El reflejo oscuro del alma.

Me veo a mi mismo, una retorcida parodia de mis ideales y convicciones que ha corrompido todo lo que ha tocado, es duro tener que enfrentarse a mi parte más oscura, pero tengo el deber y la obligación de hacerlo. Nuestras miradas se cruzan, puedo ver el odio, la crueldad y la sed de poder en sus fríos ojos azules, su traje es una burla acorazada de metal y kevlar del que llevo puesto, es de un color verde escamoso con adornos en un amarillo chillón y oro, el símbolo de Hidra destaca en su pecho y en su afilado escudo, me sonríe con un rostro que es idéntico al mío pero carente de piedad. Suspiró ampliamente, recordando que yo soy Steve Rogers, el verdadero Capitán América y qué aquel que tengo delante de mí es solo un reflejo de su lado más oscuro, creado por Hidra con la ayuda del poder cósmico del Teseracto.

-No puedes vencerme, Stev -dice con superioridad aquel Capitán Hidra, preparándose para atacar. -Sé todos tus movimientos, asúmelo de una vez y ríndete. Ya hemos ganado, el mundo pertenece a Hidra y yo soy quien lo gobierna.

-He visto en mi vida muchos dictadores maníacos cómo tú -le respondo furioso y lanzando mi escudo contra él, a la vez que me lanzo a la carga para derribarlo. -Caerás y no sabes nada de mí, monstruo.

Para el escudo con el suyo haciendo que rebote hacia mi, lo agarro en el aire y ruedo por el suelo, alzándolo a tiempo para detener el ataque descendente qué lanza contra mi cabeza. Salto hacia atrás y desenfundamos las pistolas al unísono, disparando casi a bocajarro el uno contra el otro con idéntica precisión y esquivando a la vez cada impacto mortal. Sé que debo hacer, conozco todas sus fortalezas, pero también sus debilidades, esa copia mía es arrogante y desprecia a los demás, yo he aprendido de las cualidades de los que llamo amigos y compañeros. Los cargadores se quedan sin municiones y las pistolas chirrían a la vez, al intentar disparar unos proyectiles que ya no quedan. Arrojamos las pistolas al suelo y nos lanzamos otra vez a un encarnizado combate cuerpo a cuerpo, mientras a nuestro alrededor héroes, villanos, soldados y agentes de SHIELD y deHidra luchan por imponerse en una encarnizada batalla entre la libertad y la opresión tiránica.

-Ríndete Stev -ruge mi perturbado reflejo, mientras forcejeamos cuerpo a cuerpo intentando encontrar un punto débil el uno en el otro. -No puedes vencerme y si lo consiges, serás un renegado en el mejor de los casos y en el peor un criminal. Únete a mí y gobierna a mi lado.

-No pienso rendirme y no me importa las consecuencias de derrotarte -se lo digo a la cara, mientras decido usar un viejo truco que me enseño Logan hace mucho tiempo. -No pienso dejar que quites la libertad a la gente del mundo, tú eres yo y deberías saber que jamás me voy a rendir. ¡Jamás!

Piso con fuerza el pie derecho de mi enemigo y empujó con brutalidad, sin importar herirme el hombro con los bordes de su afilado escudo al hacerlo, mientras escucho como me insulta sin parar. Veo cómo retrocede, golpeó sin tregua en las conexiones y junturas de su armadura, como me enseñó Bucky, arrancado cada pieza blindada de su cuerpo, ignorando cada golpe que recibo de él. Notó el sabor metálico y salado de la sangre en mi boca, siento cómo se empapa mi uniforme azul, banco y rojo, mientras mi otro yo me agarra en un desesperado abrazo de oso para intentar doblegarme. Suelto un gruñido de dolor, cuándo se rompen dos de mis costillas y por inercia echo la cabeza hacia atrás, para luego golpear sin parar el rostro de aquel Capitán Hidra con un salvaje cabezazo tras otro. Oigo como cruje su nariz y siento como me salpica un chorro de su sangre cuándo me suelta, lo veo caer y salto sobre su desplomado cuerpo, sentándome a horcajadas sobre su pecho y golpeando su rostro sin parar con mis puños. Agarró mi escudo y lo alzó sobre mi enemigo, veo como sonríe con el rostro destrozado, esperando a que lo maté y demostrar que somos iguales, pero un par manos sobre mis hombros me detienen, en ese mismo instante de duda e ira desatada. 

-Basta Stev, le has derrotado -la voz de Bucky resuena en mi cabeza y al alzar la vista, le veo a él y al Halcón ambos empapados en sangre y sudor, sujetándose mutuamente y agarrando mi hombro para detener mi mano. -Tú eres mejor persona que él, no te dejes llevar por la ira y sé el estandarte que siempre nos ha guiado.

Asiento con la cabeza y me pongo en pie con dificultad, ayudado por aquellos que han sido mis compañeros y cómo un hermano para mí, mientras las nubes de tormenta se despejan y muestran un cielo limpio después de esta pesadilla. Sé que tienen razón y lo que debo hacer, ser un ejemplo para todos y un punto de luz en aquellos oscuros tiempos. Me obligó a moverme, sin dejar de mirar la batalla que se libra a mi alrededor en la capital de mi país, cojo aire y me preparo para hacerme oír sobre este campo de batalla.

-¡Hemos ganado! -lo grito alzando mi escudo bien alto, para que sea visible pese al humo que sale del Capitolio y de los transportes de tropas de Hidra y SHIELD caídos en llamas. Los combates cesan al instante y todas las miradas se fijan en mí, aquellos héroes y villanos que apoyaron a mi oscura versión gimen de frustración, cayendo de rodillas derrotados o huyendo como ratas de su futuro castigo, mientras aquellos liderados por mis amigos gritan de alegría, saboreando aquel momento y grabándolo en sus recuerdos. -¡Vengadores reuniros! ¡Victoria y libertad!


Suspiro ampliamente agotado, tras el duro combate y sufrir durante semanas de tortura, dentro del Teseracto a manos de Cráneo Rojo. En mis oídos resuenan todavía las palabras de mi oscuro reflejo y las sombras de la duda que ellas generan en mi interior, mientras evalúo como se transformó en ese monstruo. Lo miró tirado en el suelo como si fuera un juguete roto, vapuleado, derrotado e inconsciente, sabiendo era un recordatorio del monstruo en que podría convertirme si se desviaba de mi conciencia y moralidad estricta.

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