Cenizas y polvo flotaban sobre la superficie de aquel planeta agonizante, anunciando su definitiva muerte tras milenios de cruenta guerra, que lo habían devastado por dentro y por fuera. La bomba de óxido de los Quintessons habían arrasado con Vector Sigma y la Cámara de Energía de Plasma, asesinando a Cybertron y condenando a una lenta muerte a las facciones de los diferentes Transformers. Los Autobots y Maximals habían abandonado el planeta para establecerse en la Tierra, mientras que los Decepticons, Predacons y Terrorcons luchaban por los despojos, como gusanos sobre un cadáver. Alfatron apretó sus puños y negó con la cabeza, observando melancólico por última vez su planeta natal desde el puente de mando de la nave espacial. Su cuerpo había sufrido los estragos de la larga guerra, estaba cubierto de abolladuras, grietas y heridas reparadas de forma tosca, se envolvió en su capa de malla blindada y caminó por el puente de mando hasta el trono del capitán, dejándose caer sobre el duro asiento sin cuidado alguno. A su alrededor reinaba un silencio sepulcral, los renegados de las diferentes facciones de Transformers que le seguían miraban también con impotencia y dolor el destino de su planeta natal. Alfatron sintió la mirada de su lugarteniente, un Predacon enorme llamado Espiral que tenía gran parte de su enorme masa corporal cubierta de blindaje quitinoso de su transformación en escarabajo, su boca chasqueaba siempre que tenía que hacer alguna pregunta incómoda.
-¿Qué haremos ahora, Alfatron? -preguntó Espiral, clavando una mirada interrogativa y llena de dudas en él. -¿No deberíamos estar en Cybertron reclamando nuestra parte del planeta?
-Lo que hacemos siempre, sobrevivir -dijo de forma solemne Alfatron, mientras dirigía una dura mirada a cada uno de los integrantes de su banda sin moverse de su asiento. -Cybertron está muerto y se pudre desde dentro por el óxido, quedarse es una condena de muerte. Debemos buscar un nuevo futuro, seguir atados al pasado es condenarnos a la extinción.
-Lo entiendo -Espiral asintió con lentitud y suspiró tomando asiento en su puesto, que crujió ante su enorme masa. -¿Y cuál es nuestro destino?
-Rumbo al sector espacial N756RQ -ordenó Alfatron con solemnidad, mientras miraba una última vez a Cybertron. -Hacia un nuevo futuro para nosotros...
Los motores de la enorme nave rugieron igual que un animal herido al encenderse y abandonar la órbita de Cybertron, dejando a atrás la guerra que se libraba por los despojos del planeta que se pudría lentamente. Alfatron y su tripulación sintieron el tirón de la fuerza centrífuga empujándoles contra los asientos durante unos largos segundos, mientras podían ver cómo las estrellas y planetas pasaban cómo rápidos puntos desde la cristalera del puente mando. Los días de viaje se hicieron interminables, las disputas entre la tripulación de Alfatron se hicieron habituales por el encierro y la incertidumbre, pues nadie salvo su líder, sabía que iban a encontrar al llegar a su destino. Alfatron deambulaba por los silenciosos pasillos, meditando su plan y alentando a los jefes de todas las facciones que le habían jurado lealtad, no podía permitirse un motín cuándo tenía la salvación en la punta de sus metálicos dedos.
