La certeza del beneficio.

Las enormes colas de personas vestidas solo con batas quirúrgicas avanzaban cabizbajas en silencio, resignados a su destino incierto, mientras los enormes brazos mecánicos los escaneaban y cogían cómo si fueran peleles de trapo, separándolos del resto de condenados, dejándolos con cuidado en los recintos de catalogación y su posterior procesamiento. Arin Mikiso dio una larga calada al cigarrillo que estaba fumando, mirando el proceso de selección y separación de los especímenes con cierto interés, desde aquella sala de control llena de técnicos y científicos que trabajaban de forma mecánica. Sabía que desentonaba en aquel lugar, vestida con su traje negro de corte caro que marcaba su sexual cuerpo y con su pelo rubio peinado hacia atrás cómo una de las altas ejecutivas de la corporación Nakano. Arin volvió a dar una larga calada y tiró el cigarrillo al suelo, aquella multitud estaba formada por huérfanos, criminales y gente desesperada  o sin recursos, no envidiaba el futuro que les esperaba en absoluto, pero ellos no importaban a nadie en este cruel mundo.

-¿Impresionada por el proceso de selección, Directora Mikiso? -preguntó una voz sintética detrás de ella, obligándola a girarse para ver a su interlocutor. -Esto es solo el proceso inicial de separado de materiales, para su posterior modificación y procesamiento. ¿Desea ver más? ¿Quiere que le muestre las instalaciones?

-Si, esto impresionante doctor jefe Volden -Arin asintió, mirando a la encorvada figura del doctor Volden y su rostro modificado cibernéticamente, que la sonreía de forma tétrica con sus dientes de acero. -Pues claro que quiero verlo, la Junta Directiva quiere saber en qué está invirtiendo cientos de millones de criptomonedas y cómo le va a hacer ganar mucho más.

El doctor jefe Volden asintió e hizo un gesto para que le siguiera emocionado cómo si fuera un niño, avanzando apoyándose en un bastón metálico dispuesto a conducir a Arin por las instalaciones. El ruido de las máquinas, el burbujeo de los tanques llenos de químicos y los gritos de dolor resonaban por los pasillos, hicieron temblar de forma inconsciente a Arin, sin dejar de seguir a aquel hombrecillo medio mecánico, hasta la primera zona de producción. Entraron en una enorme sala tan grande cómo un estadio, cientos de miles tanques alineados cubrían la zona, en su interior suspendidos en químicos y líquidos de crecimiento yacían hombres, mujeres y niños totalmente drogados. Arin se acercó a la más cercana de aquellas enormes incubadoras y miró con detalle a su ocupante, un crío de unos catorce o dieciséis años, tenía cientos de tubos y sondas conectadas a su flotante cuerpo. El doctor jefe Volden sonrió al ver el interés de la Directora Mikiso y se acercó, para explicar el proceso qué se estaba produciendo en aquel espécimen.

-Este sujeto está en un proceso inicial, según el informé médico empezó su mejora hace un par de ciclos -informó con tranquilidad el doctor jefe Volden, mientras consultaba los datos en el terminal que tenía incrustado el tubo de cristal blindado de la incubadora. -Es un espécimen prometedor, si sobrevive al proceso dará unos beneficios muy buenos a la corporación.

-Ya veo -Arin asintió levemente, sintiendo un escalofrío recorrerla la espalda y mirando al chico con una mezcla de asco y fascinación a partes iguales. -¿Y en qué consiste ese proceso, doctor jefe Volden? ¿Puede iluminarme?

-Claro, una directiva de su rango tiene autorización para saberlo -Volden asintió y señaló hacia los tanques e incubadoras más alejadas, dónde se veían enormes criaturas de aspecto humanoide flotando en un líquido oscuro. -Al sujeto se le inyecta químicos y sueros de crecimiento, mejorando su fuerza, resistencia y curación. Algunos reciben modificaciones genéticas adicionales, ya sea para sobrevivir en habientes submarinos, de alta radiación y contaminación extrema, de frío glaciar o calor infernal. Una vez asimiladas las mejoras, se empieza con el adoctrinamiento psicológico y su entrenamiento de combate, obteniendo soldados de asalto y guardaespaldas extremadamente letales.

-Interesante -asintió Arin acariciando con una mano el cristal de aquella incubadora, mientras hacía cálculos mentales de cuánto se podría ganar con aquellos desgraciados. -¿Pero qué sucede con los que no superan los procesos? ¿Suponen un gran margen de pérdida, doctor?

-Oh, para nada -Volden alzó su bastón y señaló las enormes puertas blindadas de la parte derecha de la enorme sala. -Dependiendo de la fase en la que falle el proceso, se pueden tomar diversos caminos para recuperar los fondos invertidos e incluso sacar beneficios. En esta fase inicial, aquellos que mueren en el proceso, se venden todos sus órganos para trasplantes a nuestras filiales médicas, en caso de fallar el proceso de adoctrinamiento y reacondicionamiento, se procede a psicocirujía e instalación de chips de control neurológico, creando seres sin mente pero obedientes, perfectos para la limpieza de ambientes extremos, minería espacial o cómo tropas de primera línea.

