Los gritos de guerra y el sonido de las armas, se mezclaron con el chocar de las olas en la playa, la sangre empapaba la fina arena blanca y los cuerpos destrozados creaban una macabra alfombra de carne. Arthur avanzaba sin parar, moviendo su tridente a toda velocidad, matando y mutilando enemigos, le dolía cada músculo de su cuerpo de puro agotamiento y de los cortes recibidos, el sonido de unos cuernos sobrenaturales se impuso al sonido de la batalla, marcando el final de aquel asalto contra las playas de Temisira. Los monstruosos enemigos se retiraban, dejando tras de sí una playa de muertos y agonizantes, Arthur miró a su alrededor jadeando sin parar, viendo cómo sus guerreros atlantes, las amazonas de Temisira y tropas de héroes remataban sin piedad a los invasores moribundos. Sintió que el cansancio se apoderaba de su cuerpo y se dejó caer sobre la sucia arena, mientras los recuerdos de los últimos días inundaban su mente. La transformación de Superman en una estatua de piedra por la mirada de Medusa, Batman envejeciendo en segundos tres décadas por la voluntad de Cronos, cómo Wonder Woman era aplastada casi por completo por Atlas al arrojarla una parte del monte Olimpo sobre ella, rompiéndola casi todos sus huesos, Luthor encerrando al Detective Marciano en la caja de Pandora o la más reciente muerte la de Hall Jordan, despedazado por una jauría de Cerberos, en esa misma playa dos horas atrás. El chasquido del comunicador en su oído, sacó a Arthur de sus recuerdos, tras suspirar y apartar sus pensamientos, lo activó.
-Aquí Aquaman -respondió secamente Arthur, mientras observaba como las gaviotas se daban un festín con los muertos. -La playa del oeste todavía aguanta, pero necesitamos refuerzos o nos superarán en el siguiente ataque.
-Oliver ha muerto, Arthur -la voz envejecida y ajada de Bruce Wayne sonó llena de solemne tristeza. -Murió como un héroe, acabando con el gigante Anteo, salvando los acantilados del norte de Temisira y a cientos de nuestros guerreros.
-Oliver era un buen hombre...-divagó Arthur aferrándose al tridente y sintiendo una extraña llamada en el fondo de su mente. -¿Lo sabe Canario Negro? ¿O alguien más?
-Lo sabe solo Barry, fue quién me informó de lo sucedido -Bruce tosió con fuerza, antes de responder temblorosamente otra vez. -De todas formas no aguantaremos mucho más, Ares y los titanes olímpicos nos están superando, a este ritmo al amanecer estaremos muertos.
-Cuéntame algo que no sepa -gruño Arthur, mientras escuchaba los cuernos de guerra del ejército enemigo sonar a lo lejos. -Ya vienen, Bruce. Espero que estés preparado para morir o tengas algún plan bajo la capa de murciélago para salvarnos. Adiós amigo mío.
Arthur apagó el comunicador y respiró profundamente, mientras los supervivientes de sus fuerzas se preparaban para la nueva acometida de sus enemigos. Todo su cuerpo tembló, al volver a escuchar en su mente una voz tan casi antigua como los mismos mares, rugiendo en su cabeza, instándole a que se volviera contra sus aliados. Arthur sabía a quién pertenecía aquella voz, era el Titán conocido como Océano, señor de todas las aguas marinas y de las criaturas que vivían en ellas. Enormes cangrejos tan grandes como casas salieron del mar, seguidos de tritones de forma humanoide armados con toda clase de armas y liderados por Manta Negra. Arthur sabía que muchos villanos, gente de la superficie y de los mares, se habían inclinado ante el regreso de los antiguos señores del mundo, sirviéndolos con fervor religioso para crear el nuevo mundo que les habían prometido. Soltó un grito de guerra y se lanzó a la carga, intentando que la furia y la adrenalina sirvieran para alejar la voz del señor de los mares, mientras escuchaba como cargaban detrás de él los regimientos combinados de supervivientes. El choque fue tremendo, cuerpos, sangre y restos salieron volando en todas direcciones, los cañones de agua atlantes dispararon haciendo volcar por la presión del agua a los enormes cangrejos, que segaban las filas de defensores con sus monstruosas pinzas. El combate cuerpo a cuerpo se mezclaba con los disparos de armas de fuego y de las flechas, el caos era generalizado y las líneas de combate fluctuaban sin cesar. Una ráfaga de rayos de energía roja, desintegró a dos amazonas y un guerrero atlante que le precedían. Arthur vio como las lentes del casco de Manta Negra se volvían a iluminar, para arrojar otra ráfaga de energía aniquiladora. Por instinto, se lanzó al suelo esquivando los mortales rayos rojos y alzó el tridente, atravesando en el pecho de su enemigo sin mostrar piedad alguna. Jadeando se levantó y arrancó el arma del cuerpo del agonizante Manta Negra, para escuchar un trueno retumbar en el cielo y ver una figura rojiza con un trueno dorado en el pecho, volando sobre el campo de batalla, observando la encarnizada lucha con una mirada vacía de sentimientos. Arthur sabía que estaban condenados, había llegado el portador del poder de Shazam, el capitán Maravilla y nuevo heraldo de los titanes, sus poderes provenían de las deidades olímpicas y ahora lo controlaban como un títere, volviéndolo contra la humanidad en su hora más oscura.