Las alarmas sonaron tras un mes y medio de travesía, habían entrado en lo que parecía un campo de asteroides y pecios de restos de naves. La tripulación tomó sus posiciones en el puente de mando, mientras Alfatron sonreía ferozmente ante aquel escenario desolador, pues habían llegado a su destino. Sus órdenes resonaron por el puente de mando, debían avanzar hasta el centro de aquel basurero espacial y reclamar su premio. Un silencio tenso recorrió a todos los mercenarios, solamente roto por el pitido del sonar y el chirrido de los restos chocar contra los escudos de la nave, como si fuera una lluvia de granizo. Alfatron podía sentir el miedo de sus guerreros, tal vez pensarán que los había llevado a morir allí, pero era todo lo contrario. Se levantó y empezó a dar órdenes suaves al timonel, un Autobot llamado Gatewar que se afanaba por esquivar toda la basura espacial que les rodeaba. Gatewar obedeció cada indicación de Alfatron, el asombro empezó a crecer entre los presentes al ver que las órdenes de su líder los llevaba por un camino seguro entre los pecios y asteroides, hasta llegar a un espacio sin apenas restos en el centro de aquel basurero. La nave se detuvo y un silencio estupefacto llenó el puente, todos miraban aquel enorme pecio del tamaño de una luna que flotaba en el centro de aquel espacio casi limpio de restos. Alfatron podía sentir el miedo de los suyos, pues no todos los días se encontraba uno ante la cabeza de Unicron, el titánico Transformer que convirtió al moribundo Megatron en el despiadado Galvatron y lo usó para intentar destruir Cybertron. Espiral chasqueó sin parar sus mandíbulas nerviosamente y Gatewar hizo repiquetear sus dedos ansiosos sobre la consola, comprobando asustado las lecturas que emitía aquellos monumentales restos.
-Sé lo que pensáis -respondió Alfatron cruzándose de brazos y sonriendo cruelmente, mientras sostenía la mirada a la cabeza de aquel titán muerto. -Creéis que me he vuelto loco, pero es todo lo contrario. Esa cabeza que flota cómo un astro más es nuestra salvación.
-¿Cómo va a ser eso? -se atrevió a preguntar Gatewar alzando sus ojos azules hacia Alfatron con miedo. -Esta cosa casi destruye a los Autobots y Decepticons hace casi dos siglos. ¿Y ahora quieres utilizar sus restos?
-Sí, voy a usarlo -asintió levemente Alfatron y alzó su brazo izquierdo, señalando la enorme cabeza flotante, mientras explicaba su osado plan. -Unicron reconstruyó Megatron y a sus esbirros, que fueron dejados atrás para morir por órdenes de Starscream -los miró a todos y sonrió de forma intrigante, antes de continuar. -Eso solo significa una cosa, tiene una Cámara de Energía de Plasma para crear y reformar a los de nuestra especie, como la que tenía Cybertron.
Todos enmudecieron ante la aplastante lógica de las palabras de Alfatron y una sonrisa ansiosa apareció en el rostro de cada uno de los presentes, pues aquel descubierto significaba la salvación de su especie. Espiral chasqueó las mandíbulas, aún nervioso y agitando la cabeza, sin estar totalmente convencido de aquel plan.
-¿Y de verdad piensas que podremos emplearlo para tus propósitos? -gruñó Espiral mirando a Alfatron desafiante y llevando sus manos por instinto a las empuñaduras de sus armas. -Únicamente vamos a conseguir que despierte una amenaza aún más terrible sobre nuestra especie, es incluso peor que la lenta muerte de la extinción a la que estamos condenados.
-¡Necio! -gruñó Alfatron derribando al suelo de puñetazo brutal a Espiral, para luego desenfundar su arma con gran velocidad, metiendo el cañón del arma en la boca del Predacon. -Seguirás mis órdenes o morirás, vamos a salvar a nuestra especie y utilizaremos los restos olvidados de Unicron para ello. ¿Lo habéis entendido? ¿O tengo que esparcir los sesos de Espiral por el suelo del puente de mando?
Los guereros de la partida de guerra asintieron con la cabeza, incluso Espiral que miraba el arma de Alfatron aterrado, ante la posibilidad de que este decidiera matarle, para dar una lección a la tripulación. Alfatron sacó el arma de la boca del caído Espiral y la guardó, para luego ofrecerle una mano para qué se levantará del suelo. Soltando un quejido leve, el Predacon se levantó agarradose a la mano de su líder, sabiendo que aquel era un signo de piedad por su parte, sintiéndose más seguro chasqueó las mandíbulas cómo respuesta, para alejarse dando órdenes de que se prepararán para la incursión.
