Una sola noche había bastado para reducir a escombros y cenizas aquella nación, el humo de los incendios apagados se alzaba hacia el cielo de aquel sangriento amanecer, mientras los ruidos de los últimos combates resonaban por aquella ciudad fantasma. La isla nación de Genosha había muerto, pero su gente había sobrevivido al ataque de exterminio de los Centinelas, aquellas máquinas de cazar mutantes habían atacado bajo el beneplácito de los Estados Unidos y ante la presión del miedo de los colectivos pro-humanos, para destruir la primera nación dirigida por mutantes. Erik Lehnsherr, más conocido como el activista mutante o el terrorista llamado simplemente como Magneto, cerró los ojos con pesar, ante la desolación que tenía bajos sus pies, mientras flotaba sobre la capital de su nación a la caza de Centinelas Prime rezagados en su retirada. ¿Cuántos inocentes habían muerto en aquel ataque a traición? ¿Todo para intentar asesinarlo e intentar acabar con las esperanzas de su gente?
Magneto descendió y se posó sobre el vitrificado suelo, los restos de Centinelas gigantescos y de tamaño humanoide conocidos como Prime destacaban entre los cadáveres calcinados de mutantes y humanos normales por igual. Aquellas máquinas asesinas no habían tenido piedad, habían matado indiscriminadamente, transformando aquella ciudad en un cementerio humeante y provocando un genocidio a gran escala. Una ráfaga de viento hizo agitar su capa, cuando su hijo Pietro frenó en seco en frente suya, tenía su pelo blanco y rostro sucios por el hollín, su traje mostraba desgarrones y roturas dejando ver las cicatrices apenas cerradas de la batalla nocturna librada y sus ojos reflejaban un terrible dolor, por las terribles escenas que había visto. Magneto se quitó el casco con manos temblorosas y suspiró, en su mente bullían la ira, la venganza y la pena, quería devolver el golpe a cualquier precio sin importar las consecuencias.
-¿Qué es lo que sucede Pietro? -preguntó Magneto con la voz seca por el humo y las cenizas, miras dirigía una mirada ausente a su hijo, a la vez que sujetaba su casco con la mano derecha con fuerza. -¿Qué noticias me traes?
-La isla está limpia de Centinelas, ahora mismo están empezando las labores de rescate de supervivientes gracias a la colaboración de los estudiantes de Xavier y un grupo de Vengadores. Aliados y enemigos nuestros han acudido a nuestra llamada de auxilio -Pietro hablaba con frialdad y su rostro estaba tenso, sus manos se movían nerviosas y todo su cuerpo parecía estar a punto de ser presa de espasmos violentos. -Estimamos que el número de muertos se eleva a más de un millón y medio entre humanos y mutantes, pero creo que podrían ser el doble tras despejar los escombros...
-Lo entiendo, gracias por la información -respondió Magneto con sequedad, poniéndose otra vez su casco, mientras su resolución ardía en su interior con una determinación nacida del dolor. -Es la hora de hacer pagar con su misma moneda a los humanos, voy a llevarles este dolor y miedo a sus corazones. ¿Estará conmigo la hermandad y tu hijo mío?
-¡Eso es una locura! -gritó aterrado Prieto, ante las palabras de Magneto y avanzó para detener aquella idea atroz, que había planteado su padre. -Con eso solo conseguirás darles la razón y que terminen lo que han empezado esta pasada noche. No cuentes con la Hermandad o conmigo para esta locura, Genosha ya ha sufrido suficiente para que nos metas de cabeza en una guerra.
-Así que prefieres seguir la estrategia de Xavier y simplemente denunciar este acto ante la ONU -Magento se elevó otra vez usando sus poderes magnéticos y extendió los brazos, queriendo señalar toda la devastación que lo rodeaba. -Esto es lo que se consigue con seguir las reglas de los humanos, solo muerte y miseria. ¿Que países nos apoyaran?
-¡Te equivocas, padre! -rugió enfadado Pietro al cielo, mirando con ira a la figura de su padre enfundado en su traje rojo y púrpura, flotando en el cielo entre las ruinas de los rascacielos. -Las delegaciones de Wakanda, Latveria, Atlantis y de la Nación Inhumana acaban de llegar para ayudar a salvar vidas en Genosha, verán el genocidio que se ha cometido aquí y nos apoyaran contra los Estados Unidos, porque saben que ellos pueden ser los siguientes, en incurrir en su ciego odio a todo lo que es diferente.
-Puede que así esa... pero eso no lo hace ser suficiente -Magento negó con la cabeza recordando su infancia en los campos de concentración nazis, era mismo odio irracional que aquella época y sabía que el fuego solo se podía combatir con fuego. -Tú no has visto la verdadera cara de humanidad y lo que su odio irracional puede ocasionar. Si no vais a hacer nada más que acusarlos, entonces lo haré yo solo y que tiemble la humanidad, porque voy a ser implacable en mi ataque.
-Si haces lo que dices, entonces puedes olvidarte de este lugar y de tu familia -espetó Pietro furioso y dándole la espalda a su padre para marcharse-. Porque para eso sí que tienes experiencia en abandonarnos, cuando más te necesitamos, nos dejas atrás como si fuéramos un lastre. Eres persona no grata en Genosha, Lorna hará un comunicado en una hora declarando que nuestra nación no dará cobijo a terroristas humanos o mutantes de ningún tipo y eso te incluye a ti, padre. ¡Ahora vete como siempre has hecho!
Pietro echo a correr llorando, sin dejar a su padre responder y mirando hacia delante para cumplir con su deber, como uno de los gobernantes de aquella nación en ruinas. Magneto sabía que su hijo tal vez tendría razón, pero aquella matanza había removido en su interior las viejas heridas de su infancia y veía los antiguos fantasmas del odio, la reprensión y el fascismo alzarse. Sus manos se abrieron y de ellas salieron cientos de descargas electromagnéticas, que alzaron miles de toneladas de chatarra que una vez fueron Centinelas y flotaron a su alrededor igual que una miríada de planetas alrededor de su sol. Usando simplemente su determinación y sus poderes, reparó cada Centinela que flotaba con restos de chatarra, reformándolos y cambiando su programación para matar humanos sin piedad alguna. Una sonrisa cruel apareció en su rostro, al ver Centinelas gigantescos y de tamaño humano formando en el aire, listos para cumplir la sangrienta y terrible tarea de vengarse de la humanidad. Miró por última vez Genosha y una lágrima cayó por su rostro, sabiendo que tal vez no volvería a ver a sus hijos y que sería recordado como un asesino o un tirano por los actos que estaba a punto de cometer.
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