Soltando un grito aterrador descendió sobre el campo de batalla para sembrar la destrucción, cientos de rayos cayeron del oscuro cielo golpeando con precisión las líneas de los defensores de la humanidad, matando héroes, soldados atlantes y amazonas de forma indiscriminada, mientras los soldados tritones asesinaban a los supervivientes sin piedad. Arthur cargó contra su antiguo compañero, lanzando un ataque tras otro a gran velocidad, intentando herirlo y derribarlo, pero eran esquivados con suma facilidad por su poderoso enemigo. El capitán Maravilla agarró el asta del tridente y golpeó con la otra mano el arma con una fuerza hercúlea, destrozando el arma como si fuera un simple juguete y haciendo perder el equilibrio a Arthur. La poderosa mano derecha del capitán Maravilla agarró el cuello de su antiguo compañero héroe, alzándolo como si no pesará nada, mientras se elevaba volando al tormentoso cielo nocturno, hasta volver a quedar sobre el destrozado campo de batalla.
-Acepta tu destino, Arthur -la voz del capitán Maravilla sonó extraña y sobrenatural, mientras lo observaba con indiferencia. -Sirve a Océano y salva a lo que queda de tu pueblo, es tu última oportunidad.
-Jamás me inclinaré ante nadie -respondió entre dientes Arthur, sintiendo que le faltaba el aire. -Yo soy el rey de la Atlántida y no me arrodillaré ante una vieja deidad olvidada, carente de piedad alguna por los mortales.
-Entonces muere -gruñó el capitán Maravilla apretando sin piedad el cuello de Arthur, mientras una sonrisa cruel se dibujó en su rostro. -Te prometo que tu pueblo morirá contigo, amigo mío.
Desesperado Arthur alzó sus manos, intentando concentrarse pese a estar ahogándose, en sus dedos empezó a condensarse humedad de las tormentosas nubes que les rodeaban, para luego crear una esfera de agua alrededor de la cabeza del capitán Maravilla, para ahogarlo sin aire e inundar sus pulmones. Ambos forcejeaban y luchaban por respirar, Arthur sentía como su cuello crujía por la fuerza abrumadora del capitán Maravilla, mientras este intentaba desesperado respirar sin éxito en la burbuja de agua. Una palabra salió ahogada entre las burbujas de agua, un nombre de poder: Shazam, un momento después, cientos de rayos golpearon a los dos héroes, derribándoles y haciéndoles caer con fuerza sobre el campo de batalla, envueltos una lluvia de mortal de energía que electrocutó a todo ser viviente en aquella sección de playa.
El sol salió en el horizonte, iluminando la destrozada isla de Temisira y dejando a la vista los estragos de la batalla librada aquella noche. Arthur despertó y tosió sangre, tenía más de medio cuerpo quemado y muchos huesos rotos, se arrastró por la manchada arena y miró hacia los restos humeantes de la ciudad, sabiendo que habían sido derrotados y qué, tal vez, todos sus amigos yacían muertos entre las ruinas. Una mancha roja se movía a toda velocidad por la playa, rebuscando entre los muertos y deteniéndose ante él, alzó la vista y vio el sonriente rostro de Flash, sintiendo un cierto alivio al ver que Barry había sobrevivido. Arthur intentó hablar sin éxito, las palabras no salían de su destrozada garganta, sintió las manos de su amigo levantarle con cuidado. Entonces se dio cuenta, Barry tenía el traje destrozado y no estaba mucho mejor que él, sus miradas se cruzaron y Arthur susurró una pregunta con sus labios destrozados.
-Tras la noche más oscura, llega el día más brillante -respondió Barry sujetando con cuidado a Arthur. -El plan de Bruce ha tenido éxito, pero las pérdidas han sido enormes... gracias por aguantar y entretener al enemigo el tiempo suficiente, Arthur. Ahora te llevaré a un lugar seguro dónde poder curarte.
Flash aceleró con Arthur a cuestas, alejándose a toda velocidad de aquella playa llena de muertos, hacia los restos de la capital de Temisira. Mientras dejaban atrás aquel paraje arrasado, varias preguntas resonaron en la mente de Arthur. ¿Podrían haberse salvado millones de vidas si se hubieran rendido desde el principio? ¿Seguiría existiendo la Atlántida si no hubiera luchado? ¿Habría evitado así la muerte de Mera? El sabor amargo de las cenizas y la sangre se mezcló con las bilis de la culpa, esto no era un día brillante y glorioso, era una victoria amarga y dolorosa. Arthur cerró los ojos y se dejó llevar por el agotamiento, soñando con tiempos que habían sido mejores, mientras en su cabeza resonaba la risa de Océano por haber conseguido sembrar la semilla de la duda en su mente.
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