El ruido de los motores de la nave de desembarco hizo vibrar toda la bodega de carga, Garrik se agarró al asiento y rezó mentalmente para tranquilizarse. En las últimas tres semanas su vida había cambiado totalmente, desde el fatídico ataque del ejército combinado a la base Herico. Aún tenía las cicatrices físicas y mentales de lo allí ocurrido, podía oír los gritos y oler el miedo mezclado con la sangre derramada, si se concentraba en esos recuerdos. Garrik sabía que debía aprovechar el tiempo, hasta llegar al punto de inserción y dormir un poco ahora que podía. Pese al bamboleo y las vibraciones de la nave, el sueño se fue apoderando de Garrik hasta sumirse en un profundo sopor.
El olor a incienso mezclado con tecnoceniza le lleno las fosas nasales al entrar en la capilla, los suaves cantos de un coro sonó con claridad en sus oídos, pese a la distancia. Garrik caminó descalzo por el suelo de la capilla, solo llevaba puesto una túnica de blanca con la capucha cubriendo su cabeza, avanzaba lentamente sintiendo las miradas de los allí reunidos. La capilla estaba llena por integrantes de la Observancia, sentía sus miradas juzgándolo al pasar por su lado hacia el altar. Garrik se arrodilló ante el altar, sabiendo que iba a ser juzgado y posiblemente castigado, por lo sucedido en Herico. Allí estaba frente a él, tan bella cómo la primera vez que la vio, la madre superiora Cassandra Kusanagi vestida con su ceñido hábito y pronunciando los ritos sagrados, preparada para juzgarlo.
-Hermanos y hermanas, aquí ante nosotros esta pobre alma se presenta para ser juzgada -Kusanagi posó una mano con cuidado sobre la cabeza de Garrik. - Muchos dicen que falló, que no es digno de estar en la orden y eso es lo que vamos a discernir -la mano de Kusanagi echó hacia atrás la capucha dejando al descubierto la cabeza de Garrik. -¿A caso no luchó contra los esbirros de la diabólica inteligencia artificial de los alienígenas? ¿El hermano Garrik no fue el último en retirarse de Herico? ¿Merece ser castigado aún más por no poder salvar a todos?
Los murmullos llenaron la sala, ante las preguntas lanzadas por Kusanagi en su pequeño discurso. Garrik alzó la vista cargada de asombro, cómo ella podía manejar tan bien la dialéctica, si alguien podía influir en las personas era la madre Kusanagi.
-Yo no creo que fallara, pero tampoco consiguió salvar a todos -Kusanagi caminó alrededor de Garrik, sin dejar de dirigirse a los asistentes. -No necesita ser castigado, lo que necesita es redimirse con la venganza contra nuestros enemigos. ¿Es lo que deseas, hijo mío? ¿Deseas una segunda oportunidad para vengarnos?
-Sí, madre. Es lo que necesito y lo que deseo con fervor -respondió Garrik de forma reverente sin alzar la cabeza. - Pido humildemente, el poder vengar esta afrenta a la humanidad causada en Herico.
-Que así sea, ya no serás más un Observante Comepecados -proclamó Kusanagi alzando los brazos hacia el techo. -Ahora eres la espada de Santa María Mártir del Cuchillo, destruye a las impuras y diabólicas inteligencias artificiales, sean humanas o alienígenas, purifica a la humanidad, porque ahora eres el primer exorcista.
Las palabras resonaron aún en la cabeza de Garrik cuando despertó, los recuerdos de su juicio aún estaban frescos en su mente. Sabía que había firmado una sentencia de muerte, iba a ser lanzado a una misión suicida, pero eso no le importaba si podía vengarse. Una sonrisa apareció en su rostro, cuándo la nave se posó en el punto de inserción, que se preparen los putos alienígenas porque acababa de volver a Paradiso.
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