Una pequeña lanzadera de reconocimiento avanzó a toda velocidad hacia la masiva cabeza de Unicron. Esquivaba con gracilidad los restos de metal y rocas con la agilidad de un pez en el agua, hasta detenerse frente al descomunal rostro, que parecía mirarlos de forma burlona, con sus ojos rotos. Alfatron y cinco de sus guerreros salieron de la lanzadera y avanzaron hasta la enorme boca, que estaba abierta como si estuviera dando un suspiro de agonía, para posarse en su interior sobre la lengua metálica. Espiral chasqueaba nervioso sus mandíbulas detrás de Alfatron y Gatewar miraba ceñudo los afilados dientes que sobresalía a los lados cómo crueles estalagmitas y estalactitas de metal. Los otros tres guerreros que los acompañaban eran Dograge, Stormshadow y Blackrage, los tres eran guerreros Decepticons que se habían unido a su partida de guerra para escapar de la megalomanía de Galvatron. Los seis guerreros de Cybertron empezaron andar por el interior de la cavernosa boca, hasta llegar a lo más profundo de ella y detenerse ante un enorme pozo sin fondo, que había servido para llevar los restos de los planetas que Unicron destruía para ser procesados en su interior. Alfatron señaló un hueco lateral y avanzó colándose a su interior, sabiendo que debía avanzar en cabeza para alentar a sus asustados guerreros. Se deslizó de lado para poder entrar por aquel estrecho agujero, mientras lo hacía escuchó el raspar del metal de su piel y capa contra los muros de aquel túnel. Alfatron no miró atrás, simplemente siguió moviendo hasta llegar al final del estrecho túnel, saliendo a un pasillo enorme abovedado y apenas iluminado. Detrás de él estaban saliendo del túnel sus hombres, que miraban con asombro y miedo aquella enorme galería, como si esperarán un ataque en cualquier momento. Los circuitos integrados en las paredes se iluminaron en su presencia y retumbó en aquel pasillo el fluir de las enormes tuberías que cubrían el techo, parecía que Alfatron no se había equivocado y aún quedaba vida en aquel cascarón devastado. Con un solo gesto de su mano derecha, Alfatron les indicó que avanzarán, todos habían desenfundado sus armas y apuntaban a la oscuridad a cada paso que daban por aquellos pasillos olvidados. El tiempo parecía correr a cuentagotas en aquellos túneles, se encontraban más signos de vida según se internaban en Unicron. Ya no eran únicamente la luminosidad eléctrica de las paredes y el fluir de las tuberías, pequeños enjambres de insectos y arácnidos mecánicos se escondían a su paso, al ser interrumpidos en sus labores desesperadas de mantenimiento y reparación de aquella devastada cabeza titánica. El grupo de Alfatron salió a una enorme cámara circular de techo abovedado y sostenido por enormes columnas, los signos de lucha eran evidentes en las picaduras de las columnas y paredes por el fuego de armas, además de los cadáveres olvidados y destrozados de lo que parecían ser Transformers. Alfatron dio la orden de parar y que Dograge, Stormshadow y Blackrage hicieran guardia, a la vez que se arrodilló ante uno de los cadáveres y llamó a sus lugartenientes. Espiral avanzó chasqueando nervioso las mandíbulas y mirando en todas direcciones, mientras que Gatewar caminaba en silencio con sus manos aferrando con fuerza su arma, ambos estaban amedrentados por aquel lugar, pero se negaban a reconocerlo.
-Mirad bien estos cuerpos -dijo con suavidad Alfatron, revisando el cadáver ante el que estaba arrodillado con meticuloso interés. -No tienen marca, no pertenecían a ninguna de las fracciones de Cybertron.
-¿Cómo es eso posible? -preguntó Espiral mirando con sus ojos al cadáver más cercano con asombro. -Todos tenemos marca de las facciones. ¿Puede que fueran renegados que se borrarán las marcas?
-No seas obtuso, Espiral -contestó Gatewar, riendo ante la simplicidad del Predacon y negando con la cabeza. -Mira su rostro, tienen todos la misma cara... la de Unicron, fueron sus guerreros y sus creaciones.
-Estás en lo correcto, Gatewar -asintió Alfatron levantándose y limpiándose las manos en su manto, a la vez que miraba a ambos a los ojos. -Eso significa que no me he equivocado, hay una cámara de energía de Plasma en lo más profundo del cerebro podrido de esta cabeza.
