Star Wars: La prueba del Padawan.



 Todo el puente de mando tembló, cuándo el destructor imperial fue sacado del hiperespacio por el enorme Purrgil y arrojado contra un olvidado planeta del Borde Exterior, los mamparos de seguridad bajaron de golpe sellando los cristales rotos y evitando la fuga de toda la atmósfera. Ezra Brigder vio su oportunidad en todo ese caos para huir de allí, mientras oía a su espalda las órdenes desesperadas del gran almirante Thrawn para salvar la nave y de capturarlo a todos los soldados de abordo. Al salir lo vio, un conducto de ventilación en el techo, era su ruta de escape más segura con todos los pasillos y salas vigilados por tropas imperiales con órdenes de disparar a matar, saltó impulsándose con la Fuerza y se agarró la rejilla, la abrió con cuidado y se introdujo dentro del conducto, cerrando la rejilla detrás de él. Ezra se arrastró en silencio entre la suciedad y el polvo que se acumulaban en aquellos pequeños conductos, recordando sus años como ladrón en las calles de Lothal y su entrenamiento de cómo infiltrarse dado por su maestro Kanan, mientras escuchaba las patrullas registrar cada centímetro de la nave siguió moviéndose en silencio total. Se arrastró hasta llegar a la salida de ventilación que daba a uno de los hangares, observó desde su escondite las naves Tie Figther y Tie Interceptor, sabiendo que una de esas naves eran su boleto de salida del destructor. Con delicadeza soltó la rejilla y saltó en silencio al hangar, ocultándose detrás de unas cajas de carga, vio un par de stormtroopers haciendo guardia algo distraídos, sabía que no tenía tiempo para sutilezas y que debía actuar. Respiró profundamente y se descolgó el fusil bláster que llevaba colgado a su espalda, para luego salir a la carga disparando. Los dos stormtroopers se giraron para hacerle frente, mientras las alarmas saltaron, indicando su posición para el resto de las tropas de abordo, abriendo fuego contra el Padawan y evitar su intento de huida. Los disparos pasaban a su alrededor, pero Ezra no se detuvo, disparando en movimiento contra sus enemigos y usando la Fuerza para guiar sus disparos derribó al primero y saltó una docena de metros, disparando en el aire al segundo desarmándolo y cayendo sobre la escalerilla de subida a un Tie Interceptor. Las puertas del hangar empezaron a cerrarse, se metió en la cabina y activó los controles de la nave, recordando cada lección de Hera Syndulla de cómo pilotar cazas de ataque, mientras las enormes puertas del hangar empezaban a cerrarse. Ezra aceleró y el Tie Inteceptor salió disparador del hangar, rozando sus laterales con las puertas blindadas al cerrarse y se alejó del destructor imperial, que intentaba mantener una órbita estacionaria y segura sin estrellarse contra el planeta. Una decena de cañones dispararon contra la nave de Ezra, obligándolo a maniobrar de forma desesperada y sintiendo un par de impactos antes de poder saltar al hiperespacio, escapando por el momento de las garras de Thrawn.

El sonido de las olas romper contra los acantilados y de los graznidos de las aves marinas despertó a Ezra, le dolía todo por el aterrizaje de emergencia en aquel planeta marino sobre aquella isla rocosa, suspirando, se estiró y salió de la cabina, deslizándose por la redondeada superficie del Tie Inteceptor hasta llegar al rocoso suelo. Sintió el aire marino en su bronceado rostro y miró a su alrededor, vio un enorme megalito idéntico al templo de Lothal y en ese momento supo que no era una casualidad que hubiera aterrizado en ese lugar, la Fuerza quería mostrarle algo. Comió un par de barras energéticas del botiquín de emergencia de la nave y curó sus heridas lo mejor que pudo, antes de encaminarse por los pedregosos caminos en dirección al megalito, sabiendo que iba a ser puesto a prueba por aquel sitio. Tras una hora de caminar sin parar, llego ante el enorme megalito, que se alzaba como un enorme dedo hacia el cielo azul de aquel planeta y acaricio su pulida superficie, notando los leves surcos grabados en la piedra y rebelando los símbolos de la orden Jedi al tocarlos. La piedra vibró ante su presencia y crujió, abriendo un oscuro pasaje para el joven Padawan, en el que Ezra se internó sin miedo o duda ninguna, pues no era su primera vez que se enfrentaba a las pruebas de la Fuerza. El pasaje se cerró detrás de él, dejándolo en oscuridad total en aquel pasillo por el cual avanzó en silencio a tientas, hasta llegar a una sala circular tenuemente iluminada por lámparas que colgaban de las columnas y dónde una figura estaba sentada de espaldas a la entrada meditando en silencio. Al entrar en la sala, la figura se puso en pie y se giró mostrando la familia forma de Kanan Jarrus, que sostenía su sable de luz encendido y lo miraba con seriedad. El corazón de Ezra dio un vuelco al ver a su fallecido maestro y sintió una mezcla de alegría y culpa a partes iguales, cuando se arrodilló ante él.

