Todo había sido un sueño, había sabido lo que era por fin tener una vida perfecta y una familia que la amaba con toda su alma, pero todo se había desvanecido como polvo arrastrado por el viento y había despertado a la cruel realidad. Siempre la tocaba perder todo lo que quería, sus padres, su querido hermano Pietro y finalmente su amado Visión, pero lo más cruel había sido creer recuperarlo tras la derrota de Thanos y el chasquido de Stark, pero todo había sido un tormento creado específicamente sus propios desos. Los gritos de agonía y dolor del multiverso resonaron en sus oídos, como una extraña sinfonía, no le importaba el caos y la locura que estaba generando en cada realidad, solo quería que cada ser de la creación sintiera el mismo dolor y soledad, que ella había sufrido al despertar a la dura realidad. Wanda Maximoff se concentró en su objetivo, reescribir la misma realidad y recuperar todo lo que se le había quitado, tener su familia soñada a cualquier precio, sin importar si para conseguirlo tenía que arrasarlo todo y sabía que lo haría sin ningún tipo de remordimiento.
Apartó aquellos pensamientos que la distraían y se volvió a concentrar en su terrible tarea, utilizando sus poderes en los mismos objetos que habían causado la perdida de su amado Visión, las gemas del Infinito utilizando el tomo prohibido de Darkhold. Las había robado de forma implacable de cada uno de sus guardianes y ahora sentía su poder fluyendo en su interior, mientras se elevaba en los rugientes cielos sobre Central Park y veía con indiferencia como diferentes versiones de héroes y villanos de cada universo combatían entre ellos, para abrirse paso para detenerla desesperadamente. Alzó sus manos y de las puntas de sus dedos llovieron rayos multicolores golpeando a sus enemigos, usando el poder de cada gema para golpearlos y derribarlos, sin importar si morían o vivían aquellos que se interponían en su camino y volviendo unos contra otros en una batalla campal brutal, imponiendo en sus frágiles mentes su propia voluntad.
Tres figuras se alzaron entre la muchedumbre de héroes y villanos, tres hechiceros supremos de diferentes dimensiones se elevaron hacia el cielo y la rodearon listos para detenerla. Wanda reconoció a dos de ellos, aunque solo uno era de su dimensión y pudo notar el poder que emanaba de ellos para enfrentarla, su mirada ardiente los recorrió uno a uno y dejo que la gema de la mente le indicara quien era cada uno de ellos. En frente suya estaba el Doctor Strange, guardián de la gema del tiempo, a quien se la había arrebatado en una cruenta lucha, aún conservaba las marcas de su reciente batalla contra ella en su rostro y su pelo había encanecido por el esfuerzo realizado, mientras flotaba con su capa roja ondeando como una bandera y moviendo sus manos a toda velocidad formando extraños sigilos. A su derecha estaba el Dios del Engaño Loki, vestido por una mezcla de ropas verdes, negras y doradas malla y seda, su rostro de finos rasgos estaba enmarcado por un casco de oro con cuernos frontales y sus manos sujetaban un báculo-lanza envuelto en una aura de poder. El tercero se encontraba a su izquierda y ese si fue toda una sorpresa para ella, era una mezcla entre el Capitán América y el propio Doctor Strange, se hacía llamar el Soldado Supremo y en su mano derecha apareció un escudo hecho de energía azulada, mientras su otra mano enguantada brillaba con luz mística del mismo color y miraba con extrañeza a los otros dos hechiceros, que se habían alzado junto a él para combatirla.
-Wanda debes detenerte, esto es una locura -alzó su voz el Doctor Strange sobre la tormenta de realidades, que se mezclaban alrededor de ellos y que amenazaba con volverlos totalmente locos, fijando su mirada en Wanda y el poder que estaba esgrimiendo. -Si no lo haces todo desaparecerá y así no podrás recuperar a Visión, por favor créeme antes que ese poder te devoré. ¡No nos obligues a tener que detenerte!
-No podéis detenerme, Strange -la voz de Wanda sonó cargada de poder y sus ojos se iluminaron con la mezcla de energías cósmicas y oscuras, mientras sus cabellos castaños eran agitados por el viento de la tormenta y en su rostro se dibujaba una sonrisa cruel. -Sé lo que sois cada uno de vosotros, puedo verlo y sentirlo gracias a las gemas -abrió los brazos y fue señalando uno a uno como si fueran simples niños insolentes. -Tú eres un médico, qué desesperado por perder el don de sus manos buscaste poder para recuperarlo y que no has dudado en usar poderes prohibidos si fuera necesario, solo para cumplir con tu supuesto deber. Loki eres solo un estafador y un engañador, tienes poder pero tu naturaleza caótica y caprichosa hace que siempre fracases. Y finalmente, el hombre que carga con el peso de un mundo bajo sus hombros, soldado y hechicero que busca desesperadamente salvar a todos y todo sin importar poner en riesgo su vida o cuanto tenga que sacrificar de sí mismo.
