El silencio sepulcral volvía a reinar sobre la superficie de Malachor V, tras las batallas entre los Jedis y los inquisidores imperiales, dónde el propio Darth Vader había destruido el templo Sith de su superficie. En sus túneles todavía caían restos de escombros y el agua de los acuíferos subterráneos los medios inundó, la oscuridad y la lúgubre soledad había vuelto a reclamarlos. Un fuego espectral iluminó las escaleras que descendían del destruido templo Sith, a la vez que de ellas surgía una pequeña ave de plumaje blanco y verde, que voló hasta un saliente de la caverna. Un momento después, una figura femenina saltó a las oscuras escaleras desde el interior de las llamas, para luego girar sobre sí misma y encender un par de sables de luz de hoja blanca, mientras sus ojos se clavaron en las llamas que ya se extinguían. Un largo suspiro de alivio salió de los labios de la Togruta conocida como Ahsoka Tano, a la vez que apagaba los sables de luz y quedo envuelta en la oscuridad de aquella caverna. Lo había conseguido, había regresado a Malachor V y escapado de una muerte segura a manos de Darth Vader gracias a la intervención del Padawan Ezra Bridger. Parpadeó varias veces para acostumbrar sus ojos a la oscuridad del lugar y descendió por las escaleras, mientras el pequeño pájaro la siguió hasta alcanzarla y volar a su lado.
Ahsoka avanzó en silencio por los inundados túneles, el agua en algunas secciones le llegaba hasta la cintura y le costaba moverse en aquella asfixiante oscuridad. Podía sentir los ecos de las muertes y las guerras libradas en aquel mundo entre los Jedis y los Siths durante milenios, resonando como un zumbido de fondo en su cabeza. Se detuvo al final de aquel corredor, ante ella había una puerta de metal ennegrecido y con marcas causadas por la hoja de un sable luz, pasó con delicadeza sus manos por la superficie y con un siseo, la puerta se separó dándola acceso a una instalación abandonada. Por instinto encendió uno de sus sables de luz y entró, al hacerlo decenas de luces integradas en las paredes lo iluminó todo, mostrando un pasillo de piedra gris con gemas de un rojo sanguíneo incrustadas, el frío metal del suelo y el techo relucía cómo si fuera nuevo. A la Togruta le recordó vagamente al templo Jedi de Coruscant en el diseño, pero sentía una maldad y una oscuridad en sus formas geométricas, qué mostraban una ira y odio insanos. Caminó por aquel pasillo y vio restos de cuerpos resecos tirados por el suelo, restos seguramente de algún conflicto pasado entre los Jedis y los Siths o entré facciones de los propios Sith luchando por alzarse con el poder. Recorrió las salas siguiendo al pájaro que ella conocía como el Convor, sin mirar los destrozados cuerpos y sintiendo el silencioso odio de los muertos contra ella, hasta salir a una enorme chimenea volcánica. En el centro de ella se alzaba un enorme pilar de roca volcánica, sobre el que se había construido una plataforma de plastocemento y metal con la forma de una tela de araña, de cada una de sus puntas se alzaba un pilar en forma de dedo acabado en una garra formando un círculo perfecto. En su interior había otros cinco pilares más pequeños formando una estrella de cinco puntas, en el centro sobre un círculo de luz roja había una figura envuelta en una túnica negra cómo la noche en posición de meditación.
Ahsoka apagó el sable de luz y avanzó por la larga pasarela hasta la plataforma, mientras el Convor se posaba sobre uno de los picudos pilares exteriores y observaba en silencio. La mirada de la Togruta se clavó en la figura sentada en silencio, podía sentir un gran poder de la Fuerza y peligro emanar de ella. Era una mujer anciana, su rostro estaba arrugado y marcado por la edad, pero también por el lado Oscuro que le daba una tonalidad gris pálida a su piel. Una coleta de largo pelo blanco caían a cada lado de su venerable rostro, una de sus manos había sido cercenada y se podían ver las marcas en su muñeca de las abrasiones del sable de luz que lo hizo. Ahsoka Tano sintió los ojos cegados de la anciana clavarse en ella y escrutar cada ápice de su propia alma, evaluando si merecía la pena hacerla caso o no.
-Caminas por lugares oscuros, Togruta -dijo con suavidad la anciana a la vez que se ponía de pie y sonreía levemente. -No eres un Sith y tampoco un Jedi, aunque una vez lo fuiste por tu forma de ponerte en guardia.
-¿Quién eres tú? -pregunto Ahsoka tensa, sintiendo la presión que emanaba del lugar y de la propia figura de aquella anciana. -¿Eres una Sith? ¿Tú eres otra agente del Emperador Palpatine?
