Anurak se arrodilló en una de las azotadas playas, sin hacer caso a la lluvia ácida que caía con fuerza, mientras observaba los agitados mares químicos. Una sonrisa se dibujó en su rostro sin rasgos, veía potencial para la vida en aquellas aguas tóxicas, únicamente necesitaba un pequeño empujón para florecer. Conocía miles de planetas con el potencial para generar vida, pero que nunca en ellos se había alzado y otros agrestes, dónde la vida había crecido y prosperado contra todo pronóstico. Anurak alargó su brazo derecho y sus dedos tocaron el mar, una pequeña descarga de energía pura recorrió la espesas y tóxicas aguas de los contaminados mares. Los compuestos químicos y proteínas reaccionaron, uniéndose para formar vida, las primeras células empezaron a moverse en aquel caldo primordial. Anurak se levantó, su cuerpo empezó a transformarse en una nebulosa de energía y luces, alzándose hacia los oscuros cielos, sabiendo que ahora solo dependía de esas minúsculas semillas de vida el futuro de ese mundo.
Las células se reproducían sin parar, alimentándose de los productos químicos y proteínas, que flotaban en aquel tortuoso mar. Nuevos tipos de células aparecían sin parar, mientras aquel mundo primigenio empezaba a cambiar, remodelado por la floreciente vida que crecía desbocada. Anurak volvió, pero esta vez acompañado por una docena de su gente, para él solo había pasado un parpadeo de tiempo, pero para aquel mundo habían pasado varios centenares de miles de años. Aquel mundo había cambiado radicalmente, los cielos estaban más despejados y limpios de contaminantes, seguía habiendo vulcanismo, pero ahora era moderado, el agua de los ríos y mares estaba libre de metales pesados y de radiación. Anurak observó cómo los mares eran un hervidero seres vivos, desde simples células hasta complejos peces de todas formas, tamaños y colores. Bosques de algas, de anémonas y arrecifes coralinos crecían en los fondos marinos, dónde crustáceos y moluscos se arrastraban cazando peces o alimentándose de algas.
Anurak y los demás Remodeladores estudiaron con interés cada ser, con solo mirar cada especie podían saber las posibilidades evolutivas y hacerse una idea de cuánto tiempo se necesitaría para ver los cambios efectivos. Pronto la vida colonizaría los continentes, dando otro gran salto evolutivo, pero aun así todos sabían que en cualquier momento podía desaparecer toda la vida. No era algo raro en sí, un asteroide podría arrasar el planeta o una llamarada solar quemaría toda la vida, incluso el mismo planeta podía apagarse. Eran riesgos conocidos, pero no importaba si sucedían o no, lo importante era si la vida de aquel mundo llegaba a desarrollar inteligencia propia. Anurak y los suyos se marcharon satisfechos con lo que vieron.
Extinciones y evoluciones se sucedían sin parar cíclicamente, las plantas colonizaron la superficie formando jardines de extrañas plantas y formaciones árboles sinuosos. Grandes esporas y polen flotaban mecidas por los fuertes vientos, flores de colores estridentes brotaban salvajemente con tamaños desmesurados. En las playas de brillante arena, los insectos y arácnidos se aventuraban a penetrar en aquella espesura, para huir de los primeros anfibios que cazaban sin apenas alejarse de las costas. El mundo siguió girando y las especies que lo habitaban evolucionando, aparecieron los reptiles que competían con enormes insectos de caparazones brillantes y mortíferos cazadores arácnidos venenosos. Llegaron sequías abrumadoras y glaciaciones de décadas de siglos, obligando a todos las especies a adaptarse al cambiante medio o extinguirse. Los primeros mamíferos correteaban entre las raíces y hierbas altas de los enormes bosques, los enormes saurios se habían dividido en subespecies, dominando los cielos cubiertos de plumas, compitiendo con los grandes escualos con sus aletas en los mares y migrando por los continentes de tierra a la búsqueda de alimentos.
Anurak observó desde los cielos, convertido en una nebulosa de energía, cómo progresaba la vida en ese mundo. Se había abierto paso, cambiando de ser una simple célula a hasta llegar a estar a punto de ser vida consciente. Los primeros seres inteligentes empezaron a aparecer, los primeros simios que usaban objetos rudimentarios, saurios bípedos inteligentes y plantas antropomorfas que vivían en colonias. Observó cómo las especies inteligentes empezaron a crear sus pequeñas sociedades e incluso a interactuar entre ellas, sabía que el momento de cosechar lo sembrado se acercaba y en un par de milenios podrían proceder a reclamar lo que les pertenecía.
La noche se iluminó de pronto transformándose en un radiante día, por los centenares de enormes nebulosas descendían del cielo, mientras tomaban formas humanoides de tamaño titánico. Los gritos de asombro salieron de las bocas de las razas pensantes de aquel planeta joven, mientras aquellas colosales criaturas de energía pura se posaban alrededor de sus ciudades, esperando una invisible señal. Anurak sonrió levemente, pues el tiempo de recoger la cosecha de lo sembrado había llegado. Alzó sus brazos y dio un grito solo audible por los demás Remodeladores, que empezaron a brillar con luz mortecina y cientos de zarcillos de energía brotaron de ellos hacia las formas de vidas de ese mundo. Todo ser viviente del planeta empezó a chillar, al sentir cómo sus energías vitales eran absorbidas por los Remodeladores, mientras estos se alimentaban piedad ninguna de aquel mundo floreciente.
Anurak saboreó las esencias de la progenie que había cultivado en ese planeta, regodeándose de su agonía y su muerte. Aquello duró horas y todo lo que intentaron para defenderse las especies del planeta contra los Remodeladores fue inútil, dejando solo los restos resecos de todas las especies complejas. Llenos y revitalizados, los Remodeladores se alzaron al cielo, volviendo a transformarse en nebulosas para ir al siguiente planeta que devorar. Anurak observó las simples células que habían sobrevivido al banquete, sabiendo que con el tiempo volverían a desarrollarse en vida compleja y serían devoradas por los suyos otra vez. Sonrió cruelmente sabiendo que el ciclo de vida y muerte seguiría por toda una eternidad, hasta que las estrellas se apagarán y el universo muriera.
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