectaban aquel muelle con la instalación. Garrik observó en silencio como el Agente Trece estudiaba el escenario, seguramente sabiendo que todas las miradas estaban puestos en él.
-Bien, debemos internarnos en la instalación -dijo Trece encendiéndose un cigarrillo y mirando al grupo de combate. -Avanzaremos en formación estándar, los batidores Bagh-Mari delante buscando posibles trampas y enemigos, las tropas con armamento pesado en primera fila y las tropas de asalto en segunda fila protegiéndolas en caso de ataque, francotiradores y equipo de apoyo detrás -señaló con su mano al acceso de la derecha y dio una última calada al cigarrillo. -Iremos primero al ala residencial, es prioritario encontrar supervivientes. ¡En marcha!
Avanzaban despacio, registrando habitación tras habitación, encontrando cuartos llenos de polvo, muebles destrozados, restos de sangre seca y marcas de garras en el suelo y las paredes. Garrik tenía la sensación como si hubieran liberado algún tipo de bestia salvaje en aquella ala residencial y hubiera estado cazando a sus habitantes. El silencio era agobiante y nadie se atrevía a hablar, se comunicaban por gestos y sentían que una presencia invisible los vigilaba a cada paso que daban por aquellos solitarios pasillos. Los Bagh-Mari avanzaban por delante de ellos, envueltos en sus camuflajes integrados en sus armaduras, como espectros vagando por aquellas instalaciones que parecían abandonadas de toda vida. Garrik podía notar la tensión en cada integrante de grupo,Trece había dejado de fumar, la Hexa sujetaba con fuerza su rifle de francotirador y lo alzaba al mínimo sonido, los Mirmidones y Aquiles agarraban en mango de sus espadas envainadas de forma inconsciente, mientras la Funcionaria Deva guiaba a su Devabot con paso tranquilo. El Azra'il, los Kaplan y las Odaliscas murmuraban oraciones del Corán sin pronunciar una sola palabra, el Guardia Celestial mantenía sujetos sus Kuang Shi pacificandolos con su control neuronal, al removerse nerviosos por la tensión pese al adoctrinamiento y lavado de cerebro, a la vez que los Wú Ming sujetaban con indiferencia veterana sus rifles Multi y miraban suspicaces a los acorazados Orco. Damián movía en arco su ametralladora, listo para disparar ante la primera muestra de amenaza, Arneo sujetaba su Mk-12 como si fuera un tótem, Freyna tecleaba a toda velocidad sus teclados holográficos revisando el sistema de cámaras de seguridad cercanas y Emily temblaba nerviosa a su lado con su rostro pálido bajo su capucha. El tiempo parecía arrastrarse lentamente, casi como si se hubiera detenido, cada habitación vacía era como una advertencia a que debían huir de aquel lugar y no mirar atrás. Un chasquido rompió el silencio, un susurro llenó el comunicador y una voz muy baja resonó en el canal de comunicación del equipo de asalto, los Bagh-Mari habían encontrado algo a unos doscientos metros de donde estaban. Trece asintió y alzó su puño derecho, para luego llevarlo hacia delante, dando la silenciosa orden de avanzar hacia la posición de los batidores.
Tras dos minutos de rápido avance, entraron en un enorme comedor comunal, las mesas y sillas estaban volcadas en todas direcciones, algunas habían sido usadas como barricadas improvisadas y las marcas de combate eran visibles a plena vista. En el centro del comedor estaban los dos Bagh-Mari, arrodillados ante lo que parecía en un principio un bulto, pero al acercarse el grupo pudo vislumbrar el torso de un cuerpo sintético, eran los restos de un funcionario Deva asignado a la instalación arqueológica. Garrik vio que le habían arrancado las piernas a la altura de las rodillas y le faltaba todo el brazo izquierdo, un rastro de fluido y aceite seco demostraba que se había arrastrado varios metros hasta morir, si es que una máquina con un programa por mente podría hacerlo. Trece señaló a Damián y a los dos Orcos, para luego indicarles con un movimiento de mano que cubrieran la entrada por la que habían llegado. Luego indicó al Azra'il y los dos Wú Ming que cubrieran la otra entrada. Un suspiro salió de sus labios y se encendió un cigarrillo, mirando los restos de cuerpo sintético que tenía ante él.