-Supongo que el último proceso entraría dentro del departamento de cibernética -sonrió ampliamente Arin, al pensar en el posible ascenso que podía ganar tras entregar su informe a la Junta y al Presidente Nakano-. ¿Podría ver el proceso doctor jefe Volden?

-Claro, sígame Directora Mikiso -el doctor jefe Volden asintió haciendo una leve reverencia y avanzó cojeando hacia el ascensor del fondo de la sala. -Esto le va a encantar, ya lo verá.

Ambos entraron en el ascensor y el doctor jefe Volden pulsó en botón de subida con uno de sus largos dedos mecánicos. El ascensor se cerró y subió con rapidez una docena de pisos hasta llegar a la última planta, abriendo de golpe las puertas de acceso y dejando salir al doctor jefe Volden. Arin lo siguió fuera del ascensor, saliendo a un largo pasillo apenas iluminado por unas luces alógenas empotradas en el techo, mientras seguía al doctor, vio decenas de puertas de celdas de contención herméticas a cada lado de aquel interminable pasillo de las que surgían ruidos de golpes, arañazos y gemidos amortiguados. Un sudor frío recorrió su espalda sin dejar de avanzar y mirar la encorvada figura que avanzaba delante de ella, arrepintiéndose de su petición al siniestro doctor Volden y sintiendo por primera vez en años verdadero miedo por su seguridad. El doctor jefe Volden pulsó el teclado de seguridad del marco de la puerta y esta se abrió con un siseo, dejando ver una amplia sala a oscuras, para luego hacer una reverencia para qué entrará la Directora Mikiso. Arin entró de forma cautelosa e intentando sondear la oscuridad reinante del lugar, cuándo recibió un empujón en la espalda que la hizo avanzar a trompicones, hasta que consiguió asirse a una mesa quirúrgica de acero del centro de la estancia, en ese instante las potentes luces de la sala se encendieron de golpe cegandola brevemente. 

-Bienvenida a mi laboratorio personal, Directora Mikiso -susurró con extraña crueldad el doctor jefe Volden, mientras dejaba el bastón junto a la puerta y se erguía con una siniestra sonrisa metálica en su cibernético rostro. -Siento el engaño, pero las órdenes vienen del Presidente Nakano.

-¡Esto es indignante! ¡Cómo se atreve a tocarme! -gruñó enfadada Arin encarándose al doctor jefe Volden, qué se abría la bata médica para quejar a la vista un cuerpo totalmente modificado cibernéticamente y dos brazos adiciones mecánicos, que se extendieron de forma amenazante hacia ella. -Pienso denunciarlo ante la Junta, cómo no me deje salir de aquí. ¿Y qué es eso qué el Presidente Nakano le ha ordenado?

-Quéjese todo lo que quiera, usted es un espécimen de alta calidad -rio cruelmente divertido Volden, mientras se movía con una rapidez inusitada y agarraba a la Directora Mikiso con sus cuatro brazos, para luego atarla a la mesa quirúrgica con una fuerza abrumadora.  -Va a ser el nuevo producto de la compañía, debería estar contenta, gracias a su aportación nos hará ganar billones de criptomonedas.

Un grito salió de los labios de Arin cuándo las sondas y cuchillas se clavaron en su cuerpo, una marea de dolor recorrió todas sus terminaciones nerviosas antes de perder la consciencia, mientras escuchaba la macabra risa del doctor jefe Volden en su cabeza. Habían pasado una docena de horas desde que había empezado el proceso de muestreo y extracción de muestras del cuerpo de Arin Mikiso, Volden suspiró agotado al apartarse de la mesa quirúrgica y acarició con suavidad el perfecto rostro de la comatosa Arin con una de sus manchadas manos mecánicas, para luego pulsar varios botones integrados en la mesa quirúrgica, haciéndola levitar sobre su antiguo soporte. Dando un pequeño empujón, la mesa quirúrgica flotó hacia uno de los nichos cariogénicos y se internó en la pared con su preciada carga, para mantener viva en un frío estasis a Arin. Un panel sobre el dintel de la puerta se movió dejando a la vista una pantalla, que se encendió y mostró una imagen trajeada envuelta en sombras, que dedicó una fría mirada a Volden.

-¿Ya está hecho, Volden? -preguntó con frío interés la sombría figura del Presidente Nakano, sin apartar la mirada del mecánico doctor.  -¿Y cuándo estarán disponible el lote de prueba?

-Ya está hecho Presidente Nakano -asintió un amedrentado Volden, sabiendo del poder que tenía aquel hombre. -El lote de prueba de los primeros clones de Arin Mikiso estarán disponibles en una semana estándar, señor.

-Perfecto, quiero un informe completo en tres horas -el Presidente Nakano asintió complacido, pero aun así volvió a mirarlo otra vez con frialdad y un desprecio nada disimulado a Volden. -El fracaso no es aceptable, más te vale que sean perfectas si no quieres acabar desguazado y con tus restos biológicos en un robot de limpieza suburbana.

El Presidente Nakano apagó la conexión antes de que Volden pudiera contestarle, luego se reclinó en su mullida silla de su lujoso despacho, mientras en su cabeza crecía la certeza de que únicamente importaba dos cosas en este mundo: el beneficio de la compañía y qué cualquier medio era válido para conseguirlo. 

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