-Fui Darth Traya y también la maestra Jedi Kreia, ahora solo soy una anciana -las palabras de Kreia parecían hablar de un tiempo muy lejano y casi olvidado para la galaxia. -Ese al que llamas Palpatine ha recorrido este oscuro sitio varias veces, pero es únicamente un niño jugando con un poder que no comprende del todo. No le he servido nunca, yo he sido una de los lores Siths que han agarrado a la galaxia por el cuello- una sonrisa sarcástica volvió aparecer en sus finos labios. -Pero las preguntas verdaderas son otras. ¿Podrías haber evitado la caída de tu maestro? ¿Temes a la oscuridad y caer cómo él? ¿Podrás cumplir tu promesa al Padawan Ezra Bridger?
-¿Cómo sabes todo eso, Kreia? -la pregunta salió de la garganta de Ahsoka Tano de forma temblorosa, a la vez que sus manos se posaban por instinto en las empuñaduras sus sables de luz y miraba llena de duda a la Jedi caída. -¿Acaso intentas hacerme caer en el lado oscuro?
-¿Qué es un Jedi o un Sith sin la Fuerza? -la voz de Kreia parecía haberse suavizado, como si intentará darla una lección-. Únicamente una persona normal y corriente, por lo que eso conlleva a que sufre, siente y ama. No, no estoy aquí para hacerte caer en el lado Oscuro, estoy dándote una lección que solo aquellos que han estado entre la luz y la oscuridad pueden aprender -señaló al otro puente y una figura femenina totalmente encapuchada y cubierta de negro apareció, sujetando dos sables de luz apagados en sus manos de modo desafiante. -Enfréntate a tus temores y recuerda, que no todo es luz y oscuridad, hay tonos intermedios.
Ashoka miró a aquella nueva adversaria, que se lanzó sobre ella impulsada por un poderoso salto de la Fuerza, para descargar un doble golpe con sus sables de hojas carmesí. El cuerpo de la Togruta se movió por inercia nacida de años de entrenamiento y luchas desesperadas en las guerras de los clones, alzando con rapidez sus sables de hoja blanca y parando el ataque de su adversaria. El choque de los sables de luz iluminó en rostro de su adversaria, mostrando a una versión oscura y corrompida de la propia Ahsoka, que sonreía de manera cruel con su pálido rostro y lanzó nuevos ataques rápidos contra la Togruta, obligándola a retroceder. Ahsoka paraba cada brutal golpe de su contraparte oscura, moviéndose ambas en una danza de luz por la plataforma, intercambiando golpes de sable, empujones y agarres de la Fuerza para estabilizar a su adversaria, para dar el golpe final. Kreia observó la escena en silencio, esta había sido la misma prueba que había pasado el Exiliado en las profundidades de Korriban, enfrentarse a sus miedos y temores, vencerlos y aprender de ellos o perder y ser consumido por la oscuridad.
La Togruta retrocedió y giró sobre sí misma, apartando los sables de luz de su adversaria en el momento que lanzaba una estocada doble y pateándola el estómago, para luego derribarla con un golpe del mango de su sable derecho en todo el rostro. La oscura versión de la Togruta cayó de bruces al suelo y soltó los sables presa del dolor, a la vez que sangraba por la nariz rota y miraba con odio el sable de luz blanco que apuntaba a su cuello, esperando el golpe final. Pero el golpe no llego, Ahsoka apagó el sable y la miró con compasión, apartándose de ella y entendiendo sus miedos, dolor y tristeza que había mantenido ocultos hasta ahora en lo más profundo de su corazón.
-Has superado tus miedos y aprendido de ellos -Kreia asintió complacida y suspiró ampliamente antes de continuar. -Ahora eres más que un Jedi y un Sith, recuerda el camino del equilibrio y los ecos que forman tus acciones en la galaxia. Ahora márchate y recorre las estrellas, tu misión es cumplir tu promesa a aquel que te salvó de la muerte.
-Tu objetivo era enseñarme todo este tiempo, hay lecciones incluso en la oscuridad a las que debe enfrentarse uno -Ahsoka asintió y guardó sus sables de luz, mientras detrás de ella se desvaneció su contraparte oscura. -Recorreré la galaxia, aprenderé y cumpliré mi promesa. ¿Pero qué harás tú en esta oscuridad, Kreia?
-Yo cumplo con mi misión en la Fuerza -Kreia lo dijo alzando la mirada al Convor y sonriendo con añoranza. -Me recuerdas al Exiliado, aquel que salvó la galaxia y detuvo a los lores Siths. Quise seguirle a las regiones desconocidas para detener la oscuridad que allí mora, pero mi deber es este -señaló con su única mano el puente tras Ahsoka y sonrió con tristeza. -Cruza el puente y sigue el corredor, al final hay un elevador que te llevará a la superficie.
Ahsoka asintió y se giró hacia el puente sin volver a mirar a Kreia, internándose en los pasillos de la antigua académica en busca de una salida de aquel tenebroso mundo, mientras el Convor salió volando tras de ella internándose en la oscuridad. La anciana Sith volvió a sentar y mantener en la misma posición en la que había permanecido, desde que había muerto milenios atrás, pues ella era un fantasma de la Fuerza, un eco del pasado que seguía resonando para guiar el futuro.
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