-¿Cómo te atreves a burlarte de un Dios? -rugió Loki apuntando con su báculo-lanza a Wanda y lanzando una descarga de poder místico contra ella. -Esta locura acaba aquí y ahora, mortal. No puedes oponerte a tres hechiceros supremos, ni siquiera con las gemas del Infinito y el Darkhold.
-No puedes detenerme y menos con ese ataque tan endeble -contestó Wanda encarándose a Loki y desviando su ataque con un solo movimiento de sus manos. -Eres... un tramposo, esto solo es una distracción...
Al instante atacaron los otros dos hechiceros supremos contra Wanda, las luminosas bandas de Cyttorak salieron disparadas como un látigo de los dedos del Doctor Strange y se enrollaron alrededor de ella, mientras el escudo místico del Soldado Supremo voló directo, golpeándola en el pecho y haciéndola perder la concentración sobre su hechizo de mezclar las realidades. Wanda rugió enfadada y dejo que las energías cósmicas de las gemas mezlcadas con las del Darkhold la llenaran de poder, brillando igual que una supernova en explosión y cegando a todo ser viviente en kilómetros a la redonda, liberándose de las ataduras de Strange y lanzando una lluvia de proyectiles de energía contra sus tres enemigos. Los escudos de los hechizos que envolvían a los tres hechiceros supremos brillaron al ser golpeados, haciéndoles retroceder por la fuerza de los impactos, sintiendo el calor de las barreras al consumirse y llenando sus fosas nasales con el penetrante olor a ozono. Ante ellos se alzaba Wanda, cambiada y transmutada en una enorme figura femenina envuelta en energía pura, chillando de dolor y satisfacción a partes iguales por el poder desenfrenado que intentaba manejar y que parecía estar consumiéndola. Alzó los brazos al firmamento, dejando que el poder que manejaba se filtrará en las realidades y las sobrescribiera, haciendo fluctuar todo a su alrededor y cambiando deforma descontrolada, para finalmente explotar a una escala cósmica. Los tres hechiceros chillaron desesperados hechizos y conjuros, que los envolvieron como si fueran capullos de seda, capa tras capa a la vez que veía los diferentes universos morir o fusionarse en un espectáculo de destrucción tan incomprensible, que les hizo perder el conocimiento ante el peligro de perder hasta el último retazo de cordura.
El sonido de los pájaros cantando los despertó, estaban los tres tirados sobre la mojada hierba verde, sus cuerpos se sentían pesados y les dolía cada fibra de su ser al intentar sentarse. Strange miró a su alrededor suspirando aliviado al haber sobrevivido y ver que sus compañeros de batalla también, reconoció la zona donde estaban por los árboles y la gente haciendo deporte o paseando con tranquilidad, era Central Park, pero algo había cambiado sutilmente a su alrededor. Entonces los tres se dieron cuenta, los hombres iban vestidos con una combinación de ropas verdes y amarillas, las mujeres con una combinación de ropas rojas y negras, además había estatuas de Visión y Wanda cada pocos metros, que eran adoradas al pasar por delante de ellas por la gente. Strange se elevó al cielo, seguido por Loki y el Soldado Supremo, vieron con asombrado terror como todo había cambiado, la ciudad de New York estaba engalanada por estandartes, lonas y banderines de color púrpura y rojo, cientos de androides parecidos a Visión vigilaban las calles y la estatua de la libertad había sido sustituida por una estatua que representaba a la pareja de gobernantes sagrados de este mundo en aspecto vigilante. Un mudo silencio envolvió a los tres como si fuera un sudario funerario, pues sabían la magnitud del trabajo que tenían por delante para poder restaurar todas las realidades del multiverso y estaban solos en aquella titánica misión, teniendo a todo un universo en su contra.
Wanda observó desde el edifico Visión, que una vez fue en otras realidades la Torre Stark y que ahora era la residencia de su familia, una sonrisa apareció en su rostro cuando escucho las risas y los correteos de sus pequeños gemelos, que jugaban con su amado en el enorme salón acristalado. Se giró y observó la escena con satisfacción, apartando y enterrando en lo más profundo de su ser los remordimientos y la culpa por sus actos para conseguir lo que deseaba y merecían ambos. Además, sabía que nadie quedaba que recordará sobre los anteriores multiversos, había creado este universo a su propia voluntad con las gemas de Infinito y el Darkhold que aún tenía en su poder, por lo que todo lo que había construido estaba a salvo de interferencias heroicas y sería totalmente real.
Comentarios