La estructura del submarino vibraba y gemía al entrar en la atmósfera, mientras su superficie se calentaba hasta casi arder por el rozamiento y la velocidad de la reentrada en el planeta. El agente Corvus Trece comprobó los datos en los indicadores, que parpadeaban sin parar en el panel de control y los medidores de la altura, le llegaron los gritos de miedo y emoción de los equipos de combate desde la bodega de carga. Una sonrisa apareció en su rostro, sabiendo que el poderoso Aquiles y los demás estarían cagándose de miedo detrás de él, el indicador de altura seguía descendiendo a toda velocidad y la temperatura ya se podía notar en el interior del submarino, mientras eran zarandeados sin parar por las poderosas ráfagas del turbulento viento. Trece pulsó activador de los paracaídas de descenso y sintió el duro golpe del frenazo, cuándo los paracaídas se abrieron todos a la vez, deteniendo la caída libre y aminorando la velocidad de descenso del submarino. Suspiró más tranquilo al notar cómo los paracaídas aguantaban el peso y se recostó un momento en el asiento del piloto, mientras repasaba mentalmente lo que sabía de los líderes de cada equipo enviado para ayudar en esta operación. Trece se quitó el arnés de seguridad y activo el intercomunicador interno del submarino, para informar a sus compañeros de misión.
-Señores y señoras, la entrada ha sido un éxito -Trece se levantó y se estiró, sin dejar de hablar al comunicador. -Estamos descendiendo y en los próximos minutos nos sumergiremos en el mar Atlántico. Por favor que los jefes de cada equipo vengan a la cabina, se les requiere para una reunión táctica.
Trece vio llegar a los cinco líderes de los equipos de ataque, estudiando con cuidado a cada uno de ellos. La operativo Hexa se movía con movimientos cautelosos y medidos, irradiaba un aura de eficiencia letal, que pocas veces había visto en sus años de carrera. Aquiles la seguía con andares confiados y una sonrisa de superioridad su inmaculado rostro, aunque Trece sabía que era una máquina de destrucción masiva, pese a su actitud arrogante y orgullo desmedido. El voluminoso Azra'il entró después con pesados pasos y lanzando una dura mirada en todas direcciones, mientras hablaba sobre seguridad con el Guardia Celestial, que caminaba a su lado con tranquilidad absoluta, irradiando un aura de desprecio indiferente. Garrik fue el último en entrar en la cabina del submarino, se había quitado el casco dejando ver las cicatrices de su última misión, que aún no se habían borrado de su rostro y se apoyó en una de las paredes de la estancia sin apartar la mirada del agente Corvus Trece, sus miradas se cruzaron un largo momento y ambos se estudiaron con interés profesional. Trece se levantó y sacó un pequeño cigarrillo de uno de los bolsillos, lo encendió y le dio una larga calada antes de empezar a hablar.
-En un par de horas llegaremos a nuestro objetivo -Trece pulsó un botón de la consola de control, al instante se activó un haz de luz holográfica salió del techo formando la imagen del domo submarino que flotaba en el centro de la cabina. -Esta es la cúpula de la excavación arqueológica, en ella hay tres puertos de atraque. Entraremos por el número tres.
-¿Tienes un mapa detallado del lugar? -preguntó Garrik mirando el holograma, mientras en su interior crecía una terrible corazonada. -¿Y disposición de posibles emplazamientos de los enemigos?
-Si, tenemos mapa del complejo -Trece tocó el holograma y este cambió, mostrando un mapa detallado de todas las instalaciones del complejo. -Si alguien quisiera hacerse fuerte en aquel lugar, sería en las ruinas, justo en el centro del complejo. También está el complejo habitacional y los distintos muelles.
-¿No ha habido ninguna nueva comunicación con el O-12? -preguntó la Hexa, observando los puntos indicados por el Trece y señalando una posible ruta de entrada hasta las ruinas con su mano blindada en el plano holográfico. -La ruta a seguir es clara, podemos avanzar hasta el complejo habitacional, desde el puerto de atraque y desde allí hasta las ruinas. ¿Qué es esté punto marcado del centro de las ruinas?
-Es el plan que iba a recomendar -asintió Trece dando otra calada al cigarrillo y dejando qué el humo flotará por la cabina, antes de responder a la pregunta de la Hexa. -Eso es el Templo de Poseidón, el equipo arqueológico estaba listo para explorarlo cuándo se perdió contacto con el domo.
-Entonces, debieron encontrar algo allí -dijo Aquiles mirando fijamente el punto rojo del mapa holográfico. -Los Dioses guardan celosamente sus secretos, deberíamos derrumbar el domo y alejarnos del lugar.