-Necesito a la Funcionaria Deva que y a la hermana Custodia -ordenó Trece, sin quitar la vista de cuerpo y de la escena, intentando entender el escenario de lo que allí había sucedido. -Tenéis que encenderlo y que nos cuente qué ha pasado, si no es posible debemos acceder a su petaca de datos.
-Dejar que una hacker Nómada acceda a un Lhost de Aleph es totalmente irregular -rebatió la Funcionaria Deva, avanzando con su estilizado y sensual cuerpo biomecánico hacia los restos de su compañero caído. -Yo sola puedo encargarme de acceder a los datos de este Funcionario Deva destruido.
-¿A caso tiene la gran Aleph algo que ocultar y no quiere que otros lo sepan? -preguntó Freyna tras su máscara, sonriendo bajo ella con arrogancia, encarándose con la Funcionaria Deva y acariciando su teclado holográfico. -Puedes ser un programa o aspecto avanzado de Aleph, pero yo soy de las mejores hackers de la Esfera y si necesitamos sacar información, yo puedo hacerlo sola.
-¡Basta las dos! -gruñó Trece, poniendo los ojos en blanco de fastidio por el odio mutuo que se tenían las fuerzas de Aleph y la nación Nómada. -Seguiréis mis órdenes sin rechistar, ahora sacad esos malditos datos de ese cacharro o ponedlo en marcha y que nos cuente qué ha sucedido, pero hacedlo de una puta vez.
Ambas asintieron ante las furibundas órdenes de Trece, los Bagh-Mari se apartaron de los restos para dejarlas trabajar, mientras Garrik, Aquiles, la Hexa, el Guardia Celestial y una de las Odaliscas se acercaron para saber qué información podían recabar de aquel trozo de chatarra. La Deva conectaba cables con rapidez mecánica y soldaba las conexiones neuronales de su contraparte destruida, Freyna diagnosticaba los sistemas uno a uno, activando cada nervio y neurona sintética de forma secuencial, depurando los errores y corrigiendo el código degradado. El Lhost se agitó al reactivarse y volver a la vida, un largo grito agudo salió de su destrozada garganta, resonando por todo el comedor y haciendo temblar a todos los allí reunidos. Trece se acercó al tembloroso torso y le lanzó una mirada fría, sabiendo que en el estado en que estaba no aguantaría mucho y que debía ser rápido con sus preguntas.
-Funcionario Deva, protocolo del O-12 -la voz de Trece fue inflexible, su tono era monótono y frío, un aura de autoridad parecía recibirlo como un manto en ese instante. -Código de autorización X4J78F, Agente Corvus Trece. Informe de lo sucedido en la instalación, prioridad alfa.
-Autorización aceptada, procesando respuesta… recabando información...-las palabras del destrozado Funcionario Deva sonaron cargadas de estática e interferencias, mientras su cuerpo se seguía agitando, presa de espasmos. -Hace cuarenta días, se desenterró el Templo de Poseidón. Su estructura se encontraban en un estado de conservación óptimo y sellado, los análisis de los materiales usados en su obra no eran de la Tierra.
-¿A qué te refieres con que estaba en estado óptimo el Templo? -preguntó Trece, arrancándose la barbilla de manera pensativa y sabiendo que el resto estaba escuchando aquella conversación con sumo interés. -¿Y a que te refieres a que los materiales de construcción no eran terrestres?
