Sentía un dolor atenazante en todo su cuerpo, le caían por la frente regueros de oscuro sudor, le ardía todo el cuerpo por la alta fiebre y le hacía entrar en un delirio constante. Las manos de Eddie Brock temblaron salvajemente, cuándo intentó abrir el pequeño bote de calmantes sin éxito para calmar aquella agonía, desesperado lo arrojó al suelo y se dejó caer otra vez en el viejo sofá. Su apartamento estaba desordenado y lleno de basura por todas partes, se sentía enfermo y estaba deprimido tras perder su último trabajo como periodista en el Daily Bugle. Eddie volvió a sentir el aguijón en la nuca del incipiente dolor de cabeza, soltó un gemido y maldijo en voz baja su mala suerte. Cerró los ojos para intentar dormir, acomodándose totalmente en el sofá y echándose por encima una vieja manta. Sueños oscuros le atormentaron, acompañados de una siniestra risa inhumana y la sensación de estar hundiéndose en un mar de alquitrán hasta desaparecer en una negra oscuridad. Eddie se despertó gritando, sintiendo un terror helador y moviéndose tan violentamente que se cayó al frío suelo de piedra del apartamento. Parpadeó confuso durante unos largos minutos, mientras temblaba sin parar envuelto en la manta empapada de su sudor.
"Eddie."
-¿Quién ha dicho eso? -preguntó en voz alta Eddie, arrojando al sofá la manta y sentándose dolorido en el suelo. -Maldita sea, ya empiezo a oír voces por la fiebre. ¿A caso me estoy volviendo loco?
"No te has vuelto loco, Eddie. Has sido escogido y será mejor que no te resistas, te será menos doloroso."
-Qué una voz siniestra en mi cabeza, me diga que no estoy loco, me tranquiliza mucho -respondió sarcásticamente Eddie, levantándose y mirando en todas direcciones, cómo si esperase ver a su interlocutor salir de detrás de algún mueble. -¿Qué he sido escogido? ¿Para qué? ¿Y por qué me va a doler?.
"Haces demasiadas preguntas, Eddie. Has sido escogido para ser mi compañero, serás mucho más de lo que eres ahora y al fin podré estar completo."
Antes que Eddie pudiera replicar a la extraña voz, sintió que algo húmedo y gelatinoso empezaba a extenderse por todo su cuerpo con una espantosa rapidez. Desesperado empezó a arrancar con sus manos trozos de aquella sustancia negra cómo el alquitrán, mientras sentía como perdía el control de su cuerpo y los tentáculos de una monstruosa presencia echaban raíces en su mente de forma brutal. Eddie lanzó un último grito aterrado, cuándo la extraña sustancia le cubrió totalmente el cuerpo, hundiéndose en una malsana oscuridad y solo escuchó una cruel risa. Se quedó inmóvil con las rodillas clavadas en el suelo de piedra, cómo si fuera una estatua de ébano brillante a medio esculpir, con su rostro sin rasgos mirando hacia abajo. El cuerpo de Eddie empezó a temblar con fuertes espasmos y sus músculos se hincharon de forma monstruosa, sus poderosas manos se crisparon al crecer afiladas garras en las puntas de sus dedos. Echó la cabeza hacia atrás y gritó al partirse el rostro horizontalmente, creando una boca de encías empapadas en saliva, llenas de brutales colmillos afilados, una lengua larga y rasposa asomó por la nueva boca, lamiendo con cuidado los retraídos labios. La criatura parpadeó con enormes ojos blancos carentes de iris y pupilas, una risa de regocijo salió dura y cruel de su cavernosa garganta, complacida con su nueva forma. Eddie Brock ya no existía, su mente y su cuerpo se habían unido con aquella extraña sustancia, formando un nuevo ser con una única mente y un propósito grabado a fuego en su psique.
-¡Al fin estamos completos! -susurró la monstruosidad, levantándose y caminando hacia la ventana abierta del apartamento. -Ahora solo queda Veneno y vamos a vengarnos de Spiderman, por todo lo que nos ha hecho a ambos.
Veneno salió por la ventana y saltó al vacío, alzó una mano de forma instintiva y del dorso de ella salió disparado una fina y larga hebra de oscura seda, que se pegó a la pared más cercana del edificio que estaba en frente de él. Se balanceó con facilidad, avanzando hacia delante entre los edificios con una gracilidad inhumana, lanzando hebras de seda para moverse por la ciudad a la búsqueda de su enemigo, mientras las dos mentes fusionadas saboreaban el poder de su unión y de los tormentos que le infligirían a Spiderman por todas las desgracias que les había ocasionado a ambos.
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