El pecado del Creador.

Temblaba en la habitación en silencio, hecho un gurruño en una esquina. La habitación estaba totalmente acolchada, sin nada que pudiera usarse para herirse o intentar suicidarse, las luces temblaban provocando zonas de sombras siniestras. Cientos de voces gritaban en su cabeza, todas eran la suya propia, hablando y susurrando en su mente sin parar. El dormir era algo que se había vuelto imposible de realizar, las pesadillas con cientos de imágenes de diferentes lugares y personas, que le eran extrañas y familiares a la vez. El sonido de la puerta al abrirse le hizo alzar la mirada al umbral abierto, dos hombres enormes enteraron en la habitación vestidos totalmente de blanco, le sujetaron con sus enormes y carnosas manos, intentó huir sin éxito de su poderoso agarre. Fue sacado arrastras de lo que era todo su mundo, las luces de un blanco brillante le hirieron los ojos, obligándole a parpadear sin parar, mientras era arrastrando por el largo pasillo, observó cientos de puertas de celdas con números grabados. Antes de darse cuenta de la terrible procesión por el interminable pasillo acabo, cuando entraron en una enorme sala llena de extraños tubos, más altos que un hombre. Un miedo irracional llenó todo su ser, cuando los vio y empezó a revolverse de forma desesperada, hasta que recibió un golpe en la cabeza. Todo le daba vueltas por el brutal impacto, fue atado con rapidez metódica a una camilla de acero con fuertes correas de cuero, luego la camilla vibró y pasó de estar en posición horizontal a vertical. Frente a él estaba su creador, vestido con una larga túnica blanca con la capucha, cubriéndole de sombras su cruel y sonriente rostro, aun así podía sentir su mirada sobre él. 

-¿Sabes por qué te hemos traído aquí? - la pregunta salió con suavidad de los labios del creador. - Responde a mi pregunta, 347.

-No lo sé, Creador -el miedo afloro en las palabras de 347.-No sé por qué he sido traído ante ti. 

-Eso es fácil de responder, porque eres un éxito y a la vez un fracaso -Creador lo dijo con asco, mientras paseo alrededor de la camilla, igual que un depredador rodeando a su presa. -Eres el único de tu serie que ha desarrollado capacidades psíquicas, pero eres incapaz de controlarlas -se paró en frente a 347 y le sujeto la barbilla con fuerza con su mano derecha. -Pero siempre hay una solución… 

-¿Hay una solución? -la pregunta salió de forma dubitativa de los labios de 347.-Entonces... ¿dejaré de tener pesadillas y de oír voces en la cabeza? 

-Claro que sí, no tendrás más pesadillas -Creador se giró y caminó hasta una gran consola llena de botones y monitores, sentándose con cuidado en la mullida silla y sonrió de forma cruel. -El progreso y la guerra necesitan sacrificios, tú eres la pieza clave para el siguiente pasó de soldados psíquicos, por lo que voy a viviseccionarte para saber lo que te hace especial, 347.

Soltando una risa maníaca, Creador pulsó un botón en la consola, del techo se desplegó una enorme sonda llena de brazos robóticos equipados con sierras, cuchillos, pinzas y jeringuillas de aspecto brutal. Un grito de terror salió de la garganta de 347, el miedo y la indignación batallaban en su interior ante una muerte segura. La sonda bajó hasta quedar a la altura de 347, preparada para empezar con la vivisección sobre su involuntario paciente. Todo empezó a temblar levemente en la sala de clonación, cuándo se acercó el primer cuchillo al pecho de 347. Los ojos de 347 se iluminaron y de su garganta salió un terrible grito, cuando la sonda clavó el cuchillo en su pecho. Una onda de choque psíquica salió de 347, recorriendo la sala igual que la ola de un maremoto, destrozando la sonda y despertando a los cientos de clones durmientes en los tubos, además de derribar a todo el personal de la sala. Las alarmas sonaron por todo el complejo, cientos de puños golpearon de forma frenética los enormes tubos de gestación, Creador había sido arrojado al suelo y se llevó las manos a los oídos, mientras empezó a evaluar la situación. Con un gran esfuerzo, 347 forcejeó sin parar con las correas de cuero, mientras la sangre corría por su pecho, a su alrededor se había desatado la locura, decenas de tubos habían sido destrozados desde el interior, liberando a clones frenéticos, que se lanzaban con salvajismo contra los científicos y guardias. Las miradas de Creador y 347 se cruzaron, en ese momento para ambos únicamente importaba una cosa, vengarse del otro. Creador sacó una pistola de su túnica y disparó contra 347, justo cuando este se liberaba de sus ataduras. 

Las balas volaron en dirección a 347, aterrado cerró los ojos y esperó sentir un dolor que no llegó. Abrió los ojos y observó cómo las balas yacían suspendidas en el aire, gracias a sus poderes psíquicos. Ahora sabía cómo usarlos, el catalizador era el miedo y el dolor que sentía. Con un solo gesto de la mano de 347, las balas salieron disparadas hacia Creador, derribándolo mientras soltaba un grito de sorpresa. Corriendo agachado, avanzó hacia Creador y lo encontró, arrastrándose empapado en sangre hacia la salida de emergencia, sin miramientos, 347 le dio una patada en el torso empapado en sangre, haciéndole gritar y retocerse de dolor en el suelo metálico. 

-¿Qué sucede mi creador? -preguntó lleno de ira 347 al agarrarlo por la túnica y alzarlo. -¿No es lo que querías? ¿No querías un soldado que pudiera utilizar habilidades psíquicas? 

-No, esto no lo que debía...suceder -las palabras salieron de la boca de Creador con sangre. -No… quiero morir, 347.

-¿Y a caso yo lo quería hace un momento? -le espetó al moribundo con rabia, 347 le quitó la capucha.-Veamos tu cruel rostro. 

-No lo hagas -gimió Creador al sentir la mano de 347 quitándole la capucha y mirándole con asco. -No me… mires así, con esos ojos...-sus palabras se esfumaron en sus labios cuando su corazón se paró y su mirada de terror quedó velada por la muerte.

Lleno de una mezcla de asco, terror e ira, 347 soltó el cuerpo inerte de Creador. Observó durante lo que fue una eternidad el rostro del muerto, que era el mismo que el suyo y que del resto de clones. Su padre y creador los había convertido a todos ellos en esclavos, meros objetos de usar y tirar cuando ya no fueran de utilidad. Decidido, 347 recogió la pistola del suelo, sabiendo qué iba a corregir el pecado de su creador, daría la libertad a sus hermanos y a él mismo.

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