La noche de sangre.


 


Los gritos de terror y los disparos en la noche se mezclaban con el discurso de la sombría figura acorazada de los emisores holográficos, formando una terrible cacofonía enloquecedora por toda la luna prisión. Rylon Van Shell comprobó su rifle láser otra vez cómo le habían enseñado en el regimiento y dió la orden de avanzar a los restos de su pelotón de reclutas por aquel campo ruinas y escombros, sus uniformes estaban ajados y remendados, sus armaduras abolladas y su pintura descascarillada, sus rostros enflaquecidos por las necesidades y sus pelos revueltos, dándoles un aspecto de pordioseros en vez de los orgullosos cadetes del séptimo de Karus. Los habían arrojado a aquel lugar como si fueran basura, ese era su premio por defender Armaggedon de las hordas de Khorne y morir a millares ante los Devoradores de Mundos. Ahora habían llegado los Amos de la Noche a la Luna Prisión de Ramiles, lanzando un ultimátum y obligandoles a participar en sus juegos de sangre, la promesa de ser liberado de aquella prisión y ascendido a ser un Astartes, había hecho que todos sus obligados habitantes se lanzarán en un frenesí asesino, solo para demostrar que eran lo suficientemente fuertes para ser aceptados en la Décima Garra. Rylon se acercó a uno de los proyectores holográficos, que eran usados habitualmente para mostrar los castigos de los presos conflictivos al resto y miró a la figura enfundada en la barroca armadura de color azul medianoche y de rostro pálido enmarcado por un largo pelo de color ceniza, mientras escuchaba otra vez su tétrico discurso , que sonaba en bucle continúo desde el inicio de aquella noche.
 
"Soy Selkatar Harken, señor de la Décima Garra y el palafrenero del Gran Acechante Nocturno. Traigo la muerte al débil y la oportunidad al fuerte, matad sin piedad y sobrevivid toda esta larga noche, mostradnos vuestra oscuridad interior y que sois dignos del regalo de la ascensión a las filas de los Amos de la Noche."
 
El retrorreactor de Selkatar aullaba cómo el grito de los condenados, mientras se mecía con gracilidad entre las corrientes del oscuro cielo nocturno. Los presos de aquella luna se estaban despedazando entre ellos, sólo por la oportunidad de escapar y poder vengarse del Imperio, que los había arrojado a aquel olvidado lugar como si fueran juguetes rotos. Sus Rapaces y Espolones de Disformidad rugían a su alrededor, antes de lanzarse sobre los cobardes que huían de los combates, igual que aves de presa cazando roedores asustados. Sus oscuros ojos se posaron en un grupo de lo que debieron ser una vez reclutas de algún regimiento, estaban rodeados de decenas de asesinos y psicópatas, que se lanzaban contra ellos gritando y enarbolando armas improvisadas. Selkatar señaló aquel combate con una de sus garras relámpago y las bandadas que le rodeaban empezaron a trazar círculos en el oscuro cielo sobre aquel lugar, prestos a descender sobre los débiles e indignos de seguir vivos.
 
Rylon se cubrió detrás de una pila de escombros y recargo su rifle láser, aquel ataque había sucedido de improviso y de manera brutal. Centenares de presos enfundados en roñosos monos naranjas se lanzaban contra ellos, bajo los efectos de una locura asesina y sed de sangre, sin importar las ráfagas de fuego láser y las bajas que sufrían. Rylon salió de su cobertura y disparó, volando la cabeza a un preso que corría medio desnudo y empapado ensangre, salpicando de sesos al recluso que lo seguía y obligándole a retroceder para evitar ser asesinado. Un instante después un borrón de azul oscuro descendió sobre aquel asesino, despedazandolo con brutalidad para luego ascender otra vez al oscuro cielo nocturno, para buscar nuevas víctimas. Rylon vio la escena repetirse por todo aquel campo de batalla, figuras oscuras descendían del cielo para matar a los que huían, titubeaban o se escondían aterrados. Debía hacer algo o sus compañeros también serían presas de las sangrientas atenciones de los Amos de la Noche, activó el comunicador de su escuadra y gritó sus palabras a pleno pulmón, para hacerse oír sobre el ruido de aquella locura.
 