-Kanan...me alegra verte -balbuceo Ezra intentando contener la emoción y evitar llorar, sin poder apartar la mirada de su difunto maestro. -Yo...me sentí perdido, cuándo moriste para salvarnos, la ira y deseos de vengarme bullían en mí...

-Y aun así no lo hiciste -respondió Kanan suavizando su expresión y sonriendo levemente. -Incluso tuviste la oportunidad de usar el poder del Mundo entre Mundos en tu beneficio propio y traerme devuelta, como hiciste con Ahsoka, pero no lo hiciste.

-Yo quise hacerlo, pero Ahsoka me previno de los peligros de utilizarlo en provecho propio -Ezra alzó la mirada hacia Kanan con pena y vergüenza. -Pero en ese momento, al volver a ver tu sacrificio, aprendí que la vida de un Jedi es sacrificio y seguí tu camino, Kanan.

-Lo sé, Ezra -Kanan respondió asintiendo y avanzó hasta él con su sable alzado frente a su rostro. -Por eso ha llegado el momento de tu prueba final, porque has enfrentado al lado oscuro, aprendido los caminos de la Fuerza y entendido el verdadero significado de ser un Jedi. ¿Estás preparado, mi Padawan?

-Lo estoy, mi maestro -Ezra se levantó y se preparó para lo que iba a continuación, la prueba iba a empezar y Kanan iba a ser su oponente. -Empecemos cuanto antes, Kanan.

Kanan asintió y saco un segundo sable de luz que lanzó a Ezra, el cual cogió al vuelo y lo encendió preparado para combatir. Los dos Jedi empezaron a caminar en círculos por aquella sala, en posición defensiva, a la espera que uno de los dos fuera el primero en atacar. Respirando profundamente, Ezra cerró los ojos y se dejó guiar por la Fuerza, notando cada movimiento de su oponente cuándo este se lanzó al ataque, parando cada acometida del sable de luz. Las chispas saltaban de cada ataque de Kanan lanzaba contra el joven Ezra, que paraba con rapidez con movimientos fluidos, mientras intentaba recordar cada movimiento aprendido de su maestro, todas sus lecciones y todos los combates que había librado hasta el momento. Los recuerdos de los últimos años volvieron a su mente, como conoció a Kanan y los demás, todas sus aventuras y aprendizaje para liberar Lothal, para formar una resistencia contra el cruel Imperio y restablecer a los Jedis. Ezra sonrío levemente y giró sobre la finta que lanzó Kanan, para luego golpear la empuñadura de su maestro y romper su sable de luz, desarmándolo y poniendo la punta de su arma en su cuello. Al abrir sus ojos, vio la sonrisa de Kanan en su rostro, cargada de alegría y orgullo al ver que había combatido dejándose llevar por la paz y la tranquilidad, buscando desarmarlo sin herirlo en vez de matar a su enemigo.

-Tu entrenamiento ha terminado, Ezra -las palabras de Kanan sonaron suaves y tranquilas, cargadas de un orgullo paterno hacia su aprendiz. -Has superado la prueba de este viejo y olvidado templo Jedi. Es la hora de ser nombrado Caballero Jedi, dame tu sable de luz.

-Si maestro -Ezra apagó el sable y se lo ofreció a Kanan, arrodillándose otra vez ante su maestro. -Estoy listo para servir a la galaxia.

-Por el derecho del consejo Jedi -Kanan encendió el sable de luz y posó la hoja en el hombro de derecho de Ezra, luego lo puso en el derecho y finalmente sobre su cabeza, sin dejar de entonar el ritual de nombramiento. -Por la voluntad de la Fuerza, Ezra Brigder ponte de pie como caballero de la orden Jedi y acepta este cristal kyber para forjar un nuevo sable de luz. Qué la Fuerza te guíe en tu camino, mi alumno y querido amigo.

Antes que Ezra pudiera responder, se encontró fuera del megalítico templo Jedi, notando en su mano el cristal de color esmeralda dado por el espectro de su maestro, sabiendo que su camino y sus pruebas por parte de la Fuerza acaban solo de empezar. La primera sería detener totalmente a Thrawn, sabía que el gran almirante recompondría su flota y tomaría el control de estos sistemas del Borde Exterior para el Imperio, había salvado Lothal y puesto en peligro aquella zona galáctica, debía tomar la responsabilidad de sus actos como caballero Jedi y detener la oscuridad antes de volver con sus seres queridos.

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