Aquel oscuro y sórdido bar estaba casi vacío, música de los años ochenta salía de forma desafinada de la vieja máquina tocadiscos, Tony Stark yacía apoyado en la barra y miraba un pequeño vaso de lleno de whisky. Su pelo negro está revuelto y desaliñado, la incipiente barba cubría su rostro y sus ojos enrojecidos miraban aquel dorado líquido, sus ropas apestaban y estaban arrugadas, soltó un suspiro y se bebió de un trago el vaso. Tony sintió en ardiente líquido correr por su garganta y bajar hasta su estómago, su mirada se desvió de forma instintiva hacia la pantalla de televisión, ahí pudo ver la presentación de el nuevo grupo de Vengadores de Norman Osborn, villanos haciéndose pasar por héroes.
Lo había perdido todo, tras la muerte de Steven después de la Guerra Civil de los héroes, las cosas no hicieron más que empeorar, recordaba cómo se había sentido orgulloso y engreído al ser nombrado jefe de SHIELD, para luego caer en desgracia de su pedestal tras la Invasión Secreta de los Skrulls. Tony cogió la botella de whisky con manos temblorosas y volvió a llenar el vaso, recordando cómo había sido engañado por la Reina Skrull y despojado de todo por el gobierno de Estados Unidos, pasando a ser un criminal buscado, sin recursos y cargado de culpa por lo sucedido. Sabía qué todo lo qué había construido estaba en las manos de un psicópata, eso es lo que era Norman Osborn y aun así había sido aclamado cómo un héroe, hasta ascender a ser el nuevo director de SHIELD. Tony sintió furia al verlo en la televisión con una de sus propias armaduras, tirando iracundo contra la pantalla la misma botella, que había estado sujetando en sus temblorosas manos.
Las luces parpadeaban en aquel sucio callejón del Bronx, Tony yacía tirado en suelo entre cochambrosos cartones junto a la puerta trasera de aquel sucio bar, temblando de frío y totalmente borracho como un mendigo más de la gran ciudad. Un haz de luz lo iluminó y lo hizo parpadear confuso, mirando a la imponente figura de metal rojo y dorado que flotaba por encima de él, cómo si fuera un espectro salido de sus pesadillas o un recuerdo más arraigado en lo más profundo de su memoria.
-Que bien…-murmuró Tony fastidiado y mirando con odio a aquella armadura, qué una vez le perteneció. -Otro maldito ladrón, que viene a regodearse de mi caída con una de mis propias armaduras. ¿Quién eres? ¿Eres Osborn? ¿Rodie? ¿El hombre de titanio? ¿Dínamo Carmesí? ¿El Mandarín?
-No soy ninguno de ellos -la voz sintética salió por los altavoces de la armadura, con un tono y timbre idénticos a los de Tony, mientras su placa facial se abría. -Yo soy tú, Tony y tienes un aspecto lamentable ahora mismo.
-Oh vaya, un Skrull viene a darme un sermón -protestó Tony, que se quedó pálido al ver el rostro idéntico al suyo tras la placa facial, pero sin consistencia y de color azulado casi parpadeante. -Mmmm... un holograma mío o una IA que fabriqué en algún momento. Así que me está dando el coñazo el espíritu de las navidades pasadas, como si no fuera suficiente caer en desgracia, para que encima una versión digital mía me sermonee... ja ja ja.
-Sabía que tendríamos que hacerlo por las malas…-dijo con cierta diversión el holograma del interior de la armadura, antes de deshacerse en piezas que volaron hacia Tony. -Pero claro, con nosotros nunca nada es fácil y siempre tiene que ser por las malas. ¿Verdad Tony?