-Los Dioses no tienen nada que ver -respondió Garrik mirando a Trece, sin hacer caso de la mirada de ira qué le soltó Aquiles. -Este despliegue de medios, por unas ruinas por muy antiguas e importantes que sean no encajan. ¿Qué habéis encontrado ahí abajo agente Corvus Trece? ¿Qué es tan valioso cómo para qué envíen cinco naciones de la Esfera agentes de élite para recuperar esté sitio?
-Lo que diga no tiene que salir de este submarino -contestó serio Trece mirando a cada uno de ellos, para luego tirar el cigarro consumido al suelo y aplastarlo con el tacón de una de sus botas con cierta rabia contenida. -Si este paraje es la Atlántida, eso es correcto y no he mentido. Pero que se ha ocultado es que hemos encontrado tecnología ahí abajo, tiene milenios y aun así es incluso más avanzada qué la tecnología actual de todas las naciones. Se pensaba qué el Templo de Poseidón es un almacén o fábrica de tecnología, sus accesos estaban sellados herméticamente con puertas tan duras cómo el fuselaje de una nave espacial y han aguantado al hundimiento de un pequeño continente, además de milenios de exposición al agua marina, la presión submarina y el mismo paso tiempo.
Un tenso silencio embargó la cabina, aquella revelación podía cambiar todo sobre la verdadera historia de la humanidad y habría nuevas preguntas difíciles de responder. Garrik había escuchado y estudiado hasta ahora al agente Corvus Trece, sabía qué no estaba mintiendo y que tal vez incluso él mismo sospechaba que había mucho más de lo que el alto mando del O-12 le había informado. Las alarmas saltaron por toda la cabina y su sonido se clavó en los oídos de todos los allí reunidos, Trece se giró y vio como la pantalla de la consola de navegación parpadeaban con el mensaje de <<inmersión inminente>>. Soltando una maldición, Trece ordenó a los jefes de grupo volver a sus asientos en la bodega, qué obedecieron al instante y salieron de la cabina, mientras él se volvía a sentar el asiento del piloto y se puso el arnés, viendo cómo se acercaban a las oscuras aguas del Atlántico.
Contó mentalmente hasta diez y pulsó el botón de liberación de los paracaídas de descenso, Trece escuchó cómo las abrazaderas de seguridad soltaban los cables de sujeción de los paracaídas y notó cómo el submarino golpeó con violencia el agitado mar. El submarino se hundió en aquellas aguas oscuras, cuándo empezó a soltar el lastre que lo mantenía a flote y descendió hacia el oscuro fondo. Los motores rugieron cómo un leviatán enfadado al ponerse en funcionamiento, haciendo avanzar el submarino por el agitado y escapado fondo marino en dirección a los restos de la Atlántida. Trece vio entre las algas y viejos pecios hundidos de siglos atrás el brillo del metal pulido y el plástico acerado de los submarinos del O-12 que habían intentado antes que ellos su acercamiento al lugar.
Los sistemas de defensas del domo submarino se activaron y enormes torretas lanzatorpedos se activaron, lanzando sus mortíferas cargas contra el pequeño sumergible que se acercaba a toda velocidad por el fondo marino. Trece soltó una maldición y maniobró con violencia, esquivando los impactos de los torpedos, mientras intentaba encontrar una ruta que los llevará sanos y salvos al puerto número tres. El submarino gemía y crujía, sin dejar de vibrar por las explosiones subacuáticas de los torpedos, Garrik apretó con sus manos el arnés de seguridad de su asiento, sintiendo impotencia al estar su seguridad y la del resto en las manos del extraño agente Corvus Trece. Los segundos parecían alargarse y ser eternos, a su alrededor podía escuchar como rezaban sus compañeros, maldecían o cantaban nerviosos en voz baja, mientras seguía clavándose en la cabeza de todos el aullido de las alarmas. Trece maldijo, por qué la última explosión había estado a punto de pillarlos y destrozarlos, igual que un martillo pilón a una lata de conservas, al menos ya habían dejado atrás las armas de defensa automáticas del domo y estaban atracando en el puerto número tres. Se llevó las manos a uno de los bolsillos para sacar un cigarrillo y se dio cuenta de que ya no le quedaban, suspiró al ver enormes y destartalados submarinos atracados en los diferentes amarraderos del puerto, tenían compañía y eso era malo. Apagó la alarma y activó los sistemas de armas autónomas del submarino, preparándose para lo peor a la vez que encendió el sistema de altavoces del comunicador interior.
-Damas y caballeros, siento el movido viaje -dijo Trece, quitándose el arnés de seguridad del asiento y yendo hacia el pequeño armero de la cabina, para sacar sus armas y la munición necesaria para la misión. -Hemos llegado al objetivo, bienvenidos a la Atlántida, por favor empiecen a equiparse con todo su armamento, parece que tendremos algo de compañía.
Comentarios