-Tras la retirada de los restos de flora y depósitos marinos de su superficie, se descubrió que no había signos de erosión pese a tener milenios la estructura y estar sometido al ambiente extremo de las profundidades marinas -el Deva lo explicó igual que un adulto lo explicaría a un niño, de forma sencilla y comprensible para sus conocimientos rudimentarios. -Los materiales de su estructura eran una mezcla de metales meteóricos, polímeros sintéticos y una reducida cantidad de Teseum -sintió las miradas de asombro al mencionar el raro mineral, que solo se podía encontrar actualmente en el planeta Ariadna y prosiguió con su explicación. -El doctor Chu dio la orden de abrir el templo, sin informar al O-12 por miedo a que se enviarán fuerzas de contención o fuera destruido como medida preventiva ante una posible amenaza.
-¡Maldito idiota! -gruñó Trece negando con la cabeza, ante aquella estupidez que había puesto en peligro a toda la Tierra. -¿Qué sucedió con el Doctor Chu? ¿Y por qué no hay nadie en la instalación? ¿Fue evacuado todo el personal?
-El último paradero del Doctor Chu…es en el interior del templo -el destrozado Deva arrastraba las palabras, indicando que su tiempo de funcionamiento estaba llegando a fin. -Negativo, no se pudo evacuar... todo el personal fue llevado a la fuerza al interior del templo -empezó a agitarse al empezar a perder energía. -Fueron llevados por formas modificadas genéticamente de los integrantes del equipo de exploración del profesor Chu... es una alerta de nivel... cinco...
Un silencio incómodo se extendió por todo el comedor ante las últimas palabras del destrozado Funcionario Deva, aquel nivel de alerta era dado ante una ambiente hostil de amenaza extrema. Garrik maldijo en silencio, sabía que había algo raro en toda aquella misión y ahora sabían la verdad, habían liberado una amenaza antigua y durmiente que carácter posiblemente alienígena en plena Tierra, sin contar que fuerzas equipadas y bien entrenadas de los equipos de seguridad del O-12 no habían sido capaces de suprimirla. Aquello no era un equipo de incursión y rescate, era una misión suicida en territorio enemigo y ese era el trabajo en que ahora se había especializado como Exorcista. Trece suspiró y se masajeó las sienes, sabía lo que debía hacer y debía cumplir con las órdenes dadas por el propio Bostria, investigar y neutralizar la amenaza, en caso de ser imposible de eliminarla, activar el protocolo fuego negro. Aquella misión se complicaba por momentos y debían ponerse en marcha, el tiempo corría en su contra. Trece dio la orden y avanzaron por el otro pasillo, siguiendo la misma formación que habían utilizado para llegar hasta el comedor en un silencio aún más tenso. Tras varios pasillos y habitaciones vacías, salieron a través de una compuerta de seguridad al complejo interior de las ruinas arqueológicas. Muros de casas antiguas desenterradas formaban un laberinto de coberturas, columnas rotas se alzaban como dedos de nadadores de la tierra quemada por el agua salada. En el centro sobre un promontorio escalonado se alzaba el enorme templo de quince metros de altura, sus columnas estaban impolutas y sin marcas de desgaste por el tiempo, estatuas de criaturas mitológicas los observaban desde sus capiteles de forma maligna y exudaba un aura de fría amenaza que helaba la sangre de todos.
-¡Templo de Poseidón! -exclamó Aquiles, mirándolo asombrado y sonriendo con su perfecto rostro, señalándolo con su espada. -Veamos qué peligros y tesoros oculta en su interior, los Dioses nos observan.
Todos maldijeron en voz baja por el entusiasmo de la recreación del héroe homérico creado por Aleph, para ser su mano ejecutora y punta de lanza de sus tropas. Garrik compró su fusil Combi y su E-mitter integrado, sabiendo que iba a dar buen eso de su arma, pues fuera lo que hubiera dentro del templo, una cosa era segura, los estaba esperando y atrayendo hacia una trampa.
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