Al momento de decir esas palabras, los devastados cadáveres empezaron a moverse y alzarse, quedando cómo si fueran estatuas polvorientas y rotas, mirando a los intrusos. Dograge, Stormshadow y Blackrage retrocedieron apuntando con las armas a aquellos cuerpos que habían estado muertos hacía solo unos segundos atrás, mientras Espiral y Gatewar se ponían espalda contra espalda apuntando a los cadáveres más cercanos. Solamente Alfatron permanecía tranquilo e impasible ante esa resurrección de aquellos cuerpos, observándolos con gran interés y esperando cuál sería su siguiente reacción, mientras desenfundaba con indolencia su arma de fuego. Los cadáveres gimieron a la vez, intentando vocalizar sin éxito en varias ocasiones, mientras los rodeaban formando un círculo perfecto, para finalmente hablar al unísono cómo si fueran un unico ser consciente.
-Yo soy... Unicron...-rugieron los cadáveres al unísono con diferentes tonos de una misma voz y mirando con sus ojos carentes de luz al grupo de invasores. -¿Quién osa entrar en mis restos?
-Soy Alfatron, líder de la partida mercenaria de los Condenados -respondió Alfatron dando un paso adelante y encarándose con uno de los cuerpos reanimados por Unicron. -He venido a proponerte un trato beneficioso para ambos.
-No tienes nada que me interese -respondieron todos los cuerpos al unísono, a la vez que empezaban a avanzar hacia ellos. -Os desmontaré y procesaré para que me seáis útiles de algún modo en mi reparación.
-¡Detén tu mano! -rugió Alfatron derribando al primero de aquellos cuerpos con un brutal puñetazo, mientras alzaba la voz para hacerse oír. -¡Cybertron ha muerto! ¡Los Decepticons y sus descendientes pelean cómo carroñeros por cuerpo! ¡Los Autobots perduran gracias a su matriz! ¿Qué les evitará encontrarte y reducirte a polvo?
-¿Qué has dicho? -la voz de los cuerpos tembló y todos se detuvieron, para luego clavar sus miradas vacías en Alfatron. -Recuerdo a los Autobots y su maldita matriz, ellos me dejaron en este estado -la ira y la furia marcaba cada palabra de los cadáveres reanimados. -Si los Decepticons están condenados, los Autobots se volverán a expandir por la galaxia... y solo es cuestión de tiempo que me encuentren.
-Nosotros somos un grupo de Decepticons, Autobots y sus variantes que no estaban contentos con nuestros líderes -Alfatron lo explicó con suavidad, mientras guardaba su arma e indicó a sus guerreros que hicieran lo mismo con rápido gesto. -Nos llevaron a una guerra que duró milenios, arrasó nuestro mundo y civilización. Cuándo Cybertron murió, los Autobots y sus aliados huyeron dejando a decenas atrás, mientras los Decepticons y sus aliados se volvieron los unos contra otros por los restos de nuestro mundo muerto -el dolor y la frustración se sentía tan reciente incluso tras haber pasado una década de aquello, aun así decidió seguir hablando y explicando lo sucedido a Unicron. -He reunido a todos los que he podido bajo mi estandarte con un desesperado propósito y seguramente sea el mismo que tuyo. Sobrevivir y vengarnos de aquellos que nos han condenado a esta situación.
-Interesante...es muy interesante -contestaron al unísono los cadáveres y uno se adelantó, para quedar cara a cara con Alfatron. -Vosotros me ayudáis a repararme completamente y os dejaré crear nuevos miembros para tu ejército, nos vengaremos de los Decepticons y Autobots juntos.
-Que así sea -Alfatron estrechó el brazo que le ofrecía aquel cadáver robótico en señal de alianza. -Daremos muerte a nuestros enemigos juntos y construiremos un nuevo futuro para la galaxia.
Tras hablar con Unicron durante una hora más y concretar el trato, volvieron a la nave por el mismo camino que habían seguido. Alfatron podía escuchar los murmullos de emoción y sentir la esperanza renacer en sus guerreros, una leve sonrisa apareció en su rostro al sentir que su plan estaba en marcha. Pronto podría vengarse con la ayuda de Unicron de los Decepticons, Autobots, Maximals, Predacons, Terrorcons y Quintessons por condenar a su especie a la casi extinción y matar a billones en una vorágine de autodestrucción.
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