Tony soltó un grito y se puso rígido, al notar cómo las diferentes partes de la armadura cubrían su sucio cuerpo, mientras intentaba quitárselas desesperadamente sin éxito. La placa facial cubrió su rostro y notó el familiar zumbido de la pantalla holográfica abriéndose ante su cara, mostrándole a su versión digital sonriéndole divertido y mirándolo con desdén, a la vez que activaba música de AC/DC a todo volumen. Tony sintió un vuelco en su estómago, al encenderse los propulsores de repulsión de sus manos y pies, lanzándolo hacia el cielo cómo un misil balístico hacia la atmósfera, a la vez que soltó un gemido de dolor al notar las agujas de las inyecciones cargadas desintoxicante clavándose en su piel. El zumbido de la presión se mezcló con la música, sintiendo que su cabeza iba a explotar cómo un huevo al ser golpeado por un martillo, su cabeza era presa de la resaca que tenía y desconcierto al ver encogerse las ciudades, hasta parecer puntos luminosos en los enormes contienes a toda velocidad.
-Mira Tony, observa esta espectacular vista -susurró su versión digital, a la vez que dejó la armadura de elevarse y flotó en el aire. -¿Has olvidado la sensación de ver todo desde esta altura? ¿Ya no recuerdas las veces qué te han hundido y te has levantado? ¿Acaso el vengador de acero se ha oxidado por el diablo de alcohol una segunda vez?
-Sí…es todo un espectáculo, que pocos pueden ver…-contestó Tony, notando el frío viento de la atmósfera, filtrándose por las pequeñas rendijas de aquella armadura y haciéndolo temblar levemente. -¿Pero de qué servirá que me vuelva a levantar? ¿Cuánto tiempo pasará para que el Mandarín, Norman Osborn o cualquier otro capullo venga a por mí? ¡Estoy harto de todo eso! ¡Solo quiero olvidarme de todo el jodido mundo!
-Tienes dos opciones, Tony -susurró con seriedad la versión digital de Tony, a la vez que activaba los propulsores y lanzaba la armadura hacia el continente norteamericano, cómo si fuera un cometa. -O morimos estrellándonos contra la torre de los Vengadores o espabilas y te alzas de nuevo otra vez, pateando el culo de Osborn y sus Vengadores de pega.
Tony soltó una maldición, mientras descendía a toda velocidad, en vuelto en llamas por el rozamiento de la atmósfera. Los números del altímetro descendían de forma frenética y las alertas de seguridad parpadeaban sin parar, indicando la trayectoria de impacto y el número de bajas que provocaría. Sabía que el tiempo se le acababa y qué si no hacía algo, sería una mancha en el suelo frente a la torre de los Vengadores y un asesino por negligencia de miles de ciudadanos. Desperado empezó a hackear la armadura, desplegándose pantallas holográficas con cientos de líneas de código ante su rostro. Tony estudió el código que tenía ante él, era impresionante y en se veía su mano en aquellas rutinas y subprogramas, pero no era imposible hackear ese sistema para él. Los edificios crecían cada vez más y la ciudad de New York se alzaba cómo un monstruo hambriento ante él, mientras el altímetro estaba apuntó de llegar a cero, cuándo consiguió tomar el control de la armadura y alzarse hacia el cielo en el último instante.
-¡No voy a morir! -chilló Tony pasando por la superficie de la torre de los Vengadores, reventando todos los cristales al tomar altura. -¡Yo soy Iron-man! ¡El Vengador de Acero! ¡Y he vuelto para quedarme!
-Bravo, Tony -dijo la voz digital, perdiendo fuerza y distorsionándose poco a poco hasta desaparecer, tras saltar al satélite dónde volvería a dormir nuevamente. -El protocolo de salvaguarda ha sido correctamente implementado, sé bienvenido al mundo otra vez, Iron-man.
En un satélite olvidado y oculto de empresas Stark, la versión digital de Tony Stark volvió a cargarse e instalarse con los nuevos recuerdos, que había tomado de su versión original. El protocolo de salvaguarda había funcionado correctamente esta vez y no había sido necesario reinstalar una copia de los engramas de la mente de Tony. Pero su yo digital sabía que tarde o temprano sucedería, ya fuera por una recaída en el alcohol o por que su ego desmedido lo impulsará por un camino oscuro y terrible. Hasta entonces solo observaría y esperaría, la armadura habría cambiado los recuerdos de Tony y olvidando a su versión digital otra vez, para evitar que creará un protocolo para detenerla. El satélite siguió flotando en órbita en silencio, escaneando y registrando cada acción de Tony Stark, preparado para volver a liberar a su versión digital en cualquier momento.
Comentarios