Simplemente corre, corre lo más rápido que puedas y no mires atrás. Esas palabras resonaban sin parar en la cabeza de Flash, mientras corría a una velocidad superior a la de la luz para hacer el cometido que le había pedido John Constantine, sobrescribir la propia realidad. Sabía lo que le perseguía, una ola de energía temporal de un color blanco fulgurante, que estaba borrando aquella desastrosa línea temporal y creando una nueva para sustituirla. Los recuerdos golpeaban su mente sin parar, el fallido ataque a Apokolips, la matanza que provocó Darkside asesinando a casi toda Liga de la Justicia, su encierro en el núcleo de aquel condenado planeta, donde fue obligado correr para generar energía con las que mantener ese lugar infernal. Flash había perdido mucho, su esposa, amigos, su familia y su planeta estaba condenado, ahora podía recuperarlo todo solo corriendo. Sabía lo que podía pasar, no era la primera vez que lo había hecho, correr atrás en el tiempo y cambiar la línea temporal, era peligroso e ignoraba que consecuencias tendría que afrontar, pero ya lidiaría con ellas en su debido momento.
Frenó en seco, dejando una estela ardiente sobre el asfalto de aquel sucio callejón, para apoyarse en una pared llena de grafitis, jadeando agotado y empapado en sudor, sin poder parar de rezar mentalmente para que aquella nueva línea temporal no fuera tan terrible como la que se había visto obligado a borrar. Sus piernas temblaron y no pudo evitar derrumbarse hasta acabar sentado en el suelo, notaba como su cuerpo estaba engarrotado y las tripas le rugían sin parar, sus manos temblorosas notaron el tacto del papel al tocar el suelo. Flash bajo la mirada y vio que sus dedos habían encontrado un periódico de Central City, lo cogió para leerlo, sintiendo la ansiedad y el miedo crecer en su interior por las terribles noticias que podría haber en él. El artículo principal estaba escrito por Iris West, la mujer que sería su esposa, hablaba sobre la misteriosa aparición de un héroe tan veloz que solo era una mancha roja, que salvaba a la gente por toda la ciudad y que posiblemente eso estuviera conectado con el misterioso justiciero de Starling City, al que llamaban Green Arrow.
Una risa de alivio salió de los labios de Flash y empezó a vibrar todas las moléculas de su traje a ultra-velocidad, transformándolos en ropa normal para mezclarse con el resto de los ciudadanos. Para el resto del mundo en verdad solo era Barry Allen, un simple científico forense del departamento de policía de Central City y gracias a eso, podía tener acceso a las frecuencias de emergencias y actuar contra los delitos, accidentes y desastres en toda la ciudad a la velocidad del rayo. Salió del callejón y empezó a caminar con tranquilidad por las calles de la ciudad sin prisa, a la vez que reorganizaba sus recuerdos y formaba mentalmente el esquema de sucesos, que acabaron desembocando en el desastroso futuro del que provenía.
Caminó durante horas por las atestadas calles llenas de gente hasta llegar a la casa de los West, allí vivía con su padre adoptivo Joe West y si sus cálculos eran correctos, seguramente Iris ya se acababa de independizar del hogar familiar. Se paró ante la puerta del porche de la entrada y suspiró ampliamente antes de abrir, sin saber que iba a encontrar exactamente en esa línea temporal. Al entrar dentro escuchó la radio sonando y a Joe cantando, lo vio en la cocina tranquilamente preparando sus espaguetis caseros a la West con un ridículo delantal rojo que ponía padre del año. Barry aguantó la risa y se acercó emocionado, aquello se parecía mucho a su pasado y tal vez había tenido suerte al retroceder en la línea temporal por el momento.
-Barry vete a lavar las manos -dijo Joe sonriendo levemente, mientras quitaba la olla del fuego y sacaba un par de platos para que pudieran cenar. -Esperaba que llegaras a casa más rápido... ya sabes. ¿Conseguiste atrapar al Capitán Frío?
-Voy en seguida a ello, Joe -asintió Barry sonriendo levemente, recordando que fue Joe uno de las primeras personas en saber que él era Flash, el veloz héroe de Central City. -No hubo suerte, no conseguí atrapar a Snart, como siempre es tan escurridizo como una serpiente. Perdona por el retraso y llegar tan tarde, estaba dando un tranquilo paseo por la ciudad.
Barry entró en el baño y abrió el grifo del lavabo, formó un cuenco con sus manos para mojarse el rostro con el agua helada. Sintió un leve escalofrío al mojarse la cara y se miró asombrado en el espejo, su rostro había rejuvenecido diez años y sabía todo lo que iba a suceder en los próximos años, tenía en su mano el conocimiento para modificar el futuro y salvar a todo el mundo. Un suspiro salió de sus labios y cerró el grifo antes de salir del baño, volvió al comedor y vio a Joe sirviendo dos platos de pasta en la mesa principal, mientras silbaba la sintonía que sonaba en la radio. Barry se sentó y olió los humeantes espaguetis, agarró el tenedor y empezó a comer a toda velocidad, impelido por el hambre de su organismo hiperacelerado, disfrutando de aquel momento antes de empezar con la tarea que le había encomendado Constantine. Terminó de cenar y se despidió de Joe, antes de salir en busca de la ayuda de Oliver Queen y empezar a encauzar la línea temporal, el tiempo corría en su contra y debía empezar hoy mismo a salvar aquel mundo. Cerró la puerta detrás de él, vibrando a toda velocidad y transformando sus ropas en su traje rojo y corrió hasta ser solo una mancha borrosa de la velocidad que adquirió. Corrió dejando solo una estela de fuego sobre el asfalto en dirección a Starling City, mientras pensaba como podría explicar la situación a sus aliados, para evitar que se materializase el futuro del que provenía.
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