-¡Manteneros firmes! -rugió Rylon por el comunicador, sin dejar de disparar contra la horda de aullantes psicópatas que seguían cargando contra ellos. -Esto no es nada comparado con Armaggedon, estos locos no son más que perros salvajes listos para ser asesinados -sus palabras ganaban fuerza y confianza, a la vez que entre la niebla pudo distinguir las enormes figuras de azul medianoche en el límite del campo de batalla, disparando a los cobardes sin misericordia y avanzado con solemnidad entre los cadáveres que alfombraban el suelo rocoso. -¡Matad a estos perros rabiosos!¡Sobreviviremos a esta noche para vengarnos!
 
Selkatar se posó sobre un montón de escombros y movió sus terribles garras relámpago, mientras alzaba la cabeza para escuchar las palabras de aquel muchacho con sus oídos mejorados. Saboreó cada palabra que escuchó, notando el resentimiento y la ira contenida, la voluntad de sobrevivir y de vengarse como si fuera un dulce néctar. El amanecer estaba a punto de llegar, pero quería ver el resultado de aquel último combate, saber quién se alzaría con el premio prometido. ¿Vencería la locura y sed de sangre desmedida?¿O la furia fría y la violencia calculada? Chasqueó sus garras para que las escuadras lanzarán a los restos de los presos contra aquellos niños vestidos de soldados, mientras una sonrisa cruel apareció en sus finos labios.
 
Los disparos de Bólter retumbaron como truenos furiosos, obligando al último centrar de maltrechos presos a cargar contra docena de supervivientes de los antiguos reclutas. Rylon ordenó calar las bayonetas y se preparó con el resto de sus compañeros, para soportar el torrente de enemigos que corrían hacia ellos echando espuma por la boca. Los disparos de rifles láser barrieron el aire, derribando a los presos cargaban en primera fila, pero no pudieron evitar el choque de la carga de la turba. Los cuchillos y las bayonetas se enfrentaron en un cruel cuerpo a cuerpo sin cuartel, mientras las titánicas figuras de color azul oscuro observaban con sus máscaras de cráneos burlones y envuelta en piel desollada que se agitaban como macabras guirnaldas por la brisa. Rylon hundió la nariz de un asesino que intentó apuñarlale de un culatazo de su rifle y atravesó con su bayoneta a otro, a su alrededor era un caos de cuerpos luchando y muriendo de forma inmisericorde. Los reclutas y asesinos morían presas de violentos espasmos agónicos o gritando llenos de odio, mientras la sangre fluía como ríos entre los cuerpos retorcidos y transformaba la tierra el espeso fango, que dificultaba aquel feroz y desesperado cuerpo a cuerpo, a la vez que los primeros rayos de luz del amanecer mostraban el alcance de la matanza.
 
El sol brillaba perezoso en el cielo, como el ojo de un Dios que observaba con asco la carnicería y desenfreno producido aquella terrible noche. Rylon yacía arrodillado sobre el barro, empapado en sangre y cubierto de heridas visibles a través de su uniforme destrozado, parpadeó y intentó levantarse sin éxito, mientras notaba que la vida se le escapaba y lo sumía en una frialdad placentera. Una enorme figura se encumbraba ante él, obligadole a alzar la cabeza para sostener la mirada del pálido y cruel Señor de los Amos de la Noche, que lo observaba con genuino interés.
 
-Has demostrado tu valía y fortaleza...-la voz de Selkatar sonaba tan aguda como una hoja de cuchillo raspando una lápida. -ahora perteneces a la oscuridad, serás el miedo y la venganza encarnada -hizo un gesto con sus garras, antes de girarse y empezar a alejarse de malherido Rylon. -Reparadle y dadle la bendición oscura del Acechante nocturno, ahora pertenece a la noche.
 
Rylon gritó de terror, mientras se lo llevaban arrastras los Astartes traidores al interior de una de las Thunderhawks, dónde obligaban a embarcar al resto de supervivientes como si llevaran reses al matadero. Selkatar se rió amargamente viéndo la escena, nadie escapaba de la oscuridad cuando los Amos de la Noche debían conseguir sangre fresca para sus huestes.

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